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La nueva prueba sobre el asesinato de Olof Palme: ¿cerca de su resolución?
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MISTERIO SIN RESOLVER

La nueva prueba sobre el asesinato de Olof Palme: ¿cerca de su resolución?

Treinta años después del trágico suceso que conmocionó a la sociedad sueca, aparece una pista que puede arrojar un poco de luz al caso. O más bien ensombrecerlo aún más

Foto: Olof Palme, en una imagen de archivo. (Cordon Press)
Olof Palme, en una imagen de archivo. (Cordon Press)

28 de febrero de 1986, Estocolmo. El primer ministro de Suecia, Olof Palme y su esposa, Lisbet, dan un paseo por el centro de la ciudad. Son las once y media de la noche y la pareja camina despreocupada, sin guardaespaldas ni seguridad personal. Un hombre alto con un abrigo oscuro camina tras ellos. Es un viernes y la calle está repleta de gente que pasea por bares y restaurantes. En una décima de segundo, el misterioso individuo coloca una pistola en la espalda de Palme y efectúa un disparo. Una segunda bala va a parar a su pareja y, justo después, aquel desconocido huye por un callejón.

Hace ya más de treinta años de este suceso y la población de Estocolmo todavía puede oír el eco de los disparos de aquella fatídica noche. El cadáver de Palme sobre la acera, mientras los transeúntes se apresuraban a intentar revivirle en vano. Seis minutos más tarde, el líder sueco fue trasladado al hospital más cercano donde, poco después de medianoche, fue declarado muerto. Aunque más de 20 testigos presenciaron la escena del magnicidio, el crimen todavía resulta una incógnita para todos los ciudadanos del país escandinavo. Para sus compañeros políticos, Palme era mucho más que una persona de vocación pública. Durante más de 16 años, dirigió el partido socialdemócrata de la nación, en el poder durante una buena parte del siglo XX. Gracias a él, Suecia disfruta de un sólido sistema de bienestar cimentado en su sistema tributario.

El país se sumió en la paranoia. A día de hoy, nadie ha resuelto el caso y la investigación sigue abierta con más de 10.000 personas interrogadas

La última pista ha surgido tras 30 años de investigación. Este abril, la policía ha recibido un walkie-talkie que supuestamente se encontró dos días después del suceso, según informa 'The Guardian' en un reportaje sobre el caso. No está claro por qué aparece ahora o si verdaderamente está relacionado con el asesinato, pero este hecho sugeriría que más de una persona ha estado involucrada en una especie de complot. Ahora mismo, los investigadores están analizando el rastro de ADN de tal objeto.

placeholder Foto: Wikipedia.
Foto: Wikipedia.

Habrá que esperar a los resultados, aunque después de tanto tiempo, los responsables de la investigación no son nada optimistas. "En este momento, hay menos de un 10% de probabilidades de resolver el asesinato", aseguró un miembro anónimo del personal de Palme a 'The New York Times'. Sin embargo, el actual primer ministro de Suecia, Stefan Löfven, califió el caso como "una herida abierta en la sociedad sueca" y aseguró: "Es extremadamente importante que esto se resuelva". Básicamente, porque se dieron tantos errores en la investigación que sin duda supuso una clara y frágil debilidad del sistema judicial y penal sueco.

El hombre que encontró el walkie y lo llevó a la comisaría, un chico que responde al seudónimo de "Michael", asegura que cuando lo encontró pensó que un policía lo había perdido. "Solo más tarde pensé que el objeto podía estar relacionado con el asesinato de Palme", aseguró, en declaraciones recogidas por el diario sueco 'Expressen'.

Por otro lado, Gunnar Wall, un periodista que lleva años estudiando el caso, ha informado recientemente de que los responsables de la investigación actual son absolutamente secretos, como recoge 'The Guardian'. Tan solo un nombre: Kister Petersson, quien asumiría el control de la investigación en el año 2016. Este se negó a responder a las preguntas del periodista, pero sin embargo le dio por aparecer en un programa de televisión sobre homicidios a mediados de febrero. "Estamos recibiendo novedades del caso a la semana", le dijo al presentador. "Seguro que dentro de poco podremos contar lo que ocurrió aquella noche".

Tage Erlander, su rival y antecesor en el cargo, le consideraba “el mayor talento político que Suecia había visto en un siglo”. Aunque también fue despreciado por muchos, sobre todo por algunos sectores de la izquierda más ortodoxa, los cuales desconfiaban de su condición de aristócrata. Después de la muerte de Palme, el país se sumió en la paranoia. A día de hoy, nadie ha resuelto el caso y la investigación sigue abierta. Más de 10.000 personas han sido interrogadas y los archivos ocupan 250 metros de espacio en las estanterías de la sede de la policía nacional sueca.

El misterio de la muerte de Palme se ha convertido en una auténtica obsesión nacional. Ha inspirado películas, obras de teatro y hasta piezas musicales. Muchos detectives y aficionados han dedicado gran parte de sus vidas a resolver el caso por todos los medios. Tanto es así que entre la población sueca circula la palabra “Palmessjukdom”, que significa “enfermedad de Palme”, por la que más de 130 personas han confesado ser artífices del crimen de forma falsa y deliberada. Cada asesinato no resuelto crea un vacío que la gente tiende a llenar con sus propias teorías. El primer ministro tenía muchos enemigos, por lo que fácilmente podría caer en el saco de la conspiración.

Desde 1988 a 2013 no se detuvo a ningún sospechoso, por lo que afloraron detectives aficionados con sus propias soluciones al caso

Desde el momento en el que se hizo la primera llamada de emergencia tras los disparos, el país estalló en el caos. Las grabaciones de las conversaciones entre los policías y el personal del hospital son en su mayoría expresiones de incredulidad. Los agentes del orden no acordonaron la escena del crimen y una de las balas no se encontró hasta dos días después, cuando un transeúnte anónimo la halló en el pavimento. Los ciudadanos se acercaron al lugar para mostrar sus condolencias y llenar el área de flores al lado del charco de sangre, haciendo completamente inútiles todos los esfuerzos por buscar las huellas del asesino. Otra torpeza más: dejaron marchar a los testigos sin ser entrevistados. Otros protocolos fueron pasados por alto. La policía local rastreó al sospechoso, pero no tenían apenas información de su aspecto. Además, los trenes, ferris y vuelos continuaron de forma normal horas después de haberse producido el suceso.

Las primeras detenciones

Los días posteriores el país luchaba por aceptar lo sucedido. Hans Holmér, jefe de policía, se encontraba de vacaciones cuando recibió la noticia. A primera hora de la mañana siguiente, ya estaba en su despacho dispuesto a desentrañar el caso. Su popularidad adquirida gracias a varias apariciones en televisión caló tanto en la opinión pública que pronto los ciudadanos le vieron como el hombre que necesitaba Suecia para esclarecer el magnicidio.

Las teorías más descacharrantes hablan de que fue la misma esposa de Palme quien lo organizó a raíz de una infidelidad de su marido

El primer sospechoso fue detenido a los 17 días. Se trataba de un hombre con vínculos con grupos de derecha que creía que Palme era un agente encubierto de la KGB, pero fue liberado rápidamente debido a la falta de pruebas. Por aquel entonces, Holmér tenía una teoría alternativa que apuntaba a los militantes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (el PKK), recientemente declarada organización terrorista por el gobierno de Palme. Al año siguiente, se efectuaron 50 detenciones en una librería que era la base del grupo. Pero la redada fue totalmente infructuosa y los agentes no obtuvieron nada de valor para la investigación. A partir de entonces, la popularidad de Holmér cayó en picado, y los medios comenzaron a pedir su renuncia.

En 1988 aparece otro sospechoso. Se llamaba Christer Pettersson y fue detenido sin motivo evidente, ya que la mujer del primer ministro le identificó como el asesino. Él mantuvo su declaración de inocencia y no hubo una evidencia forense que lo vinculara con la escena del crimen. Sin embargo, meses después fue condenado a cadena perpetua, lo que apaciguó a las masas al hacerles creer que el trauma nacional ya había pasado. Pero los abogados apelaron la decisión del juez en el último momento alegando que tenía problemas con el alcohol. En los años posteriores a su puesta en libertad, concedió muchas entrevistas a los periódicos y cadenas de televisión en las que fue objeto de soborno para que confesara. Pero murió en 2004, y si fue él el responsable, se habría llevado el secreto a la tumba.

Foto: Robert F. Kennedy se cita con Martin Luther King en el jardín de la Casa Blanca en Washington D. C. (Reuters)

Durante las siguientes dos décadas, la investigación oficial fracasó. Desde 1988 a 2013 no se detuvo a ningún sospechoso, por lo que afloraron una serie de detectives aficionados que aportaron sus propias soluciones al caso. Todas las posibilidades estaban abiertas y las teorías de la conspiración daban pie a lo más extravagante: que fue la esposa de Palme la que organizó su asesinato por supuestas infidelidades de su marido, que los responsables fueron los mismos que asesinaron a Kennedy o hasta que fue un suicidio planeado y el gatillo fue apretado por el hijo del primer ministro, Marten. O que incluso el pistolero fue el mismísimo cineasta Andrei Tarkovsky, que se había reunido con Palme en 1984 para pedirle ayuda para sacar a su hijo de la URSS.

Una de las razones por las que el magnicidio todavía pesa tanto en la nación sueca es que Palme fue la primera celebridad política de la nación. “Era bastante peculiar como político, era franco, polémico, un duro bateador. Buscaba el conflicto”, declaró su biógrafo Henri Berggren. La fascinación por esclarecer lo ocurrido aquella noche ha llegado a tener nombre propio: “Palmología”.

Un final "de novela negra"

El que quizás sea el escritor más famoso de toda Suecia, Stieg Larsson, autor de la trilogía de éxito 'Millenium', antes de hacerse famoso vendiendo libros fue periodista de investigación con una teoría propia sobre el asesinato de Palme. Según él, todo fue debido a una conspiración internacional formada por dos grupos con intereses distintos pero algo en común: el primer ministro debía morir. El primer grupo estaba formado por miembros pro-apartheid de los servicios de seguridad e inteligencia sudafricanos. Palme había sido un gran opositor al régimen y su gobierno había prestado millones de dólares para ayuda humanitaria al Congreso Nacional Africano de Nelson Mandela. El otro grupo consistía en la extrema derecha sueca, cuyas redes ya había estado investigando Larsson hace años.

28 de febrero de 1986, Estocolmo. El primer ministro de Suecia, Olof Palme y su esposa, Lisbet, dan un paseo por el centro de la ciudad. Son las once y media de la noche y la pareja camina despreocupada, sin guardaespaldas ni seguridad personal. Un hombre alto con un abrigo oscuro camina tras ellos. Es un viernes y la calle está repleta de gente que pasea por bares y restaurantes. En una décima de segundo, el misterioso individuo coloca una pistola en la espalda de Palme y efectúa un disparo. Una segunda bala va a parar a su pareja y, justo después, aquel desconocido huye por un callejón.

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