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Sara Giménez, la niña gitana que acabó como abogada en el Consejo de Europa
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PERFIL: NÚMERO 3 DE CS POR MADRID

Sara Giménez, la niña gitana que acabó como abogada en el Consejo de Europa

De niña devoraba libros. Su inquietud la llevó a ser la primera mujer gitana licenciada en Derecho en todo Aragón. Se ha decidido a entrar en política y será diputada en las Cortes

Foto: La abogada Sara Giménez, número 3 por la lista de Madrid de Ciudadanos al Congreso. (EFE)
La abogada Sara Giménez, número 3 por la lista de Madrid de Ciudadanos al Congreso. (EFE)

Cuando era pequeña solía quedarse en casa de una vecina consultando libros y enciclopedias que en su casa no existían. Era el momento dulce del día. Devoraba periódicos, revistas, lo que tuviera a mano. Cuando se dedicaba largo y tendido a la lectura en su casa, encontraba más de una mala cara. "Sal de la habitación, que ya es suficiente". Su madre no comprendía esa afición de su hija —la tercera de cuatro— por tanta letra. Era una cuestión de cultura. En una familia gitana, ella, igual que sus hermanos mayores y la pequeña, estaban llamados a recalar en la tienda familiar o dedicarse a la venta ambulante —lcomo habían hecho las generaciones anteriores—l cuando terminara la EGB.

Sara Giménez Giménez (Huesca, 1977) es hoy candidata de Ciudadanos al Congreso de los Diputados. Es la primera mujer de la lista por Madrid que lidera Albert Rivera (concurre como número tres), y su mayor ambición legislativa pasa por impulsar por fin una ley integral de igualdad de trato en las Cortes durante la próxima legislatura. Ha sido "la primera mujer" muchas veces. Fue la primera gitana en licenciarse en Derecho por la Universidad de Zaragoza. La primera abogada gitana de todo Aragón. La primera mujer de su familia en ir a la facultad y, por supuesto, la primera en meterse en política.

Ahora echa la vista atrás y es consciente de cómo siendo una niña fue rompiendo barreras sin darse cuenta. Creció en un barrio oscense en el que no había una mayoría de población gitana. Eso ayudó mucho. Sus compañeras de clase planeaban la carrera que estudiarían al acabar COU y una vida futura que la ahora candidata naranja no había visto nunca antes en su entorno. Sus primas se sorprendían cuando reconocía su intención de seguir estudiando. "Nosotras no vamos a seguir", le decían. Ella no comprendía por qué no iba a tener el mismo derecho que las demás de la clase.

placeholder El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera (d), junto a Sara Giménez (i). (EFE)
El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera (d), junto a Sara Giménez (i). (EFE)

Era preguntona y muy inquieta. "Demasiado", repetían sus padres. Sin darse cuenta iba rompiendo todos los esquemas en una familia que no se había topado con algo así y que ni siquiera se había planteado afrontarlo.

A los 14 años tomó una primera decisión en ese sentido. Y a los 17, la más importante. Se sentó en casa con sus padres y les dijo que no solo quería ir a la universidad, sino que tenía clara su elección. Era Derecho. "Lo que faltaba". Con más dudas que certezas, sus padres terminaron por apoyarla y superaron incluso cinco años de colegio mayor. El Derecho, más que una vocación, era el vehículo que encontraba más útil para cambiar las cosas. "Me llamaba la atención lo que escuchaba en mi casa. El miedo de mi madre al pensar que mi hermano no podría alquilar una vivienda por tener "mucha pinta" de gitano". Se daba cuenta de que la situación de "la sociedad mayoritaria" y la de los gitanos distaba mucho de la igualdad, sobre todo en el acceso a bienes, servicios e incluso, derechos.

Al acabar la universidad empezó dando sus primeros pasos profesionales en un pequeño despacho civil y penal en Huesca. Después comenzó su andadura en la Fundación Secretariado Gitano, donde tiene ya 18 años cumplidos, 12 de ellos al frente del departamento de igualdad y lucha contra la discriminación. Cuando repasa los momentos más importantes de su trayectoria laboral no puede evitar emocionarse con el caso de María Luisa Muñoz, a la que consiguió que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos le concediera la pensión de viudedad en diciembre de 2009 después de que España se la negara por haberse casado únicamente por el rito gitano y no ante el Registro Civil. "Imagínate lo que fue eso", recuerda.

Foto: El fichaje de Ciudadanos, Sara Giménez, Albert Rivera y la diputada Patricia Reyes. (EC)

Cuando el 8 de marzo del año pasado recibió la llamada del presidente de Ciudadanos para acudir a una reunión en el Congreso no podía imaginarse la oferta que recibiría. Llevaba tiempo colaborando con la responsable de Igualdad del partido, Patricia Reyes, y sabía que en Ciudadanos interesaba mucho su trabajo. Por eso, coincidiendo con el Día de la Mujer de 2018 se preparó bien los objetivos de la Fundación Secretariado Gitano. No quería dejarse ningún tema en el tintero.

Pero al llegar a la Carrera de San Jerónimo se encontró una propuesta muy distinta a la esperada. Rivera le explicó que en el partido necesitaban "perfiles como el suyo", profesionales, de su ámbito —una trayectoria profesional dedicada a la igualdad— y que le gustaría que diera el paso a la primera línea. Tiempo después confirmó su respuesta afirmativa.

En el mismo mes del año pasado firmó otro de sus hitos profesionales al convertirse en la primera abogada de etnia gitana que representa a España en la comisión europea contra el racismo y la intolerancia del Consejo de Europa. Desde entonces cada poco tiempo visita Estrasburgo. "Estoy acostumbrada a ir de un sitio a otro", dice al vivir a caballo entre Huesca y Madrid, además de los viajes europeos. Cuando la legislatura eche a andar (será electa con toda seguridad) seguirá viviendo en la ciudad aragonesa. Allí tiene a toda su familia, sus hijos están contentos en el colegio y su marido regenta un negocio en Huesca.

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Sara Giménez en una imagen de 'LaSexta'.

Rutinas, deporte y flamenco

Sara Giménez se considera una mujer de rutinas. Disfruta de los días intensos de trabajo y de los fines de semana en familia. A menudo sube a la montaña a hacer ejercicio los sábados o los domingos. Su otra gran pasión es el flamenco. Sus hermanos a las cuerdas y a la percusión. Ella prefiere el baile. La cultura familiar es importante y compatibilizarla con todo lo demás ha sido el reto más bonito que ha afrontado.

"Uno de los temores que tenían mis padres cuando vieron que elegía otro camino era el hecho de pensar si iba a cambiar. Si dejaría de ser de los míos", relata. Pronto se dieron cuenta de que no era, ni mucho menos, su intención. Sí es consciente de que el rol de madres y cuidadoras está muy inculcado en la etnia a la que pertenece. Pero también insiste en que al salir "a la sociedad mayoritaria", solo por ser gitanos, se encuentran con un estereotipo que "no hace fácil alcanzar la igualdad".

Luchar contra los estereotipos

La sociedad en la que se crio tiene una constitución patriarcal, y eso "las mujeres gitanas lo vivimos más que el resto". No pone en duda que hay roles "en los que han avanzado menos". Pero también señala los prejuicios que impiden ver la diversidad, y que lo que no se visibiliza es la lucha de muchas de ellas por sacar adelante sus hogares e intentar tener una oportunidad de desarrollo profesional.

"Mucha gente escucha la palabra gitano y es como una alergia. Como un rechazo interiorizado, inconsciente". Así se confesaba Giménez en una entrevista en 'El Intermedio' el año pasado. Además de la lucha por los derechos y la igualdad, son las escenas cotidianas, aseguraba, las más difíciles de cambiar. "Tengo un hijo muy futbolero que juega en un equipo en el que hay otros dos niños gitanos. Un día estaban jugando y uno de ellos le dio una patada a otro niño. Un padre del otro equipo espetó "si es que lo tenéis en la sangre". Nadie le llamó la atención, solo yo. Tenía que entender que lo que había dicho no estaba bien y que sabía perfectamente que jugando al fútbol es normal que los niños den patadas", explicó.

placeholder Albert Rivera junto a Sara Giménez (i) y Patricia Reyes (d). (EFE)
Albert Rivera junto a Sara Giménez (i) y Patricia Reyes (d). (EFE)

Esa es una de tantas otras. En la misma entrevista contó cómo su hermana menor no podía ser atendida en un supermercado del barrio por una cajera que también fuera gitana. "En cambio, con Sara, podéis hacer la vista gorda", cuenta con indignación al ver la discriminación que sufrían personas de su propia familia.

Es "la primera mujer gitana" de muchas cosas en Aragón. No será la única en el Congreso. El PSOE también cuenta con Beatriz Micaela Carrillo, presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas Fakali, en su lista por Sevilla. Tampoco será ya la única universitaria de su familia. Su hijo (15 años) y su hija (13) pueden empezar a tener sus propias expectativas y a buscar su camino.

Cuando era pequeña solía quedarse en casa de una vecina consultando libros y enciclopedias que en su casa no existían. Era el momento dulce del día. Devoraba periódicos, revistas, lo que tuviera a mano. Cuando se dedicaba largo y tendido a la lectura en su casa, encontraba más de una mala cara. "Sal de la habitación, que ya es suficiente". Su madre no comprendía esa afición de su hija —la tercera de cuatro— por tanta letra. Era una cuestión de cultura. En una familia gitana, ella, igual que sus hermanos mayores y la pequeña, estaban llamados a recalar en la tienda familiar o dedicarse a la venta ambulante —lcomo habían hecho las generaciones anteriores—l cuando terminara la EGB.

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