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"Octubre será el mes de los impagos. En noviembre, Europa tendrá que rescatarnos"
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ENTREVISTA A FERNANDO SANTIAGO

"Octubre será el mes de los impagos. En noviembre, Europa tendrá que rescatarnos"

El presidente de los gestores españoles traza un panorama negro para nuestra economía. El fin del estado de alarma y el verano serán un espejismo previo al derrumbe en otoño

Foto: Fernando Santiago, presidente del Consejo General de Colegios de Gestores Administrativos. (Alberto Martín Escudero)
Fernando Santiago, presidente del Consejo General de Colegios de Gestores Administrativos. (Alberto Martín Escudero)

Fernando Santiago (Madrid, 1966) es uno de los termómetros más precisos para conocer las inquietudes y el estado de ánimo de los autónomos y los pequeños empresarios. Preside el Colegio de Gestores Administrativos de Madrid desde hace 10 años y representa a 6.000 gestores de toda España como presidente del Consejo General de Gestores Administrativos desde hace cinco. Pero ante todo, lleva más de 30 años al frente de su propia gestoría, el lugar donde mejor se toma el pulso a la actividad económica y laboral del país.

La crisis del coronavirus ha convertido a los gestores y asesores fiscales en psicólogos de cientos de miles de autónomos y empresarios, que acuden a ellos buscando una respuesta a sus inquietudes y a sus problemas económicos tras tres meses con las persianas bajadas. En abril, Santiago ya advertía de que un confinamiento prolongado abocaría nuestra economía a una crisis sin precedentes, más allá de las valoraciones sanitarias. A pocos días para el fin del estado de alarma y el inicio de la 'nueva normalidad', el presidente de los gestores sostiene su análisis y augura uno de los otoños más negros de nuestra historia reciente.

PREGUNTA. ¿Qué consultan los empresarios y los autónomos en esta fase final del estado de alarma?

RESPUESTA. Las empresas siguen consultando si podrán mantener el ERTE especial por covid-19 después del 30 de junio y si se puede reconvertir ese ERTE en otros, por ejemplo el ERTE convencional, que es menos restrictivo para despedir a tus empleados. Porque la realidad es que muchas empresas y autónomos no están funcionando. No hay trabajo suficiente, desde la fase 2 todo el mundo puede reabrir sus negocios, pero a un 30% de su capacidad. En la hostelería, está el titular con su mujer intentando mantenerse a flote para poder recuperar a los empleados más adelante. Esa es la gran inquietud, saber si se extenderán los ERTE, y si no se alargan, saber qué pueden hacer para salvar los negocios.

P. Según el Gobierno, los ERTE se van a extender más allá del 30 de junio. Sería un respiro.

R. Eso dice, pero ha dicho tantas cosas que prefiero ser prudente hasta que se publique en el BOE. Y aun con el decreto publicado, hemos visto que muchas veces se rectifican las decisiones al día siguiente. Lo lógico es extender los ERTE hasta más allá del verano, esperar hasta que la situación se restablezca. Extenderlos ‘sine die’ mientras estemos en situación de covid-19. La presión social, el estado crítico de las empresas y la situación económica indican que eso es lo que hay que hacer.

placeholder Abren los gimnasios en la fase 3. (EFE)
Abren los gimnasios en la fase 3. (EFE)

P. Si se extienden los ERTE, ¿salvamos el verano y ganamos algo de tiempo para aguantar mejor el golpe?

R. La gente ha salido del 'shock' con muchas ganas de trabajar, de abrir sus negocios, de vender. Pero aún no hemos visto si el mercado responderá, si las compras y ventas funcionarán con algo de alegría. Las perspectivas a corto plazo son muy buenas, aunque yo no las comparto. Estamos viviendo un efecto reflejo en el que tras salir del 'shock' las personas con negocios vuelven con muchas ganas, pero los alquileres, los gastos, los proveedores, todo eso hay que seguir pagándolo y muchos vienen con tres meses de pagos atrasados. Aunque los gastos fijos estén aplazados, hay que pagarlos. Es una cadena. El arrendador que ha perdonado el pago del local tiene muy buena voluntad, pero tiene que comer y necesita cobrar pronto. Yo no tengo mucha confianza. Tras el subidón de estos primeros días, chocaremos de frente con la realidad. Viene un desastre económico sin precedentes, pero no lo notaremos hasta septiembre.

P. ¿Por qué en septiembre?

R. Entre junio y julio termina el estado de alarma, todos estaremos muy concienciados de la situación que atravesamos e iremos volviendo a la normalidad. A mediados de julio y agosto llegan las vacaciones, al menos el 50% de los contratados y el 100% de los funcionarios tienen sus vacaciones intactas y las querrán disfrutar. El verano, pues, ralentizará el encuentro de nuestro mercado laboral con la realidad y viviremos en estos meses un falso espejismo. Las zonas turísticas habrá que ver cómo se deselvuelven, quizás aguantan mejor de lo esperado, pero creo que nadie duda de que con la caída del turismo extranjero nos plantaremos en un septiembre terrorífico. Hay muchas personas que trabajan fuerte seis meses y los otros seis meses van aguantando, principalmente en el sector del turismo. Y en septiembre-octubre estas personas comenzarán sus seis meses flojos sin haber ahorrado casi nada. Y ya sabemos qué ocurre cuando no hay dinero en la cuenta. Ahora todos somos solidarios, colaboramos, nos queremos y tiramos del mismo carro, pero si pasan los meses y no me pagan el alquiler, al final no me queda otra que desahuciar.

El verano ralentizará el encuentro de nuestro mercado laboral con la realidad y viviremos un falso espejismo

P. ¿Se ha resuelto el caos en el pago de las ayudas del Gobierno? Hay miles de trabajadores denunciando que no han recibido todavía ni un euro y están al borde de la miseria.

R. El lenguaje semántico que ha utilizado el Gobierno durante la pandemia es una vergüenza, ha sido deplorable. Calculamos que hay 480.000 ERTE sin cobrar en base a una encuesta realizada por el Consejo General de los Colegios de Gestores Administrativos entre sus socios [la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, aseguró días atrás que solo faltan 66.000 por pagar, el 2%]. En mayo, eran 900.000. Y no se trata de errores en la tramitación por parte de los gestores, porque la Administración no ha enviado requerimientos, que es lo que se hace cuando un dato no encaja. Si el Gobierno dice que ha pagado un 90%, si el SEPE [Servicio Público de Empleo Estatal] dice que lo ha pagado todo, significa que cientos de miles de personas están en un limbo administrativo.

P. ¿Esperaba este descontrol en las administraciones?

R. En algunos casos, ha sido peor de lo que imaginábamos. Hay que elogiar a la DGT [Dirección General de Tráfico] por cómo ha funcionado. No se ha dejado de prestar servicio en ningún momento, se han matriculado y transferido el 100% de los vehículos. Ahí, Pere Navarro ha hecho las cosas como debe ser. Pero otras administraciones han desaparecido del mapa, como los registros civiles, los registros para antecedentes penales que para sacar un penal necesitas 15 días cuando lo normal es una hora, el registro de nacionalidades en el que la legalización se ha cerrado a cal y canto, las oficinas de Hacienda y Seguridad Social han desaparecido, ha habido un colapso terrible en la presentación de la renta para millones de personas que la hacían directamente a través de Hacienda y que ahora se ven obligadas a pasar por las asesorías, casi ya sin tiempo... Ha faltado mucha empatía de la clase dirigente. Muchos políticos no pisan la calle, es lo de siempre.

placeholder Estado de una playa en Barcelona. (EFE)
Estado de una playa en Barcelona. (EFE)

P. ¿Qué podía haber hecho la clase política para desatascar las administraciones? Ese parece más un problema histórico del cuerpo de funcionarios.

R. Podían haber hecho varias cosas. En lugar de un permiso retribuido, el Gobierno podría haber aprobado un periodo de vacaciones obligado para todos los españoles, y así lográbamos tener actividad económica en agosto. Se podía haber ayudado más a las empresas en su acceso a la financiación, agilizar el pago de los ERTE teniendo en cuenta que había siete millones de parados. Dijimos hace mes y medio que había que hacer esto y no nos han hecho caso. No conocemos qué hoja de ruta sigue el Gobierno, pero el resultado es catastrófico. No coinciden ni el número de parados, ni el de fallecidos ni el de los que cobran el subsidio. Eso sí, las inspecciones y requerimientos han funcionado de maravilla.

P. Un punto muy criticado es la gestión de los préstamos ICO, que no terminan de llegar a quien los solicita.

R. Otra vergüenza. Habría que exigir una relación de a quién han ido a parar los préstamos ICO y en qué fechas. Sospecho que los primeros miles de millones se fueron a compromisos del Gobierno con las grandes empresas multinacionales, y luego al pequeño empresario le ha llegado con cuentagotas. ¿Quién los aprueba? Los bancos. Los préstamos ICO están subvencionados al 80% por el Estado, pero si tú le dices a un banco privado "oiga, tiene que prestar 100 euros y si no se los devuelven yo le compenso con 80 euros", ¿crees que van a prestarle esos 100 euros a alguien que ahora no tiene un duro sabiendo que quizá pierden 20? Esto se ha diseñado fatal. Aparte de lo tarde que han llegado estos préstamos.

Era el momento de poner los 60.000 millones del rescate bancario en la pequeña y mediana empresa y en la ciudadanía

P. Habría sido una ocasión estupenda para hacer devolver al sector financiero la generosidad de todos los españoles en el rescate de las cajas de ahorros.

R. Esto lo dijimos. Era el momento perfecto de poner los 60.000 millones del rescate bancario en la pequeña y mediana empresa y en la ciudadanía. Aquí hay dos categorías. Las grandes empresas con nombre y apellidos, de las que todo el mundo se preocupa, a veces con razón y otras no, y las pymes, que parece que a todo el mundo le dan igual. El ejemplo de Nissan: 3.000 trabajadores a la calle. Es una locura y hay que tratar de salvar esos puestos de trabajo como sea. Pero al mismo tiempo estamos ciegos ante el medio millón de autónomos que han cerrado sus negocios y no volverán a abrir. Nadie habla de ellos. Cuando eres un autónomo o una pyme, eres simplemente un número, y si vas despidiendo a la gente de cuatro en cuatro a nadie le importa. Pero si vas sumando, te sale una previsión de despidos en las pymes de 1,5 millones de personas; 3.000 personas de golpe llama mucho la atención, los políticos hablan, sale en los periódicos, pero esos mismos políticos miran hacia otro lado con la desaparición de otros cientos de miles de empleos, provocados en parte porque las ayudas no han llegado o porque la legislación no está bien armada.

P. ¿Qué le pareció todo el enredo de la derogación de la reforma laboral que al final no fue?

R. ¿A quién se le ocurre, en plena pandemia, con la gente aguantando como puede, decir que derogas la reforma laboral y eliminas herramientas fundamentales como son los ERTE? Luego se desdijeron, pero el efecto huella ha sido brutal. Muchos empresarios que tenían dudas sobre si despedir o no ahora lo tienen claro: despedirán a sus empleados cuanto antes por miedo a futuras medidas laborales del Gobierno. La reforma laboral no es perfecta para todos, pero a su modo funciona. La economía se estaba revitalizando y las empresas tenían algo más de margen para sanearse y salir adelante. Solo se ha hablado en materia laboral para decir que nos cargamos algo que funcionaba razonablemente bien y que nos dotaba de un mecanismo clave en esta crisis como los ERTE. ¿Reacción de los empresarios? Miedo. Muchos nos llaman porque quieren saber cómo cambiará su situación si quitan la reforma laboral. Dicen "si esto es así, despido ahora antes de arriesgarme a no poder hacerlo luego". Han provocado un efecto llamada. No se puede hacer peor. Mala técnica legislativa y encima mala comunicación en este aspecto.

Foto: Un trabajador de hostelería toma medidas de distanciamiento entre clientes en la terraza de su negocio en Mahón, Menorca. (EFE)

P. Tampoco fue el mejor mensaje para Europa. En el norte están muy escocidos por tener que salvarnos del precipicio.

R. Europa nos lo hará pagar, porque al final, cuando tenga que prestarnos dinero y hacernos un rescate encubierto, nos exigirá condiciones leoninas y brutales. Y espera que no nos encontremos con una subida importante de los impuestos para poder hacer frente al rescate. Subidas del IVA de dos y tres puntos, o subidas de cuatro y cinco puntos en los impuestos de sociedades. Y yo estoy convencido de que esto ocurrirá. En los impuestos, tenemos dos categorías: los fiscales, que son los típicos, y los laborales, que son tanto o más que los primeros y que deben abonar las empresas en pagos a la Seguridad Social y otras retenciones, que suponen más del 30% del salario del trabajador. Entre el miedo a una subida general de los impuestos y el endurecimiento del despido, no hay duda de que se van a acelerar los ERE próximamente.

P. Teniendo en cuenta que los gestores han acertado bastante en sus predicciones desde que comenzó el confinamiento. ¿Cuál es su previsión de lo que nos viene en el segundo semestre de 2020?

R. Primero viene el falso espejismo, que es el momento actual. Muchas ganas de abrir negocios, muchas ganas de trabajar, pero eso tiene que traducirse en ingresos de dinero. Al principio, veremos mucha solidaridad de los ciudadanos en querer gastar, en moverse, pero el turismo extranjero dará un bajón enorme y con el turismo español ya veremos lo que pasa. Otro pilar del PIB, el automóvil, está fallando, y si no se recupera estamos muy mal. Encima, se nos echan encima julio y agosto, cuando todos lo dejamos todo para septiembre porque aquí no perdonamos unas vacaciones, y en septiembre, con el nuevo arranque, empezarán los dramas serios: arrendatarios que no pagan a su arrendador, proveedores que no sirven mercancía porque el cliente debe varios pedidos, y en esa cadena rápidamente iremos cayendo por el precipicio. Septiembre será duro, pero octubre será más duro aún, la caída será muy gorda y saltarán todas las alarmas. Será el mes de los impagos. Quien ya tiene problemas ahora, en octubre estará mucho peor, y ahí ya entraremos en una fase terrible en cualquier crisis: cuando el trabajador o el empresario se rinde y dice "me da igual a cuánto asciendan mis deudas, no tengo ni un duro en la cuenta y no voy a pagar". En noviembre, tendrá que venir Europa a rescatarnos. Esa es la secuencia en base a cómo están las cosas hoy.

Fernando Santiago (Madrid, 1966) es uno de los termómetros más precisos para conocer las inquietudes y el estado de ánimo de los autónomos y los pequeños empresarios. Preside el Colegio de Gestores Administrativos de Madrid desde hace 10 años y representa a 6.000 gestores de toda España como presidente del Consejo General de Gestores Administrativos desde hace cinco. Pero ante todo, lleva más de 30 años al frente de su propia gestoría, el lugar donde mejor se toma el pulso a la actividad económica y laboral del país.

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