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El PSOE tacha de "maniobra electoral" la propuesta de Rivera y descarta contraofertas
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LA JORNADA DECISIVA: LA RONDA FINAL DEL REY

El PSOE tacha de "maniobra electoral" la propuesta de Rivera y descarta contraofertas

No se esperan sorpresas en la posición de Sánchez: ni coalición ni una respuesta distinta al jefe de Cs, cuyo plan ven en el partido como un gesto "a la desesperada" para reforzar su relato cara al 10-N

Foto: Pedro Sánchez espera a la Selección española de baloncesto en el Palacio de la Moncloa, este 16 de septiembre. (EFE)
Pedro Sánchez espera a la Selección española de baloncesto en el Palacio de la Moncloa, este 16 de septiembre. (EFE)

Elecciones. Ferraz y la Moncloa no se sitúan más que en ese escenario cuando ya quedan apenas unas horas para que un comunicado del Rey notifique el desenlace de una legislatura agónica y consumida por el bloqueo. El último movimiento de Albert Rivera, el que nadie se esperaba, el que llegó casi en el último minuto, no significaba cambios reales en un escenario turbio y encallado desde hace meses. Así lo leía el PSOE, que interpretaba que la oferta de abstención conjunta con el PP, bajo el cumplimiento de tres condiciones, no era más que una "maniobra electoral", para intentar mejorar su posición de salida de cara a una contienda que, según las encuestas, se prevé complicada para los naranjas. El golpe de efecto sacudía el tablero tras escuchar meses a Rivera instalado en el no a Pedro Sánchez.

Felipe VI retoma este martes las audiencias con los dirigentes políticos con representación parlamentaria. El plato fuerte de la segunda ronda de contactos de la legislatura, la séptima desde 2015. Desfilan por la Zarzuela, además de Laura Borràs (JxCAT), Jaume Asens (En Comú Podem) y Santiago Abascal (Vox), los jefes de Unidas Podemos, Pablo Iglesias; Ciudadanos, Albert Rivera; Partido Popular, Pablo Casado, y PSOE, Pedro Sánchez. Después, el monarca tomará la decisión. Y la más probable sigue siendo la misma que anteayer: que constate que el líder de los socialistas no cuenta con los apoyos suficientes y por tanto no postula ningún candidato a la investidura. Lo mismo que ocurrió en abril de 2016. El paso siguiente será, el próximo 24 de septiembre, la disolución de las Cortes y la convocatoria de nuevas generales para el 10 de noviembre.

La segunda jornada de entrevistas del Rey no debería deparar sorpresas, porque los morados han reiterado que no darán sus 42 votos gratis a Sánchez, y a última hora de la noche de ayer lunes naufragó la propuesta de abstención conjunta de Cs y PP lanzada por Rivera. Pablo Casado, tras una reunión "cordial" de dos horas con el líder de los naranjas, mantuvo su posición: el no a la reelección del presidente en funciones, por "coherencia", "firmeza" y "sentido de Estado". No obstante, reconocían fuentes del PP la "coincidencia en las reclamaciones" a Sánchez sobre "política territorial, constitucional y económica". Ambos partidos culpaban al PSOE del bloqueo.

El PSOE respondió rápido que las condiciones de Cs ya las "cumple": Gobierno constitucionalista en Navarra, 155 y alivio de carga sobre clases medias


La idea de Rivera había nacido y muerto en el día, aunque ya desde su planteamiento se veía inviable. El presidente de los liberales buscó coordinarse con los populares para dar solución a una "situación límite" y evitar 'in extremis' unas nuevas elecciones el 10-N. Ofreció una abstención a Sánchez a cambio de tres condiciones "de Estado": un Gobierno "constitucionalista en Navarra" —o sea, abrir una negociación para que gobierne la coalición Navarra Suma (UPN, Cs y PP)—, la planificación de un nuevo 155 en previsión de un "otoño caliente" en Cataluña y el compromiso de no indultar a los eventuales condenados por el 'procés', y la promesa de no subir los impuestos a las familias y la cuota a los autónomos.

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, este 16 de septiembre en Níjar, Almería. (EFE)

El presunto "pacto" con Bildu

Primero fuentes gubernamentales y de Ferraz, y después el propio Sánchez, insistieron en que el PSOE "cumple" de 'facto' con esas tres condiciones. Porque al frente de la comunidad foral está "un Gobierno que defiende la Constitución", liderado por la socialista María Chivite, porque el 155 se aplicará en Cataluña si hubiera una nueva quiebra de la ley y porque el Ejecutivo quiere "aliviar" de presión fiscal a las clases medias y trabajadoras. Así que lo que cabe es, dijo el jefe del Ejecutivo, una abstención "técnica", gratis. "No hay un obstáculo real para que se abstengan", aseguró. Argumentación que fue reforzada por la tarde con un comunicado de dos páginas [aquí en PDF] emitido desde la sede federal.

La principal dificultad estaba en Navarra, porque Rivera exige la ruptura del Gobierno de coalición de Chivite y que pueda gobernar Javier Esparza (Na+)

El movimiento de Rivera no inquietó "nada" en la casa socialista, según manifestaban a este diario diversas fuentes de la dirección y también de la Moncloa. "¡Menudo descubrimiento!", exclamaba una responsable de la máxima confianza del presidente. "Lo vemos como lo que es. Una maniobra electoral ante lo que le espera en las urnas. Los gestos a la desesperada tan groseros no asustan a nadie", señalaba un cargo de la cúpula. La lectura era compartida, incluso entre algunos veteranos que están más distanciados de Ferraz. Para muchos cuadros consultados, pues, el presidente de Cs no hacía ninguna oferta sincera al PSOE, porque de haberlo sido la habría lanzado mucho antes, en junio y julio, cuando Sánchez sí dejó la puerta abierta a facilitar la investidura del candidato de Navarra Suma, Javier Esparza.

Sánchez: "No hay ningún obstáculo real" para que PP y Cs se abstengan

Porque el punto más conflictivo para los socialistas del planteamiento de Rivera era, precisamente, la comunidad foral. El líder del Ejecutivo desautorizó en un primer momento la hipótesis de un acuerdo de Chivite con Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra que necesariamente necesitaba la abstención de EH Bildu. Con ese gesto Ferraz pensaba que quizá los naranjas sí podían ayudar a la investidura de alguno de sus candidatos en otros territorios, como Ángel Gabilondo en Madrid. Pero Cs replicó la alianza con el PP en distintos puntos, sin importarle, decían en el PSOE, recibir los votos de la ultraderecha de Vox. Esa actitud hizo girar a Sánchez, que también sentía la presión de sus compañeros en Navarra, que sentían que no podían facilitar otra vez la elección de un aspirante de Unión del Pueblo Navarro. Al final, Ferraz dio luz verde a la investidura de Chivite, posible gracias a la abstención de la izquierda 'abertzale'. El PSOE, en Pamplona y en Madrid, reiteró que no había habido contacto alguno con Bildu. Ni acuerdo con ellos. Que su voto era gratis. PP y Cs, sin embargo, entendieron que sí había un "pacto" del PSOE con la formación heredera de Batasuna.

Aceptar la propuesta de Rivera habría supuesto, para los socialistas, o empujar a la ruptura del Gobierno de coalición PSN-Geroa Bai-Podemos en Navarra o bien propiciar la dimisión de Chivite para que fuera elegido Esparza. Condiciones ambas inasumibles para el PSOE. La propia presidenta de la comunidad acusó a los naranjas de llevar "varios meses utilizando a Navarra como ariete contra Sánchez para que no haya un Gobierno en España", informa EFE.

Foto: El líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, momentos antes de comparecer en el último pleno del Congreso. (EFE)

Una combinación todavía imposible

Para la dirigencia socialista, el gesto de Rivera, pues, no tenía más sentido que pertrecharse mejor de cara a la casi segura repetición electoral, ya que las encuestas pronostican una caída de los naranjas. Y es que el líder de Cs "desgraciadamente para él, empieza a ser irrelevante pese a sus 57 diputados", y actúa solo para escribir su propio "relato", en palabras de un presidente autonómico. Rivera podría reivindicar en campaña que intentó que España saliera del bloqueo y Sánchez no quiso "rectificar". Para el PSOE, no hay nada que enmendar, puesto que "las condiciones que plantea" Cs "se cumplen" así que "no existen razones objetivas" para impedir la formación de gobierno, reiteraba el comunicado vespertino de Ferraz, que incidía en los argumentos vertidos durante todo el día por el partido y por el Gobierno, especialmente en lo relativo a la defensa de la Constitución en Cataluña y en Navarra y al compromiso de aplicación de un eventual nuevo 155 si los soberanistas se saltan de nuevo la ley.

"Es una maniobra electoral ante lo que le espera en las urnas. Los gestos a la desesperada tan groseros no asustan a nadie", dice un miembro de la cúpula

"Sánchez no puede pretender engañar a los españoles negando la realidad: en Navarra hay un Gobierno del PSOE con los nacionalistas, en Cataluña hay un nuevo desafío separatista que llama a la desobediencia, destacados dirigentes del PSOE defienden indultar a quienes dieron un golpe a la democracia y, finalmente, el programa de gobierno del PSOE recoge disparar el gasto y subir impuestos a las familias y a los autónomos", respondió por su parte Cs en su comunicado posterior a la reunión con Casado. Aún cabría una cabriola, también muy improbable: una abstención de los nuevos partidos, de naranjas y morados, también aseguraría los votos al jefe del PSOE. Sin embargo, la opción abrazada por Cs a ultimísima hora abre perspectivas distintas para Sánchez tras el 10-N, ya que esa postura inflexible de Rivera, su no rotundo, se ha derribado.

Rivera plantea al PP la abstención conjunta a la investidura con condiciones

La nota de la cúpula socialista confirmaba, por otro lado, que no habría más contraofertas por parte del PSOE. Ni a izquierda ni a derecha. Sánchez busca un Ejecutivo "progresista", fundamentado en el programa de 370 medidas que extendió a Unidas Podemos, y que "no dependa de las fuerzas independentistas catalanas". O sea, que el presidente sigue persiguiendo una fórmula a día de hoy imposible: el sí de los morados a un acuerdo programático y la abstención de PP y Cs. La puerta a la coalición, el formato por el que sigue empujando Pablo Iglesias, continúa cerrada a cal y canto. Igual que no se entregará la pieza de Navarra para contentar a las derechas. El bloqueo parece, así, imposible de deshacer.

Foto: El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, de camino al despacho de Pablo Casado en el Congreso. (EFE)

¿Más maniobras?

En las últimas horas que restan hasta que Sánchez pase por la Zarzuela cabrían más movimientos inesperados. En especial del jefe de Podemos. Pero, a falta de esa maniobra con la que pocos cuentan, el camino sigue asfaltado hacia unas nuevas elecciones. Miembros de la ejecutiva razonaban que el presidente persigue, en primer término, no depender ni de ERC ni de JxCAT. "El 28-A nos faltó un voto", reflexionaba un cuadro de la dirección. Los 123 diputados del PSOE, junto con los 42 de UP, los dos que aportan Compromís y el Partido Regionalista de Cantabria y los seis del PNV, alcanzan los 173 escaños, que serían 175 con los dos asientos de Coalición Canaria, formación que no pretende investir a Sánchez, pero sí se abre a colaborar posteriormente con el Ejecutivo. A uno, por tanto, de la mayoría absoluta.

Sánchez persigue amarrar tanto el Gobierno como la gobernabilidad, señalan en su entorno, y su objetivo es no depender de los independentistas

Para Sánchez, indicaban en su círculo, es fundamental amarrar el Gobierno y la gobernabilidad. Es decir, no es suficiente con superar la investidura, sino procurar "estabilidad" al país en los próximos cuatro años, garantizando la aprobación de los siguientes Presupuestos. De ahí que el principal reclamo de campaña que use el PSOE sea ese, la "estabilidad", ese "yo o el caos" que también empleó Mariano Rajoy en la repetición de los comicios de 2016, y que le funcionó. Un exdiputado veterano recordaba este lunes que Sánchez no quiere sufrir el mismo 'abandono' de sus socios que padeció el exjefe del Gobierno a partir de 2018, cuando comenzó a perder votaciones parlamentarias, hasta finalmente ser expulsado de la Moncloa por la moción de censura. Es cierto que los sondeos no pintan por ahora un panorama muy diferente al del actual hemiciclo, si bien en el PSOE creen que el mapa y el ambiente forzosamente cambiarán porque no puede haber unas terceras generales y la actitud de todos los actores cambiará.

Reunión Casado-Rivera en el Congreso por una investidura condicionada

El largo serial que arrancó con el 28-A concluirá en la tarde de este martes. Unas horas aún por delante para que se sucedan golpes de efecto y movimientos imprevistos. Distinto es que sirvan para evitar unas elecciones que no gustan y que temen muchos dirigentes en el PSOE pero que parecen, a estas alturas, irrefrenables. Sánchez será el último en despachar con el Rey, el protagonista de la última escena, quien podrá ir o no a una investidura. Pero él rechaza chocar contra el muro del Congreso, acudir a un debate sin apoyos. El acto acaba, el telón, por ahora, se echa.

Elecciones. Ferraz y la Moncloa no se sitúan más que en ese escenario cuando ya quedan apenas unas horas para que un comunicado del Rey notifique el desenlace de una legislatura agónica y consumida por el bloqueo. El último movimiento de Albert Rivera, el que nadie se esperaba, el que llegó casi en el último minuto, no significaba cambios reales en un escenario turbio y encallado desde hace meses. Así lo leía el PSOE, que interpretaba que la oferta de abstención conjunta con el PP, bajo el cumplimiento de tres condiciones, no era más que una "maniobra electoral", para intentar mejorar su posición de salida de cara a una contienda que, según las encuestas, se prevé complicada para los naranjas. El golpe de efecto sacudía el tablero tras escuchar meses a Rivera instalado en el no a Pedro Sánchez.

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