La lucha por poseer el rascacielos más alto del planeta es un asunto 100% asiático: el Burj Khalifa de Dubái, construido en 2010 y que se eleva hasta los 828 metros, encabeza actualmente el ranking.
Le siguen la Shanghai Tower (Shanghái), con 623 metros (2015), y las Torres Abraj Al Bait (Arabia Saudita), con 601 metros (2012).
No obstante, a esta competición entre economías asiáticas se le ha sumado ahora dos nuevos invitados: el Ping Ann Finance Center, en Shenzhen (China), y la torre Lotte World, de Seúl, que se encaraman al cuarto y quinto puesto de la clasificación.