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Una "promoción" de 48 horas para llegar a las costas españolas en balsa
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MARRUECOS HABLA DE "DISFUNCIÓN"

Una "promoción" de 48 horas para llegar a las costas españolas en balsa

“Hay una promoción de 48 horas”. El rumor de que habría ‘barra libre’ para intentar entrar en España empezó a circular el domingo en las calles de Tánger

Foto: Un grupo de hombres, tras ser rescatados en el Estrecho (AP)
Un grupo de hombres, tras ser rescatados en el Estrecho (AP)

“Hay una promoción de 48 horas”. El rumor de que habría ‘barra libre’ para intentar entrar en España empezó a circular el domingo entre las comunidades de inmigrantes en Tánger. Y contra todo pronóstico, se acabó haciendo realidad. La estampa en el barrio tangerino de Boukhalef, junto al aeropuerto, era fantasmagórica en la noche del martes: apartamentos vacíos, camas sin hacer, documentos olvidados, armarios con la ropa doblada y guardada... “Se notaba que cogió de sorpresa a todo el mundo. Nadie pensaba que algo así pudiese suceder”, relata a este diario desde Tánger la investigadora sobre migraciones Helena Maleno, del colectivo Caminando Fronteras. Durante dos días, ningún gendarme y ningún oficial de la Marina impidió a los inmigrantes subsaharianos tomar una balsa y hacerse a la mar para intentar alcanzar las costas españolas.

Aliyu, de Camerún, lo intentó a las tres de la tarde del martes, poco antes de que la Marina marroquí volviera a vigilar las costas como de costumbre. Normalmente, según cifras de las asociaciones, suelen interceptar el 70% de las pateras que lo intentan. “Un gendarme me dijo que hay que aligerar el número de inmigrantes subsaharianos porque somos muchos y que Marruecos va a comenzar a deportar a la gente después del proceso de regularización”, cuenta a El Confidencial. Reunió a 10 personas en una toy, una pequeña balsa hinchable, y se lanzaron al agua. Pero el mar estaba agitado y tuvieron que volver.

Marruecos calcula que en su territorio viven entre 25.000 y 30.000 extranjeros en situación irregular, muchos de ellos de origen subsahariano y sirio. En enero, Rabat abrió un proceso de regularización de inmigrantes que va a prolongarse a lo largo de todo el año pero cuyos requisitos son prácticamente imposibles de cumplir, según han denunciado las organizaciones de apoyo a los inmigrantes.

En los seis primeros meses del año sólo 3.000 personas han conseguido los papeles. Se ha anunciado la inminente regularización de otros 5.000, destinada sobre todo a mujeres y niños, los colectivos más vulnerables, pero después de que termine el año, inmigrantes como Aliyu, conscientes de la dificultad de obtener la tarjeta, temen ser deportados en vuelos a sus países de origen. Además, se enfrentan cada cierto tiempo a la animadversión de los vecinos en ciudades como Tánger, donde se han instalado más de 5.000 inmigrantes irregulares en los últimos años, según las asociaciones de apoyo a este colectivo.

“Muchos marroquíes del barrio de Boukhalef los quieren echar, pero ¿adónde?”, se pregunta Mustapha, colaborador del colectivo tangerino Alianza contra el racismo y la xenofobia. “La parte más conservadora de la sociedad marroquí dice que no se integran, pero es el Estado quien tiene que facilitar políticas de integración y no lo está haciendo. Es lo mismo que pasaba en España, en El Ejido, en los años 90, con los inmigrantes marroquíes”, subraya.

La única explicación que ha dado el Ministerio marroquí del Interior por la salida de más de un centenar de lanchas hinchables desde sus costas es que se produjo una “disfunción” que ya está siendo corregida, decía ayer el ministro Mohamed Hasad en rueda de prensa. Contactado por El Confidencial, el departamento no ha ofrecido más detalles sobre las razones de esa "disfunción".

Es una situación sin precedentes que llega justo cuando Marruecos ha estado celebrando su colaboración con España en el control de las fronteras, algo recurrente en los últimos meses. Desde abril, se está construyendo una valla antiinmigración con concertinas que discurre paralela a la valla de Melilla y ha movilizado a cientos de efectivos de las Fuerzas Auxiliares para impedir los saltos a la Ciudad Autónoma. La felicitación ha sido recíproca: en cada comunicado emitido por la Delegación del Gobierno en Melilla nunca falta la frase “gracias a la colaboración de las fuerzas marroquíes se ha conseguido impedir la entrada de X inmigrantes”.

Nunca se menciona, sin embargo, la violencia con la que se emplean las Fuerzas Auxiliares marroquíes con los inmigrantes subsaharianos que intentan el salto. El castigo, con palos y piedras, les deja sangrando y con fracturas en brazos y piernas antes de ser trasladados en autobuses a ciudades como Rabat y Casablanca, desde donde vuelven a subir a Tánger o a Nador para volver a intentarlo.

En los últimos meses, el gobierno marroquí venía señalando que los intentos de cruzar a España en balsas o pateras se han logrado reducir, en los últimos diez años, en un 95%. Pero en sólo dos días 1.300 personas se echaron al mar sin ser detenidas ni por la Gendarmería marroquí, en tierra, después de comprar las balsas de juguete e inflarlas, ni por la Marina, una vez en el agua. Es casi un tercio de los inmigrantes que han entrado ilegalmente a Europa desde la ruta del oeste del mediterráneo (la frontera Marruecos-España) en los seis primeros meses del año. Según cifras de Frontex, desde enero a junio de 2014, 3.331 inmigrantes han entrado de manera irregular en el continente a través de esta ruta, la mayoría de Mali, Camerún y Guinea.

“Hay una promoción de 48 horas”. El rumor de que habría ‘barra libre’ para intentar entrar en España empezó a circular el domingo entre las comunidades de inmigrantes en Tánger. Y contra todo pronóstico, se acabó haciendo realidad. La estampa en el barrio tangerino de Boukhalef, junto al aeropuerto, era fantasmagórica en la noche del martes: apartamentos vacíos, camas sin hacer, documentos olvidados, armarios con la ropa doblada y guardada... “Se notaba que cogió de sorpresa a todo el mundo. Nadie pensaba que algo así pudiese suceder”, relata a este diario desde Tánger la investigadora sobre migraciones Helena Maleno, del colectivo Caminando Fronteras. Durante dos días, ningún gendarme y ningún oficial de la Marina impidió a los inmigrantes subsaharianos tomar una balsa y hacerse a la mar para intentar alcanzar las costas españolas.

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