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La mano invisible de la que pende la tecnología mundial y que puede truncar los planes de China
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IMPRESCINDIBLES EN MUCHOS CHIPS

La mano invisible de la que pende la tecnología mundial y que puede truncar los planes de China

Hasta que saltó la crisis de los semiconductores, TSMC era un fantasma para el público general. Responsable de dar forma a muchos de estos chips, esta firma taiwanesa puede decantar la balanza tras alinearse con EEUU

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

Nunca, y cuando decimos nunca es nunca, se le había prestado tanta atención al chip que da vida a tu ordenador o a tu 'smartphone'. Ni cuando Apple presenta un nuevo procesador para sus iPhone o sus Mac que hace un sinfín de operaciones por segundo y los plumillas nos enredamos con vericuetos técnicos durante varios días se vuelve a revisitar tanto este asunto.

El que compra un móvil, al menos una mayoría silenciosa, lo hace con la certeza implícita que al motor de un móvil de 200 euros no se le puede pedir manzanas y que cuando cuesta 1.000 euros pues va pasado de revoluciones y potencia. Pero cuando uno no encuentra un ofertón para renovar su teléfono en 'Black Friday', se pega una y otra vez con el mensaje de 'No hay stock' de su ansiada PS5 o ve que las fábricas de coches tienen que parar las máquinas porque no tienen los componentes necesario se empieza a ver las cosas de otra manera.

Foto: Imagen actual de la planta industrial situada en Tres Cantos. (P.G)

Todo ello no son más que efectos secundarios de que la mayoría de chips salen del mismo rincón del mapa: el sudeste asiático. Y muchos de ellos, al menos los de última generación, salen de las mismas manos, las de los miles de empleados de TSCM. Tras estas cuatro siglas se esconde Taiwan Semiconductors, una compañía fundada en 1987. Es bastante probable que no hayas escuchado oír hablar de ellos y si lo ha hecho seguramente, a excepción de que esté familiarizado con los mentideros especializados, haya sido en las últimas semanas después de decenas de noticias sobre el cuello de botella que experimenta este mercado. ¿Por qué ahora se ha convertido en uno de los grandes protagonistas de esta crisis?

Casi todos les necesitan

Prácticamente nueve de cada diez chips de última generación del mercado salen de su cadena de producción. Sin embargo, no verá su marca impresa absolutamente por ningún lado. Es lo que se conoce como un 'pure fab'. Es gente que no diseña absolutamente nada. Solo trabajan, bajo contrato previo, dando forma a lo que conceptualizan e imaginan otros.

Son unos de los pocos que lo hacen. Y por eso tiene en cartera a AMD, Apple, Nvidia, Qualcomm, Mediatek así como HiSilicon y Huawei. Incluso Intel le ha hecho encargos, a pesar de tener su propia red de fábricas. El 90% de los ingresos que se producen cada año por 'pure fabs' si miramos los modelos más avanzados (entre 5 y 10 nanómetros) corresponden a esta compañía. Entre los 32 y 12 nm, maneja el 70% de los ingresos de este sector. También supone el porcentaje mayoritario en tecnologías maduras (a partir de 45 nm), aunque no domina con tanta soltura.

De los grandes actores se podría decir que solo Samsung se mantiene fuera de su órbita, ya que los surcoreanos, al igual que Intel, tienen la capacidad de diseñar y fabricar. Esta compañía también recibe encargos de terceros, aunque reserva una importa parte de su fuerza para su propio catálogo.

placeholder Fotos: Reuters.
Fotos: Reuters.

La razón de este desigual reparto de papeles -muchos diseñando y pocos fabricando- se justifica con la 'Ley de Moore', la que dice que cíclicamente se dobla el número de transistores que puede contener una oblea de silicio. Algo que conlleva un peaje: quien quiera mantenerse a la cabeza de carrera debe estar invirtiendo billetes constantemente. En ese sentido muchos han ido al modelo de 'fabless', mucho más económico.

La empresa más cortejada del momento

Eso ha producido una concentración de capacidad productiva que ha dejado a esta compañía como una suerte de hilo invisible del que pende gran parte de la producción tecnológica mundial, no solo para tecnologías como el 5G, el coche conectado o la telefonía móvil, sino también para fines militares. Por esta razón son varios los países que llevan tiempo 'cortejando' a TSCM. Estados Unidos, China e incluso la UE la miran con ojos de deseo. Ahora estos esfuerzos se han intensificado tras quedar al desnudo las carencias de una industria tan vital.

El Viejo Continente parece que se va a quedar descolgado, una vez más, en una batalla que más que una carrera empieza a parecer un pulso entre Washington y Pekín. Los norteamericanos, que tradicionalmente encabezaban la innovación del gremio a través de Intel principalmente, han ido perdiendo cuota de poder y ven este asunto como un 'match ball' para frenar el descabalgado avance de China en la tecnología.

Sin embargo, esta semana Estados Unidos ha conseguido apuntarse dos importantes tantos. El primero de ellos fue el ingreso de TSCM en una especie de lobby conocido como 'SIAC'. Este grupo recién constituido incluye a empresas de todas las partes de la cadena. Desde Google, Apple hasta NVIDIA, IBM, Qualcomm, Samsung, ASML y otras tantas hasta sumar 62.

placeholder Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

Lo que buscan, según su manifiesto, es "ayudar a impulsar la economía, la infraestructura crítica y la seguridad nacional de Estados Unidos mediante el avance de la fabricación y la investigación de semiconductores" en el país. Detrás de esta frase se incluye la intención de presionar a la Administración Biden y otras autoridades del país para realizar cuantiosas inversiones en esta industria, como pretende hacer el actual inquilino de la Casa Blanca.


Los nanómetros de la arquitectura de un procesador es una de las tres cosas que influye en su potencia, junto al número de núcleos y la velocidad de reloj a la que pueden correr.

Actualmente los chips de alta gama manejan una arquitectura de 5 nanómetros. En el horizonte aparecen los 2 nm, después del logro recientemente anunciado por IBM. Una noticia muy aplaudida que sin embargo tardará más de un lustro en ser una realidad general. Es más, las conversaciones entre las autoridades locales y el fabricante asiático parece que también han tratado la futura instalación de una planta para esta generación de chips en los próximos diez o quince años.

Malas noticias para la UE y para China

Esta noticia ha sido un jarro de agua fría para la Unión Europea, que quería ser capaz de atraer una instalación de este tipo hacia su territorio con el fin de recuperar soberanía productiva. Sin embargo, la posibilidad de que TSCM ponga un pie por estas latitudes parece hoy más improbable que hace dos días. Pero las informaciones de los últimos días no son buena noticia tampoco para China, que puede ver frustrados su planes de dominio tecnológico en el corto y medio plazo. No tanto la fábrica de Arizona, que también, sino por la constitución de 'SIAC'.

Esta agrupación podría permitir a Estados Unidos mantener e incluso aumentar su influencia sobre la cadena productiva de los semiconductores. Se trata de un negocio extremadamente diversificado. Se puede diseñar en California, la máquina para hacer la litografía extrema en Holanda, darle forma a las afueras de Taipei, rematarlo en Singapur y venderse a un fabricante de móviles en la China continental.

El régimen de Xi JinPing consciente de que esto era una lastre para sus intereses patrios y en su pulso con las grandes potencias mundiales puso en 2015 en marcha el plan 'Made in China 2025' que, entre otras cosas, incluía que siete de cada diez semiconductores que se utilizasen en el país debían ser de origen local. Algo que ya parecía complicado de cumplir y que ahora parece todavía más difícil.

placeholder Oficinas de SMIC en China. Foto: Efe.
Oficinas de SMIC en China. Foto: Efe.

La aproximación de TSCM a EEUU esto no quiere decir que la industria de aquel país, incluyendo la militar, no vaya a poder acceder a los materiales que necesita, sino que está más expuesta a que se le cierre el grifo. El mejor ejemplo es el caso de Huawei y el veto que se impulsó desde el gobierno de Trump. Rápidamente, empresas de todo el mundo, sin importar, su nacionalidad se replantearon sus relaciones con la firma de Shenzen y dejaron o redujeron los negocios que hacían con ella. ARM, responsable del 'patrón' que se utiliza para diseñar los procesadores de todos los móviles del mundo, anunció que aparcaba sus tratos.

Era británica, pero parte de su tecnología se había desarrollado en EEUU, lo que la prohibición podía afectarles. Con ASML, una compañía holandesa que comercializa las máquinas de tecnología de litografía ultravioleta extrema necesaria para crear chips de 5 nanómetros, también se vio en una situación similar cuando la diplomacia 'yanki' intercedió para que no licenciase sus productos a las empresas de la segunda potencia mundial.

Foto: Huawei cuenta con tres CEO rotatorios. En la imagen, Ken Hu, el directivo que ocupa el cargo ahora mismo.  (Imagen: Learte / EC Diseño)
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Michael Mcloughlin Mapa: María Zuil

El último derechazo de Washington a Pekín llegó en octubre. En ese momento se aprobó el veto a SMIC, el mayor productor chino. Esta empresa es la que ayudó, por ejemplo, a Huawei a desarrollar el Kirin 710. Parece un hito menor, pero si se tiene en cuenta que era el primer procesador diseñado, fabricado y testeado de forma local completamente se entiende la importancia.

Pues bien, EEUU alertó a sus empresas nacionales que los envíos que hacían a esta empresa corrían el riesgo de ser utilizados con "fines militares". Esto supuso un golpe en las cuentas de SMIC, que negó dichas acusaciones, aunque no tan duro como en otros casos, ya que se estableció un sistema que contemplaba licencias y excepciones para seguir trabajando con ellos. La razón que motivo esto no es otro que Qualcomm, por ejemplo, también trabaja con ellos. La enésima muestra de lo conectado que está todo y la importancia de estar bien colocado en todas las partes de una industria global en el más estricto de sus sentidos.

El caso del veto a Huawei o SMIC muestran el poder de veto global de EEUU

La joya patria

En este contexto TSMC y Taiwán siempre han sido objeto de las presiones de uno y otro bando. China considera que esa isla es parte legítima de su territorio y no reconoce su autoridad aunque tampoco se atreve a criticar abiertamente a la compañía, consciente de su vital importancia. De vez en cuando, incluso, se oyen ciertos tambores de guerra. Estados Unidos ha jugado esa baza en múltiples ocasiones, la del medio a un conflicto armado, y ha dejado caer en más de una ocasión la idea de que cada chip que salía del territorio taiwanés iba directamente a parar a los misiles del ejército de sus vecinos. La pregunta entonces es, ¿por qué no se rompe con Pekín? Porque no hay que olvidar que China es el mayor consumidor mundial y, por tanto, un cliente 'oro' para la industria local. El dinero manda en este caso.

placeholder Morris Chang, fundador de TSMC. Foto: Reuters.
Morris Chang, fundador de TSMC. Foto: Reuters.

No hay que olvidar que el auge de la demanda de estos componentes en 2020, debido al auge de tecnologías como el 5G y el aumento de compras de informática y electrónica del consumo durante el confinamiento, fue responsable en gran parte del aumento del 3% del PIB que experimentó la economía local. Los resultados de TSCM se dispararon también exponencialmente hasta marcar récord de ingresos y beneficios.

Fundada con este modelo de fabricar y no inventar, TSCM ha reforzado en los últimos cursos su papel como activo estratégico de bandera. Lo ha hecho el punto que, dada la sequía que experimenta el país, se ha priorizado los millones de litros de agua que utilizan estas fábricas que las que necesitan miles de agricultores de arroz para sus cultivos. El gobierno ha realizado enormes infraestructuras hídricas, como una tubería que cruza prácticamente todo el país, para abastecer las necesidades de este gremio desde las zonas con más volumen de lluvías. Logró adelantar, tecnológicamente hablando, a Intel en el salto a los 7 nanómetros, aunque el gigante estadounidense ya ha puesto un ambicioso plan en marcha para ponerse al día.

Nunca, y cuando decimos nunca es nunca, se le había prestado tanta atención al chip que da vida a tu ordenador o a tu 'smartphone'. Ni cuando Apple presenta un nuevo procesador para sus iPhone o sus Mac que hace un sinfín de operaciones por segundo y los plumillas nos enredamos con vericuetos técnicos durante varios días se vuelve a revisitar tanto este asunto.

El que compra un móvil, al menos una mayoría silenciosa, lo hace con la certeza implícita que al motor de un móvil de 200 euros no se le puede pedir manzanas y que cuando cuesta 1.000 euros pues va pasado de revoluciones y potencia. Pero cuando uno no encuentra un ofertón para renovar su teléfono en 'Black Friday', se pega una y otra vez con el mensaje de 'No hay stock' de su ansiada PS5 o ve que las fábricas de coches tienen que parar las máquinas porque no tienen los componentes necesario se empieza a ver las cosas de otra manera.

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