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La condena de los médicos residentes
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La condena de los médicos residentes

Los Médicos Internos Residentes (MIR) nunca han gozado de trato profesional. Siempre han sido y son los batas blancas que hacen los trabajos sucios, los que

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La condena de los médicos residentes

Los Médicos Internos Residentes (MIR) nunca han gozado de trato profesional. Siempre han sido y son los batas blancas que hacen los trabajos sucios, los que pasan más de 10 horas en los hospitales sin que se les reconozca. Y, por lo que se ve, su situación no va a cambiar. Según vienen constatando la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) y la Asociación Española de Médicos Internos Residentes (AEMIR), “no hay voluntad” de acabar con la discriminación que sufren los facultativos en formación con respecto al resto de sus compañeros de profesión.

Y en el origen de esta discriminación están los servicios autonómicos de salud y el propio Ministerio de Sanidad, cuyo liderazgo, tantas veces reclamado por los afectados, brilla por su ausencia. Todo lo más, declaraciones de buenas intenciones como las pronunciadas recientemente por Elena Salgado. Tanto CESM como AEMIR proponen que las 58 horas semanales de media que trabajan estos facultativos se vayan reduciendo paulatinamente hasta equipararse, a partir del 1 de agosto de 2008, a las 48 que hacen el resto de los médicos.

La reivindicación se basa en lo establecido al respecto en la directiva europea sobre tiempo de trabajo del personal médico. Tiempo que en España no se respeta, y más aún con la complicidad de los jefes de servicio que hacen la vista gorda. Al fin y al cabo, pensarán, siguen siendo estudiantes de la sagrada Medicina. Ni siquiera se tiene en cuenta el derecho del residente a un descanso semanal continuado de 36 horas y a un mínimo de 12 entre el fin de una jornada y el comienzo de la siguiente. Son jóvenes y el cuerpo, a esas edades, aguanta.

¿Protestas a la vista? No se descartan. La situación para la mayoría de los MIR se hace insostenible. Muchos de ellos, además, quieren investigar y no se les deja. Guardias y más guardias en la respuesta más habitual. Craso error. Los internos terminan hartos de las urgencias, de ir y venir con informes en las manos, de no tener a su lado a alguien con experiencia que les supervise y enseñe cuando las cosas se complican... Están cansados de no ser nadie, cuando llevan toda su vida estudiando para ser alguien. Los MIR españoles miran cada vez más al extranjero. Muchos son cerebros que se perderán para siempre. Mientras, aquí se quedan los listos. Eso es lo que tenemos, un país de listos.

Los Médicos Internos Residentes (MIR) nunca han gozado de trato profesional. Siempre han sido y son los batas blancas que hacen los trabajos sucios, los que pasan más de 10 horas en los hospitales sin que se les reconozca. Y, por lo que se ve, su situación no va a cambiar. Según vienen constatando la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) y la Asociación Española de Médicos Internos Residentes (AEMIR), “no hay voluntad” de acabar con la discriminación que sufren los facultativos en formación con respecto al resto de sus compañeros de profesión.