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Un laboratorio para garantizar la seguridad de los fármacos
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Un laboratorio para garantizar la seguridad de los fármacos

Aún queda mucho camino, pero la fuga de cerebros en España puede tener los días contados si continúan proliferando laboratorios y centros de investigación punteros, ya

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Un laboratorio para garantizar la seguridad de los fármacos

Aún queda mucho camino, pero la fuga de cerebros en España puede tener los días contados si continúan proliferando laboratorios y centros de investigación punteros, ya sean públicos o privados.

Detrás de las últimas apuestas, como el Centro de Investigaciones Cardiovasculares o el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, existen laboratorios con décadas de historia cuyo trabajo no ha dejado de evolucionar. Uno de ellos es el Centro de Investigación Básica de España o CIBE, que nació de la Compañía Española de Penicilita y Antibióticos y desde 1980 es propiedad de Merck Sharp & Dohme.

La materia prima del CIBE es la propia naturaleza: muestras de plantas, suelo y agua de diversas partes del mundo de las que se obtienen bacterias y hongos en las que se esconden nuevos antibióticos. El trabajo es arduo. De las miles de muestras que pueden llegar al año, "sólo 20 moléculas se clasifican como interesantes y otras, aunque no sean nuevas pueden ser 'redescubiertas' para propiedadas distintas", según explica Fernando Peláez, director del CIBE.

La labor fundamental del CIBE se enmarca en la primera de las tres fases de una investigación, "descubrir nuevos agentes antibacterianos y obtener fármacos en ensayos 'in vitro' (en tubos de ensayo, no 'in vivo') con capacidad de prevenir efectos adversos", apunta Peláez. Esto es, poder predecir los posibles efectos secundariosde los medicamentos, por su propia acción o por interactuación negativa con otra sustancia, antes de probarlos en animales o seres humanos.

En la actualidad, el centro recibe más de 3.500 compuestos provenientes de todos los laboratorios de MSD del mundo y sobre cada uno de los cuales se realizan cinco ensayos como media.

El CIBE implica un ahorro de costes porque, entre otras cosas, reduce el tiempo de investigación descartando con mayor celeridad las moléculas inservibles. Aún así, Peláez recordó que "éste es un negocio de alto riesgo", cada fármaco implica una inversión de unos 800 millones de euros y 15 años de estudio. Además, "sólo tres de cada 10 productos funcionan en el mercado".

El CIBE cuenta con tecnología puntera tras su remodelación en 2005. En el trabajan unas 70 personas de las que más de 50 son investigadores de diversos campos entre bioquímicos, microbiólogos, biólogos, farmacéuticos y veterinarios.

Aún queda mucho camino, pero la fuga de cerebros en España puede tener los días contados si continúan proliferando laboratorios y centros de investigación punteros, ya sean públicos o privados.