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Farmaindustria se lava las manos ante la inaccesibilidad a los medicamentos en el Tercer Mundo
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Farmaindustria se lava las manos ante la inaccesibilidad a los medicamentos en el Tercer Mundo

La industria farmacéutica cree que hay una campaña contra ella por la falta de acceso de los países subdesarrollados a los medicamentos. Sin embargo, la patronal

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Farmaindustria se lava las manos ante la inaccesibilidad a los medicamentos en el Tercer Mundo

La industria farmacéutica cree que hay una campaña contra ella por la falta de acceso de los países subdesarrollados a los medicamentos. Sin embargo, la patronal española no se siente responsable. El problema reside, según la industria, en la percepción pública que se tiene sobre los laboratorios innovadores.

Opiniones como que “las compañías sólo investigan medicamentos que les sean rentables económicamente”, que “hay que permitir que los países del Tercer Mundo pasen por alto las patentes” o que “la industria farmacéutica no investiga ni desarrolla medicamentos, sólo compra las patentes a las universidades y a los investigadores, que son quienes llevan a cabo las investigaciones”, son algunas de las creencias que imperan en la opinión pública y que el V Seminario de Industria Farmacéutica y Medios de Comunicación se ha encargado de desmentir una vez más.

Sin embargo, el debate existe y los argumentos de la industria no convencen a ONG’s ni demás asociaciones internacionales para quienes lo primordial son las cifras: 40 millones de infectados por VIH en el mundo, un millón de muertes al año por malaria (el 90% en África subsahariana), dos billones de infectados al año de tuberculosis, 500.000 muertes al año por enfermedades tropicales y tres millones de muertes infantiles al año.

Farmaindustria insiste en conservar los derechos que otorgan las patentes, las cuales –puntualizan- no impiden en absoluto la adquisición de medicamentos básicos por parte de los países en vías de desarrollo. Si no existiera la protección industrial de sus productos, no se vería reconocido económicamente el esfuerzo de la investigación previa a la obtención de la nueva molécula y repercutiría negativamente en investigaciones futuras al disponer de menos financiación. Por tanto, la producción de nuevos fármacos se vería drásticamente mermada y en consecuencia la calidad de vida de los pacientes. En definitiva, los laboratorios vienen a concluir que las patentes son fuente de salud... a largo plazo.

La patronal española de las farmacéuticas señala directamente a los medios de comunicación y a las webs de diversas ONG’s como los culpables de sembrar la bicha de que la propiedad industrial impide o limita el acceso a los medicamentos y de potenciar las corrientes contrarias a la industria farmacéutica, que centra en la defensa de las patentes su prioridad más absoluta. El director general de Farmaindustria, Humberto Arnés, defendió la importancia del periodo de protección de la propiedad de la marca. “Teniendo en cuenta que el coste de investigación se ha visto incrementado enormemente, cada vez resulta más complicado sacar un medicamento al mercado. Las inversiones se resienten y obligan a reajustar el presupuesto y demorar los proyectos”.

La importancia de las patentes radica en su durabilidad y en el beneficio que reporta durante los 20 años de su vigencia. Tras el periodo de investigación y el desarrollo preclínico y galénico se obtiene la autorización que permite la comercialización del nuevo medicamento bajo una marca. Esa marca estará protegida durante los 20 años que dura la patente de tal forma que sólo ella pueda comercializar ese medicamento innovador. Una vez vencido el periodo de protección es cuando entran en juego los genéricos, medicamentos sin marca que contienen el mismo principio activo y son comercializados por otros laboratorios.

Ataque a la prescripción por principio activo

En este sentido, Farmaindustria no se posiciona en contra de los genéricos, siempre y cuando se respete la patente: “Sin patentes que protejan las investigaciones las compañías no podrían hacer frente a los gastos”. Además, puntualiza que no todos los medicamentos que contengan el mismo principio activo son intercambiables para el tratamiento de una misma patología (de ahí el debate en torno a la prescripción por principio activo) y desmitifica la creencia de que los genéricos son siempre más baratos que las marcas.

Los intereses económicos que hay detrás de las marcas son obvios, ahora bien, ¿son los medicamentos genéricos hermanitas de la caridad o tienen sus propios intereses? Como empresas que son, los laboratorios, busca su propio beneficio. En palabras de Icíar Sanz de Madrid, directora del Departamento Internacional de Farmaindustria, “una vez que expira la patente, los genéricos se forran”. Pero independientemente de que se forren o no, los genéricos son vistos como ‘salvadores’ de las enfermedades olvidadas en los países más desfavorecidos con problemas de salud pública. Si los genéricos son más baratos, la accesibilidad a este tipo de medicamentos sería –según muchas organizaciones humanitarias- mucho mayor con respecto a las marcas.

Genéricos para curar el mundo

Intermón Oxfam y la Organización Mundial de la Salud (OMS) apuestan por la producción local de genéricos. Según Verónica Hernández, responsable de la campaña de Servicios Sociales Públicos de Intermón, ésta es la manera de que los países tercermundistas no dependan en materia de salud de los más desarrollados. “Con la producción local de medicamentos se conseguiría desarrollar una industria a partir de la transferencia de tecnología”, asegura. Aún así el progreso de la industria local es casi nulo, existiendo apenas una fábrica en algunos de los pocos países ‘privilegiados’. El problema, afirma Hernández, viene dado por el precio que impone la cadena de distribución. “Lo que se produce aquí, se encarece al llegar allí. Las farmacéuticas no facilitan los medicamentos a precios escalados y asumibles por los países pobres, acordes con su poder adquisitivo”.

Sin embargo, y a pesar de reconocer el papel de los genéricos en la accesibilidad a los fármacos, la industria advierte de los problemas que generan. Icíar Sanz de Madrid insiste en que pueden entrañar riesgos por falta de calidad y seguridad y no favorecen necesariamente la llegada de medicamentos a sus pacientes puesto que en muchas ocasiones la producción se desvía a otros mercados. Pero ¿cuánto de verdad hay en esto?

Según Intermón Oxfam está prohibido por la ley exportar a Europa para fomentar la exportación entre países en desarrollo. De esta forma, países como India (mayor productor de genéricos) avanzaría en su propio crecimiento suministrando al mismo tiempo medicamentos a las poblaciones más necesitadas. De hecho, alrededor de la mitad de los medicamentos que se utilizan para el tratamiento del SIDA en los países en desarrollo provienen de India, cuyo volumen de negocio actual es de 12.1 billones de dólares. Su mercado ha servido para comenzar a abastecer las necesidades de genéricos en su país (que supone casi 8 billones de $), pero también para la exportación a otros países en desarrollo que dependen de él para proveerse de los medicamentos necesarios para poder llevar a cabo programas nacionales de tratamiento de enfermedades.

La industria farmacéutica cree que hay una campaña contra ella por la falta de acceso de los países subdesarrollados a los medicamentos. Sin embargo, la patronal española no se siente responsable. El problema reside, según la industria, en la percepción pública que se tiene sobre los laboratorios innovadores.