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La manera más directa de conseguir que alguien engorde
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SE COMBATE LA OBESIDAD DE UNA MANERA ERRÓNEA

La manera más directa de conseguir que alguien engorde

Si atendemos al sentido común (claro que: ¿qué es el sentido común?) parece obvio que insultar a alguien que está gordo no va a ayudarle demasiado.

Foto: Uno de cada tres americanos sufre de obesidad. (Corbis)
Uno de cada tres americanos sufre de obesidad. (Corbis)

Si atendemos al sentido común (claro que: ¿qué es el sentido común?) parece obvio que insultar a alguien que está gordo no va a ayudarle demasiado. No obstante, ha sido necesaria la elaboración de un estudio que lo corrobore, pues había quien creía que ofender a alguien obeso en relación a su condición física podía motivarle para perder algunos kilos.

En varias ocasiones se ha señalado que de estas actitudes pueden derivarse problemas psicológicos, como depresiones severas, pero un estudio reciente ha concluido que, además, insultar a las personas con sobrepeso no hace sino contribuir a que engorden aún más.

En un artículo publicado el 24 de julio en el diario PLOS One los investigadores explicaban que “en lugar de motivar a los individuos para perder peso, la discriminación por estas causas aumenta los riesgos de obesidad”. Es comprensible, por ejemplo, quelos improperios contra el físico de alguien le acobarden a la hora de ir al gimnasio o de practicar cualquier tipo de actividad física. Cuanto más se le ha criticado a uno por la gordura, más consciente es de ella y más acomplejado se siente. En consecuencia, ponerse ropa gimnástica y arriesgarse a exponerse torpe o con movimientos lentos supone un obstáculo difícil de sortear. Pero además, tal y como afirman los científicos, esta discriminación impulsa también a “copiar comportamientos tales como los desarreglos alimenticios”.

Los detalles de la investigación

Las burlas y los estigmas están asociadas a una mayor frecuencia de atracones

El estudio ha tenido lugar en la facultad de medicina de la Florida State University y parte de la observación de 6.157 personas recogidas en el ‘Health and Retirement Study’ en 2006 y 2010. Se analizaron los casos de personas que ya eran obesas y los de otras que se habían enfrentado a la discriminación por razones de sobrepeso.

Aquellos que habían experimentado una discriminación debido a su aspecto físico tenían dos con cincoprobabilidades más de ser obesos, y aquellos que ya eran obesos en 2006 tenían tresprobabilidades más de seguir siéndolo en 2010, tal y como señala la investigación.

Además, los científicos señalan que otras formas de discriminación (de raza o género, por ejemplo) no tenían relación alguna con el aumento de peso en ese periodo de cuatro años. Es decir, no es la ansiedad o la angustia por los insultos como tales, como improperios hacia nuestra persona, lo que nos hace comer más, sino el contenido propio de esos insultos, la crítica directa a la obesidad que padecemos.

Se clasificó a los participantes como obesos o no obesos al comienzo del estudio, basándose en su índice de masa corporal. De los 4.193 que no eran obesos en 2006, 357 se convirtieron en personas con sobrepeso en los años siguientes. La discriminación, por su parte, se medía clasificando las experiencias diarias y relacionándolas con las características personales de cada individuo, como el peso, el género, la edad o las discapacidades.

La American Medical Association reconoció oficialmente la obesidad como una enfermedad a mediados de junio de este año

“Hay fuertes evidencias que demuestran que interiorizar los estereotipos basados en el peso, así como las burlas y los estigmas, estáasociadocon una mayor frecuencia de atracones”, han descrito los investigadores, quienes tampoco descartan que en todo esto influyan factores psicológicos, como el estrés y la ansiedad que produce la discriminación.

No es raro que estas investigaciones hayan surgido en EEUU, donde la obesidad es un mal frecuentísimo entre sus habitantes, fruto de la comida basura y del sedentarismo, entre otros factores. No en vano la AMA (American Medical Association) reconoció oficialmente la obesidad como una enfermedad a mediados de junio de este año. Como declaró el doctor Patrice Harris, miembro del comité de la asociación, “reconocer la obesidad como una enfermedad ayudará a cambiar el modo en que la comunidad médica aborda este complejo asunto que afecta aproximadamente a uno de cada tres americanos”.

Con semejante estadística, efectivamente, toda precaución es poca.

Si atendemos al sentido común (claro que: ¿qué es el sentido común?) parece obvio que insultar a alguien que está gordo no va a ayudarle demasiado. No obstante, ha sido necesaria la elaboración de un estudio que lo corrobore, pues había quien creía que ofender a alguien obeso en relación a su condición física podía motivarle para perder algunos kilos.

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