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Dentro de la clínica de los Alpes donde los ricos buscan la eternidad
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"10 días aquí te rejuvenecen 10 años"

Dentro de la clínica de los Alpes donde los ricos buscan la eternidad

Natalie Imbruglia o Sarah Ferguson son algunas de las 'celebrities' que han visitado el centro médico europeo que dice guardar la fuente de la eterna juventud

Foto: Entró en la clínica con 52 años y ahora parece que tenga 30. (iStock)
Entró en la clínica con 52 años y ahora parece que tenga 30. (iStock)

Heródoto, el insigne historiador, ubicaba la fuente de la eterna juventud en Etiopía, donde sus habitantes llegaban a vivir más de 120 años gracias a beber y bañarse en unas aguas mágicas. También san Juan establece esta suerte de antídoto a la senectud en el estanque de Betasda, donde Jesús, según cuenta en su evangelio, obró el milagro de curar a un hombre lisiado. Y más tarde, ya en el medievo, el propio Alejandro Magno buscó el “agua de la vida” en Oriente Medio. Pocos sabían entonces que la fuente de la eterna juventud no se encontraba en un oasis rodeado de palmeras, bajo el sol abrasador del desierto, sino en los Alpes austriacos, en un exclusivo balneario donde los ricos juegan a ser Dorian Grey. Así cuenta Jan Moir en 'The Daily Mail' su visita de una semana a Vivamayr Clinic, en una historia con grandes dosis de colágeno y pocas o ninguna caloría.

“Cuando llegué a Salzsburgo, hace ya algunos días, era solo otra feliz pasajera con la intención de pasar una relajante semana en Vivamayr, a orillas del Lago Altaussee. Ahora soy una mujer con deficiencia de zinc y magnesio, el intestino irritado y un bajo nivel alcalino en la sangre. También he sido diagnosticada de intolerancia a la lactosa, los tomates, los huevos, y un millón de cosas más, incluyendo la soja”, explicaba nada más comenzar su aventura, cuando el guapo director médico del centro, el doctor Fegerl, la examinó, para luego recetarle al menos media docena de medicamentos.

Reloj no marques las horas

Tras un diagnóstico tan tremendo, el objetivo del tratamiento de Jan era eliminar toxinas, es decir, comer poco, sudar mucho y visitar el baño tanto como fuera posible, algo esencial en Mayr Clinic. “Estoy aquí para convertirme en una versión más joven de mi misma”, admite la periodista. Los médicos de la clínica, con Fegerl a la cabeza, creen que un tratamiento de diez días en el centro puede alargar la vida diez años y si adoptamos sus principios como una pauta diaria, viviremos al menos veinte. Todo ello de acuerdo a la doctrina del físico austríaco F. X Mayr, quien hace un siglo desarrolló la teoría de que los seres humanos enfermamos porque almacenamos toxinas en nuestros intestinos y desarrolló una cura basada en la combinación de ayuno, sudor y sueño reparador; además de un ejercicio imprescindible que se enseña en el centro: el arte de masticar.

'El balneario de Battle Creek', (1994, Alan Parker)

¿Y para qué? Cómo bien cuenta la periodista durante el día se ingieren muy pocas calorías: “Para desayunar tomamos una porción pequeñísima de gachas de cereales con leche y para almorzar nos dan un bol pequeño de sopa de vegetales y tal vez remolacha o albahaca, seguido de un dedal de mousse de calabaza”, cuenta. Sin embargo, no pasó hambre, y tal vez se debiera, como conjetura, a que no hizo otra cosa durante el día que beber. Eso e ir al baño.

La terapia nasal, la irrigación de colon o los tratamientos de colágeno son el pan de cada día de este plan de desintoxicación extremo

Durante la cena, sobre las seis de la tarde, recibían sus cursos de cómo masticar, y lo hacían mascando al menos 40 veces unas barritas de pan de espelta de una textura extraña y gomosa. “Piensa que si masticamos de esta forma, nunca necesitaremos hacernos arreglillos en la cara”, le dijo una atractiva divorciada sueca de 52 años mientras movía sus carrillos igual que un conejo. Pero todavía habría de superar mayores pruebas. Por suerte, como dice, las torturas experimentadas en el centro creaban un sentido de camaradería entre los pacientes.

Para presumir hay que sufrir, ¿pero tanto?

“Vivamayr le dio a mi metabolismo el susto de su vida”, explica, recordando el suplemento anti-alcalino que debía beber dos veces al día, las sales eméticas que consumía nada más levantarse, los sorbos de agua caliente, la terapia nasal o la irrigación de colon; a lo que hay que añadir un tratamiento con colágeno para rejuvenecer el rostro que, según la esteticien, “te quita cinco años de encima”. Y todo ello, como confiesa, es “horrible” al principio, pero al tiempo empiezas a sentir que tienes 20 años menos. De hecho, según recientes informes de la Oficina Nacional de Estadística de Reino Unido, los ricos viven más años que los pobres, nueve años para ser más exactos, e incluso hasta 20 si se tienen en cuenta solo a las personas de mayor edad. Tal vez la respuesta esté en centros como este, donde uno, al parecer, puede incluso cambiar de vida: “Caminaba ocho kilómetros hasta el lago o montaba en trineo; y en las noches abría la ventana de la habitación para que el aire puro alpino entrase como un humo invisible. Un tónico”.

Hacerle un pulso a la vejez se ha convertido en un negocio rentable, que solo en un país como Reino Unido moverá hasta 279 millones de euros en 2018

Sus compañeros de condena voluntaria eran esposas “trofeo”, ministros, altos ejecutivos, oligarcas rusos o celebridades como Natalie Imbruglia o Sarah Ferguson. Este es el secreto que ninguno de ellos cuenta, la fuente de la eterna juventud en la que lavan sus patas de gallo hasta que se encogen. Un tratamiento de desintoxicación extremo.

El negocio de la juventud

El antienvejecimiento se ha convertido en la gallina de los huevos de oro de la salud y el bienestar. Solo en Reino Unido se calcula que este mercado pasará de 194 millones de euros este año a 279 millones en 2018. ¿El motivo? La gente quiere vivir más y mejor, y ganarle el pulso a las arrugas, e incluso a la muerte.

Sin embargo, en los alpes austriacos, un paraje que recuerda en algunos momentos al sanatorio de 'La Montaña Mágica', de Thomas Mann, un grupo de millonarios con el estómago vacío y los cajones llenos de medicinas se realizan irrigaciones de colon y asisten a clases de masticación con el único objetivo de hacer retroceder las manecillas del reloj.

Heródoto, el insigne historiador, ubicaba la fuente de la eterna juventud en Etiopía, donde sus habitantes llegaban a vivir más de 120 años gracias a beber y bañarse en unas aguas mágicas. También san Juan establece esta suerte de antídoto a la senectud en el estanque de Betasda, donde Jesús, según cuenta en su evangelio, obró el milagro de curar a un hombre lisiado. Y más tarde, ya en el medievo, el propio Alejandro Magno buscó el “agua de la vida” en Oriente Medio. Pocos sabían entonces que la fuente de la eterna juventud no se encontraba en un oasis rodeado de palmeras, bajo el sol abrasador del desierto, sino en los Alpes austriacos, en un exclusivo balneario donde los ricos juegan a ser Dorian Grey. Así cuenta Jan Moir en 'The Daily Mail' su visita de una semana a Vivamayr Clinic, en una historia con grandes dosis de colágeno y pocas o ninguna caloría.

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