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Cómo actuar cuando los demás hacen lo que no deben con su móvil
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La importancia de los Anticuerpos sociales

Cómo actuar cuando los demás hacen lo que no deben con su móvil

Permanecer en silencio ante los malos hábitos relacionados con la tecnología está provocando que las cosas empeoren para todos nosotros. Haz algo

Foto: Gracias a las fotos subidas a Instagram, al menos os estáis enterando de lo que estáis comiendo. (iStock)
Gracias a las fotos subidas a Instagram, al menos os estáis enterando de lo que estáis comiendo. (iStock)

En cualquier viaje de corta, media o larga distancia no eres capaz de conciliar el sueño o concentrarte en tu lectura porque te rodea un vagón completo de irritantes sonidos familiares como la salida o llegada de un mensaje de WhatsApp, una nueva notificación a un perfil de Facebook, el tecleo de letras sobre los teclados tactiles no insonorizados o una ronda ganada en el archiconocido juego Candy Crush.

Y cómo no, estamos acostumbrados a verlo: un grupo de amigos se reúne para pasar un rato… con sus teléfonos móviles. Incluso se dan casos en los que están manteniendo conversaciones paralelas entre las personas físicamente presentes. Por no hablar de los desvíos constantes de las miradas de tus compañeros de trabajo hacia las pantallas de sus 'smartphones' en medio de ponencias y reuniones de empresa. ¿Tan importante es lo que acaban de recibir o es que realmente no les interesa absolutamente nada lo que se está hablando en la sala?

Nos dejamos guiar por el 'ver, oír y callar' y son pocas las personas que se atreven a pedirle a esa maleducada persona que, por favor, baje el volumen

Prácticamente en la última década, los teléfonos móviles se han apoderado de nuestras costumbres cotidianas invadiendo nuestra vida personal y profesional sin dejarnos ni una pequeña tregua para adaptarnos a la nueva era que, básicamente, se traduce en que importa más lo que salga en una pantalla portátil que lo que tengamos delante de nuestros ojos. La realidad es que nos dejamos guiar por el 'ver, oír y callar' y son pocas las personas que se atreven a pedirle a esa maleducada persona que, por favor, baje el volumen de ese estruendoso concierto de Pitbull que nos vemos obligados a escuchar porque así lo ha decidido él.

Está claro que ha llegado la hora de comenzar a establecer límites y no resignarnos a ignorar este incívico fenómeno. ¿Pero, cómo?

“La idea no es repudiar la tecnología por completo sino animar a la gente a percibir su influencia y que tengan en cuenta que el poder que ejerce sobre ellos se está convirtiendo en un problema. La tecnología debe servirnos, no estar nosotros a su servicio”, sentencia el experto en psicología del consumo Nir Eyal en 'Psychology Today'.

Consecuencias físicas y mentales

Quizás hayas escuchado hablar de leves problemas mentales derivados del uso del teléfono móvil. Enfermedades como el síndrome de la llamada perdida, la nomofobia –angustia generada por no tener nuestro dispositivo a mano que en algunos casos deriva en ataques de ansiedad– o la cibercondria –cuando nos obsesionamos con buscar enfermedades en internet y nos convencemos de padecerlas produciéndose el 'efecto nocebo', justo el opuesto al conocido efecto placebo–, están a la orden del día en las consultas médicas.

Pero no sólo nos afecta a nivel mental, la utilización permanente de los móviles afecta a nuestra salud física. Desde daños en la vista por la exposición permanente a pantallas digitales, pasando por posibles contracturas en brazos y muñecas por malas posturas o la aparición temprana de arrugas en el cuello consecuencia de agacharlo constantemente, hasta padecer una neuralgia occipital: dolencia que se traducen en inflamación y daños en los nervios occipitales –que van desde la parte superior de la médula espinal hasta el cuero cabelludo–, comúnmente confundida con dolores de cabeza o migrañas y que, de no corregir la postura y paliar los efectos, puede incluso conducir a malformaciones en cuello o espalda.

Enfermedades como el síndrome de la llamada perdida, la nomofobia o la cibercondria están a la orden del día en las consultas médicas

“Aunque claramente no está al nivel del tabaco, es importante que sepamos que nuestros dispositivos también están diseñados para mantenernos enganchados”, advierte el también autor de 'Hooked: How to Build Habit-Forming Products' (Portfolio Penguin). En su opinión, si somos capaces de entender la psicología que hay detrás de las tecnologías de última generación, podremos ponernos en su lugar y combatir sus efectos de una forma bastante más eficaz.

“Los fabricantes de las últimas tecnologías diseñan sus productos utilizando la misma psicología que la que se emplea para las adictivas máquinas tragaperras. “Las recompensas variables integradas en las aplicaciones móviles hacen que el tiempo pase rápidamente para el usuario derivando en que las personas se mantengan completamente ajenas a lo que realmente está sucediendo alrededor de ellos”, asegura el famoso inversor de Silicon Valley Paul Graham.

Inmunizados a lo irrespetuoso

Graham lleva cerca de 10 años observando que las sociedades tienden a desarrollar lo que él ha denominado 'anticuerpos sociales' como sistema de defensa ante los nuevos comportamientos nocivos instaurados. El experto compara lo que está ocurriendo con las nuevas tecnologías con cómo fumar se convirtió en un tabú social después de que cientos de generaciones normalizasen el hábito. “Las restricciones legales jugaron un importante papel, pero fue el cambio en la percepción de los fumadores lo que sentó las bases para que el público apoyase la prohibición de fumar. Del mismo modo, el convencimiento del uso indiscreto e inapropiado de las pantallas digitales puede ser el camino para que se desarrollen nuevas normas que hagan que resulte socialmente indeseable mirar nuestro teléfono en compañía de otros”, plantea.

Permanecer en silencio ante los malos hábitos relacionados con la tecnología está haciendo que las cosas empeoren para todos nosotros

El problema, señala Graham, es que “a menos que la velocidad a la que evolucionen nuestros anticuerpos sociales aumente a la par que el acelerado ritmo al que el progreso tecnológico genera nuevas adicciones, vamos a ser cada vez más incapaces de confiar en los estados para protegernos”. Entonces, ¿cómo podemos prevenir y acabar con los malos modales móviles?

Un truco sencillo para 'desactivarles'

Desde hace años se ha aceptado socialmente el uso inoportuno de tecnología como un signo propio de nuestra época. Una utilización indiscriminada del móvil y dispositivos portátiles similares es vista como 'normal' o 'necesaria', sin importar cuántas normas básicas de respeto mutuo nos estemos pasando por alto. “Permanecer en silencio ante los malos hábitos relacionados con la tecnología está haciendo que las cosas empeoren para todos nosotros”, opina también la profesora del Instituto de Tecnología de Massachusetts Sherry Turkle.

Los fabricantes de las últimas tecnologías diseñan sus productos utilizando la misma psicología que la que se emplea para las adictivas máquinas tragaperras

Eyal ha echado mano de diferentes estudios, opiniones de expertos en la materia y algo de sentido común para determinar qué podemos hacer para frenar este comportamiento maleducado y dañino en dos de los ámbito en los que más comúnmente nos rodea.

– En el trabajo: las mencionadas reuniones de trabajo en las que cada vez tenemos más aceptado que los asistentes miren recurrentemente sus móviles abstrayéndose por completo del tema que, en teoría, les incumbe. Un comportamiento tóxico que se traduce en que todos los presentes pierdan el tiempo a todos y que se puede zanjar de raíz instaurando las 'reuniones sin pantalla', recomienda el experto. “En base a mi experiencia en la realización cientos de talleres y debates declarados libres de dispositivos, estos resultan mucho más productivos. Podría decirse que es el equivalente a la administración de una vacuna contra la distracción”.

– Entre amigos: en este tipo de situaciones ser tan explícito no es demasiado útil. A diferencia de en un entorno corporativo, ninguno de los presentes es el jefe, por lo que nadie tiene el derecho intrínseco de hacer cumplir una norma que prohíba el uso de los dispositivos. Retirar los móviles de la mesa cuando empezamos a comer solía ser un comportamiento común, pero hoy aquella buena costumbre ha desaparecido casi por completo. “La mejor manera de conseguir que una persona determinada deje de hablar por teléfono se basa en una táctica más sutil”, señala Eyal, quien recomienda hacerle un amable comentario directo o aprovechar que está absorbido por el universo 3G para hacerle llegar un mensaje claro vía móvil de que el resto de sus amigos seguís allí.

En cualquier viaje de corta, media o larga distancia no eres capaz de conciliar el sueño o concentrarte en tu lectura porque te rodea un vagón completo de irritantes sonidos familiares como la salida o llegada de un mensaje de WhatsApp, una nueva notificación a un perfil de Facebook, el tecleo de letras sobre los teclados tactiles no insonorizados o una ronda ganada en el archiconocido juego Candy Crush.

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