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Los secretos de la Ciudad Perdida
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UNA GRAN EXPLORACIÓN

Los secretos de la Ciudad Perdida

En lo más profundo del Atlántico, se hallan varias torres de piedra de origen no volcánico donde viven millones de microbios de alto interés para la comunidad científica

Foto: Formación calcárea en la Ciudad Perdida de la expedición del buque "Okeanos Explorer". (Wikipedia)
Formación calcárea en la Ciudad Perdida de la expedición del buque "Okeanos Explorer". (Wikipedia)

El océano profundo es una frontera casi inexpugnable en la que la vida se abre paso en un territorio hostil. Justo en mitad del Océano Atlántico, sobre una montaña submarina elevada a más de 3.000 metros, se encuentra la denominada por los científicos como Lost City ("Ciudad Perdida"). Cientos de estalagmitas blancas sobresalen en medio de la oscuridad, como torres pétreas salidas de una película de ciencia ficción que expulsan fluidos alcalinos calientes llenos de gas de hidrógeno a las aguas de la dorsal oriental del Atlántico.

Aunque parezca una metrópoli abandonada, se trata de una rica reserva de vida microscópica. Su población, compuesta por miles de millones de agentes microbianos, se ha convertido en una fuente de fascinación para los científicos de medio mundo debido a su relevancia a la hora de desentrañar el misterio más importante de la historia de la humanidad: hallar pistas sobre los orígenes de la vida en la Tierra, según informa 'The Smithsonian Mag'.

Los organismos que habitan el subsuelo podrían permitir que la vida aflore en la superficie

"Queremos saber cómo viven allí", ha afirmado William Brazelton, codirector del equipo compuesto por 22 investigadores, microbiólogos, geólogos y oceanógrafos que viajaron a la Ciudad Perdida este septiembre por primera vez en años. Descubierta en el año 2000, se trata de un lugar desconocido y extraño, ya que posee una diferencia clave respecto al resto de los respiradores hidrotermales: su origen no es volcánico, los respiraderos se crean cuando el agua del mar choca contra las rocas del manto de la Tierra, creando gas y energía en un proceso denominado como serpentinización. El agua, rica en calcio, reacciona con el carbono para formar las icónicas chimeneas de carbonato.

Este es el medio en el que la vida microscópica de las chimeneas subsiste. El gas de hidrógeno que sale de ellas, junto con el metano, proporciona el sustento de energía para todos los microbios que allí realizan las funciones vitales. "Es lo más parecido a un almuerzo gratis", recalca Brazelton. Pero lo más enigmático es que a pesar de que la energía es abundante, no se sabe de dónde obtienen los microbios los nutrientes en este ecosistema de aguas profundas.

placeholder El suelo oceánico, un auténtico misterio. (iStock)
El suelo oceánico, un auténtico misterio. (iStock)

El grupo de científicos se ha adentrado a casi 800 metros de profundidad con un vehículo de control remoto al que llamaron Jason, el cual se encargará de recoger los sedimentos del lecho marino y pequeñas muestras de la Ciudad Perdida, en su mayoría, agua. Los investigadores tienen la hipótesis de que los microbios que viven dentro de la montaña sumergida introducen carbono y nutrientes en el ecosistema para que puedan vivir otros en la superficie de las chimeneas. El robot recogerá cerca de 30 litros de agua de mar todos los días. Parte del agua se congelará y almacenará para futuras investigaciones, mientras que otras serán analizadas 'in situ' para medir la composición química y las poblaciones de microbios y virus.

Vida más allá de la Tierra

"Esto nos llevaría a pensar de nuevo en la Tierra como un sistema altamente conectado", subraya Susan Lang, geoquímica de la Universidad de Carolina del Sur. "Incluso los organismos más extraños que viven en el subsuelo están permitiendo la vida en la superficie". Parece que todos los grandes enigmas relacionados con la existencia en el planeta están relacionados; no solo podría abrir la ventana a los orígenes de la existencia, sino también a una posible vida en otros planetas. Debido a que los ingredientes son relativamente simples (agua de mar y roca), y el medio ambiente no contiene oxígeno, los microbios dentro del Atlántico podrían ser una ventana a las formas de vida extraterrestres.

La Ciudad Perdida es un enclave peculiar, pero no el único. Hay que seguir buscando

Además, hay muchos científicos que creen un lugar así puede ser el definitivo en el que comenzó la vida en la Tierra. "Es un buen ecosistema para el desarrollo temprano de la vida", reconoce Lang. "Los poros pequeños en las paredes de la chimenea de la Ciudad Perdida, combinados con el agua de mar básica y una fuente de energía ilimitada en el gas de hidrógeno, podrían proporcionar las claves para la vida de forma espontánea".

Otros que no participaron en la expedición, como Jeffrey Marlow, microbiológo de la Universidad de Harvard, corroboran la postura de Lang. "La geoquímica y la geología en la Ciudad Perdida parecen unirse de tal forma que resuelvan el tan trillado misterio de qué fue antes, el huevo o la gallina, es decir, el misterio más profundo de la vida". Dicha cuestión se refiere al hecho por el cual una célula necesita energía para crear biomoléculas y, a su vez, se necesitan biomoléculas para crear energía. Marlow, sin embargo, cree plausible que el alto pH del agua que sale de las chimeneas podría generar condiciones más que favorables para el inicio de la vida. El gas de hidrógeno y otras moléculas que se mezclan en los poros pueden crear una protocélula.

Ciudad Perdida no puede ser el único sitio de tales características. "Creemos que lugares como este están bastante extendidos, pero no sabemos dónde se encuentran", asegura Lang. "En este momento, diríamos que Ciudad Perdida es un enclave singular, pero no es el único". Las estadísticas no dejan lugar a dudas: según el Servicio Nacional de Océanos de los Estados Unidos, menos del 20% del océano total ha sido mapeado o explorado por humanos.

El océano profundo es una frontera casi inexpugnable en la que la vida se abre paso en un territorio hostil. Justo en mitad del Océano Atlántico, sobre una montaña submarina elevada a más de 3.000 metros, se encuentra la denominada por los científicos como Lost City ("Ciudad Perdida"). Cientos de estalagmitas blancas sobresalen en medio de la oscuridad, como torres pétreas salidas de una película de ciencia ficción que expulsan fluidos alcalinos calientes llenos de gas de hidrógeno a las aguas de la dorsal oriental del Atlántico.

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