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El Tinder de mi abuelo
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La revista era lo más parecido al muro de FB

El Tinder de mi abuelo

'The Girlfriend and the Boyfriend' era la antecesora de esta red social de contactos en los años cincuenta. Supe de su existencia cuando inicié una investigación sobre mi abuelo

Foto: Jesús Aguayo Zaragoza, junto al anuncio de Dolores Tichkowski. (Montaje: EC)
Jesús Aguayo Zaragoza, junto al anuncio de Dolores Tichkowski. (Montaje: EC)

‘The Girlfriend and the Boyfriend’ fue una revista estadounidense de contactos de los años cincuenta, aunque su contenido recuerda a un muro de Facebook. Incluía un centenar de fotografías de jóvenes y una breve descripción de sus aficiones y lo que buscaban. No había que pagar nada por poner un anuncio ni para contactar con alguien. A diferencia de la red social, no tenía publicidad y en su junta editorial aparecían reputados intelectuales de la época, como Robert Hillyer (ganador del Pulitzer de poesía en 1934). Un cóctel extraño para el antecesor de Tinder. Igual de inusual fue la manera como me enteré de que existía la publicación: en una investigación del FBI sobre mi abuelo.

placeholder Una de las portadas de esta publicación en EEUU.
Una de las portadas de esta publicación en EEUU.

En 2014, empecé a investigar la historia de mi abuelo para hacer un libro. Murió a los 36 años y mi padre nunca hablaba de él, entre otras cosas porque tuvo al menos seis esposas y unos ocho hijos repartidos por México y Estados Unidos. Una de las leyendas que escuché es que en los cincuenta le había perseguido el FBI por comunista. La historia sonaba factible: al primer hijo que tuvo con Lidia, la esposa que tenía en Milwaukee, le nombró Panait en homenaje a un ignoto escritor rumano socialista, Panait Istrati. Una elección osada en pleno fervor macarthista. En abril de 2016, presenté una solicitud de información al FBI. Tenía muy pocas esperanzas de que encontraran algo, pero dos meses después tenía entre mis manos una investigación de ocho folios. No hay ninguna mención al comunismo ni a Panait Istrati (los agentes, de hecho, escribieron mal el nombre del niño y lo rebautizaron como Baniet). Solo se referían a una joven polaca llamada Dolores Tichkowski y a una pionera revista de contactos.

“Conocí por primera vez a Jesse Aguayo el 13 de enero de 1952. Antes me había escrito con él durante un mes, obtuve su nombre de una revista llamada 'The Girlfriend and the Boyfriend”, declaró Tichkowski a los agentes el 15 de marzo de 1952, cuando se presentó en la comisaría acompañada por su padre para presentar una denuncia. “La víctima, de 22 años, abandonó el hogar familiar tras una discusión sobre $600 que había robado a su padre y sobre sus planes de casarse con el sujeto”, expone la sinopsis de la investigación del FBI. El 'sujeto' es mi abuelo, que no se llamaba Jesse sino Jesús Aguayo Zaragoza.

Dolores trabajaba como cajera en un banco y un mes después de su primera cita, según la declaración de ambos, ella se presentó en casa de Jesús con el dinero que robó a su padre de la caja de seguridad que este tenía en la sucursal. Era una suma importante, unos 6.000 dólares en dinero de hoy. Jesús le propuso irse a Chicago en donde, presuntamente, se casarían. Ella no sabía que Jesús ya estaba casado; de hecho, estaba convencida de que su príncipe azul era un argentino de familia adinerada que estudiaba en la Universidad de Marquette. Tampoco sabía que el día que ella se peleó con su padre y se fue de casa, Jesús había llevado a Lidia y a sus tres hijos a la estación de autobús, pues se mudarían a vivir a México, donde él los alcanzaría más adelante.

placeholder Vea aquí los artículos y el contenido de algunos de los ejemplares de la revista.
Vea aquí los artículos y el contenido de algunos de los ejemplares de la revista.

“El 16 de febrero de 1952 nos registré en el Hotel Palmer de Chicago como el Sr. y la Sra. Jesse Aguayo y nos dieron la habitación 1602. Pernoctamos esa noche y mantuvimos relaciones sexuales”, relató Tichkowski a los agentes. El resumen del FBI resalta que en Chicago “vivieron como marido y mujer”. Luego, “El sujeto regresó a Milwaukee durante la semana visitando a la víctima los fines de semana. La víctima regresó a casa después de tres semanas”. La ley que trasgredió Jesús —y que ameritó la intervención del FBI— fue el Mann Act, que tipificaba como delito federal el cruzar una frontera estatal (como la que separa Illinois de Wisconsin) con una mujer con “intenciones inmorales”. La ley había sido promulgada en 1910 para combatir la prostitución. En la práctica, el concepto 'intenciones inmorales' daba a los investigadores herramientas para perseguir las relaciones interraciales o, durante el macarthismo, a subversivos comunistas.

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Foto de pasaporte de Jesús Aguayo Zaragoza.

No cabe duda de que durante buena parte de su vida el comportamiento de mi abuelo fue inmoral. En 1952, además de Lidia y de los tres hijos que vivían en Milwaukee, tenía otra esposa canadiense en la ciudad de México y en Guadalajara había dos hijos más de madres distintas (uno de ellos era mi padre). Jesús tenía 31 años y entre los 17 y los 23 había estado en un seminario. No se ordenó, obviamente no tenía madera de cura. “Tu abuelo decía: de casarse nadie se ha muerto”, me contó un día el único hermano que le sobrevive, Rafael, de 90 años, para explicar el comportamiento de Jesús. Mi abuelo llegó a casarse al menos seis veces y nunca se divorció. Las bodas se celebraban en ciudades diferentes de México y Estados Unidos, o no se celebraban. Con mi abuela no se casó, o no exactamente: disfrazó a un amigo de sacerdote, se colaron en un templo por la noche y celebraron una boda falsa. Mi abuela, según la leyenda familiar, lo descubrió cuando quiso inscribir a su hijo Sergio en el Registro Civil.

Envié el expediente del abuelo a dos especialistas en el Mann Act. Ambos coincidieron en que es una investigación “típica” de la época. “De haber sucedido en los años treinta, la fiscalía habría acusado a tu abuelo, pero a partir de 1933 el FBI dejó de perseguir casos en los que no había proxenetismo”, explica Jessica Pliley, catedrática de Historia del Texas State University. “Tu abuelo dijo que no sabía nada del robo de los $600 y ella no lo implicó. Si lo hubiera hecho, no habría sido un delito federal, sino del estado de Wisconsin”, aclara, por su parte, David Langum, de la Universidad de Sanford. Cuando la fiscalía comprobó que Jesús no era un proxeneta, cerró la investigación y le ofrecieron volver “voluntariamente” a México o ser deportado.

Mi abuelo se casó al menos seis veces y nunca se divorció. Las bodas se celebraban en ciudades diferentes de México y EEUU o no se celebraban

El anuncio

Empecé a comprar ejemplares de 'The Girlfriend and the Boyfriend' por internet en busca del perfil que puso mi abuelo —según denunció Tichkowski a los agentes—. Tras casi un año y más de una docena de ejemplares, lo encontré en el número de enero de 1952. Hay un atisbo de decencia en Jesús, quien se incriminó ante los agentes diciendo que él puso el anuncio; pero en la página 46 es Tichkowski quien mira a la cámara con una media sonrisa. Se la nota incómoda, quizás es porque no lleva las gafas que usa habitualmente. Es muy guapa, tiene el pelo corto, los pómulos pronunciados y exuda dulzura. En su ficha, dice que es de Cudahy, Wisconsin; 22 años; 5’6” (1.67); 140 lbs (63 kgs); cabello rubio; ojos azules. Luego describe lo que busca: “Algún día quiero tener cuatro hijos y viajar por todo el país. Doy clases de catequesis los domingos y me gusta; amo los desfiles y las hamburguesas con cebolla. Mi interés favorito es leer y hablar de libros. Colecciono libros, pero anhelo ser escritora”.

placeholder Anuncio de Tichkowski.
Anuncio de Tichkowski.

Tichkowski murió en 2007 (a los 77 años) pero pude encontrar a su sobrino Mike, que ignoraba por completo esta historia. Me explicó que la convivencia con Jesús le bastó a Dolores para aparcar sus deseos de tener hijos. Vivió con sus padres en Cudahy hasta que estos murieron y nunca se le conoció otro novio. No fue escritora, trabajó como profesora de primaria hasta su jubilación. Mike me dijo que cuando murió su tía, se quedó con una caja de recuerdos y fotos suyas. “Encontré una foto de ella, en su juventud, con un hombre misterioso de complexión oscura, pero nunca supe quién es. Probablemente sea tu abuelo”. Tichkowski empezó a rebuscar en su sótano aunque, de momento, la foto no ha aparecido.

Mi abuelo murió el 15 de noviembre de 1956, a los 36 años y tras atesorar un par de familias más. Su muerte fue igual de extraña que su vida: se estrelló contra un coche de policía en una carretera sueca. Murió en el acto, los cuatro agentes que viajaban en la patrulla salieron ilesos. Con Jesús, viajaba un misterioso estadounidense que murió antes de llegar al hospital. Parte de mi extensa familia cree que no fue un accidente sino que los asesinaron, dado que Jesús y el extraño pasajero trabajaban para la CIA y, presuntamente, participaban en una misión. Aunque descabellado, Jesús sí pertenecía al servicio de inteligencia mexicana (la Dirección Federal de Seguridad) al menos desde 1955. En febrero de 2017 presenté una solicitud de información a la CIA para saber si tenían un expediente de mi abuelo. Me “respondieron” que “la existencia o no existencia de dicho expediente está considerada, de momento, información clasificada”. Apelé la decisión, pero meses después mantuvieron la misma excusa.

La muerte de mi abuelo fue igual de extraña que su vida: se estrelló contra un coche de policía en una carretera sueca. Murió en el acto

Cuando terminé de escribir este artículo tenía pendiente hablar con los hijos de Lidia, la familia de Jesús de Milwaukee que sale en el expediente, para ponerles al corriente. La historia dio un giro final cuando vieron la dirección de la amante polaca de su padre. Ellos regresaron a Wisconsin en los sesenta, a Cudahy. Casualmente, durante algunos años vivieron en la casa frente a la que vivía Dolores con sus padres. No se recuerdan, ni ellos ni Mike. “Toda mi vida, cada vez que me sentaba en el salón de casa de mis abuelos, veía esa casa”, me contó Mike. “Nunca conocí a sus inquilinos, cambió de dueño muchas veces”, añade. Ignoro si Lidia y Dolores hablaron, el secreto se enterró con ellas. Del Tinder de mi abuelo —y de muchos otros que se conocieron a través de 'The Girlfriend and the Boyfriend'— quedan vestigios, ejemplares que todavía hoy se pueden adquirir por internet. ¿quedarán rastros de la 'app' que usamos ahora dentro de 70 años?

Un agente singular

'The Girlfriend and the Boyfriend' se empezó a publicar en abril de 1951 y sobrevivió al menos hasta 1953. Era bimestral y en cada número los protagonistas publicitaban pasatiempos tan 'millennials' como “coleccionar cajas de cerillas” y anhelos tan tradicionales como “ser una esposa exitosa y tener ocho hijos”. Entre los hombres que se anunciaban, había muchos soldados luchando en Corea que buscaban quien les escribiera. Lawrence Sliger, por ejemplo, se anunció así en 1952: “Fundamentalmente, me interesa salir de Corea. Después de eso, quiero una apacible vida en el campo. Me gustan los motores y los animales, cazar, pescar y la comida casera. Me gusta la gente que es feliz con cosas simples y que son buenas personas”. Sliger regresó a casa a salvo y al año de publicar el anuncio se casó y mudó a Kentucky, a un lugar en el campo.

Además de anuncios, las páginas de 'The Girlfriend and the Boyfriend' incluían artículos banales como un test para saber si eras un buen cónyuge, consejos para posar para fotos o un fotorreportaje sobre etiqueta en la playa para ellas y ellos. Otros textos eran más sesudos, los firmaban intelectuales como Rupert Hughes o Nina Wilcox Putnam. Ellos dos, junto a Robert Hillyer y Mildred Cram, formaban parte de la junta de asesores que avalaban las buenas intenciones y la “sinceridad” de la revista. Estos escritores tenían una cosa en común: el mismo agente literario, Jacques Chambrun. Él era, de hecho, el director de la revista (aunque firmaba como Georgia Winters) y es posible que los artículos los publicara sin el consentimiento de los autores. Ello explicaría que la mancheta de la junta de asesores desapareció de la revista en el número de junio de 1952.

Jacques Chambrun fue un exitoso agente en los años treinta y cuarenta. Representó a escritores tan destacados como H.G. Wells, Somerset Maugham, Gabriela Mistral, Norman Mailer o Stefan Zweig, a quienes estafó. Era un “embustero” y un “charlatán”, según el biógrafo de Somerset Maugham, Jeffrey Myers. Maugham describía así a su representante: “Era calvo, con las facciones rechonchas de un 'gourmand' y una cara fea, colgante y llena de granos… Pero su fealdad tenía cierto encanto y elegancia. Todo sobre él daba un aura de prosperidad y 'joie de vivre”.

El agente sentía predilección por los trajes a rayas hechos a medida e intentaba cobrar comisiones del 20 o 30% (cuando el estándar oscilaba entre el 10 y el 15%). Se quedó con más de 30.000 dólares de Maugham, según su biógrafo, unos 300.000 dólares en dinero de hoy. Chambrun tenía que sostener su elevado tren de vida. Tenía sus oficinas en la Quinta Avenida, frente al Hotel Plaza, adonde se trasladaba en un coche con chófer desde su casa, unas manzanas más arriba. Las fiestas que  daba en la piscina del sótano eran legendarias. Casi todos los años viajaba a Europa y tenía una residencia estival en Greenwich, Connecticut, que tiene una de las rentas per cápita más altas de Estados Unidos.

Chambrun vendía los artículos y cuentos de sus autores sin avisarles. Prueba de ello es una carta de Aldous Huxley subastada por branderautographs.com, en la que escribe al director de 'Esquire' porque se enteró de que iban a publicar una historia suya. “En las últimas semanas me ha sido imposible que él [Chambrun] o su equipo respondan a mis cartas”, escribe Huxley, y le pide al director que le pague directamente y le envíe la comisión del 10% a su agente. “Lamento molestarle de esta forma”, concluía el autor de 'Un mundo feliz', “pero el impenetrable silencio del señor Chambrun me hace temer que algo adverso le ha pasado a la agencia”. Presumiblemente le pagó, porque el artículo sí se publicó.

Cuando algún autor amenazaba con demandarle, según Jessica Weinberg ,que escribió un texto sobre Chambrun en 'The New Yorker', este razonaba con ellos: “Si me metes a la cárcel no podré trabajar, no podré ganar dinero y no te podré pagar. Si no me demandas, te daré tu dinero”. Aseguraba estar emparentado con los condes de Chambrun, aunque en realidad era sirio y se llamaba Djemy Tabibe. Nació en 1906 en Beirut, hoy Líbano. En 1923 se embarcó a Nueva York, solicitó la ciudadanía y se cambió el nombre. Afrancesarse le abrió puertas. Grace Metalious, autora de 'Peyton Place', lo eligió como agente porque encontró su nombre en el listín telefónico y quedó deslumbrada con el apellido.

Una de sus estafas más notables tiene que ver con las memorias de Marilyn Monroe. En 1954, Ben Hetch entrevistó durante meses a la actriz y terminó un manuscrito. Chambrun intentó sacar tajada y vendió pasajes escandalosos a un tabloide británico. Monroe quedó horrorizada y canceló el proyecto. Hecht tuvo que devolver los 5.000 dólares de anticipo a la editorial y 'My Story' no se publicó hasta 1974. Hecht, de hecho, no aparece en los créditos hasta la tercera impresión, en 2001, casi 50 años después de haberlas escrito.

Para finales de los cincuenta, la reputación de Chambrun estaba por los suelos y ya casi no le quedaban clientes. Su última empresa fue fundar la revista '16', que se terminaría convirtiendo en un referente del periodismo musical. En los sesenta, Chambrun se trasladó a Londres y se perdió su rastro. Curiosamente, como mi abuelo, murió “en un accidente de coche junto a sus dos perros”, aseguró Mavis Gallant, una de sus clientes. Fue en septiembre de 1976 y a pesar de su fama no se publicó ningún obituario.

‘The Girlfriend and the Boyfriend’ fue una revista estadounidense de contactos de los años cincuenta, aunque su contenido recuerda a un muro de Facebook. Incluía un centenar de fotografías de jóvenes y una breve descripción de sus aficiones y lo que buscaban. No había que pagar nada por poner un anuncio ni para contactar con alguien. A diferencia de la red social, no tenía publicidad y en su junta editorial aparecían reputados intelectuales de la época, como Robert Hillyer (ganador del Pulitzer de poesía en 1934). Un cóctel extraño para el antecesor de Tinder. Igual de inusual fue la manera como me enteré de que existía la publicación: en una investigación del FBI sobre mi abuelo.

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