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El suicidio de un periodista francés destapa el lado más oscuro del sector
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ARNAUD DUBUS, CORRESPONSAL EN ASIA

El suicidio de un periodista francés destapa el lado más oscuro del sector

A finales de abril, el 'freelance' que llevaba 30 años afincado en el sudeste asiático se quitó la vida. Ahora, sus compañeros han publicado un artículo explicando las circunstancias

Foto: Dubus, en una fotografía reciente.
Dubus, en una fotografía reciente.

Vivimos en un mundo que no puede dejar de olvidar. Hace apenas un mes y medio, introducir las palabras “Arnaud Dubus” en Google proporcionaba una lista de los trabajos de este periodista francés afincado en el sudeste asiático para medios como 'Libération'. Quizá su narración sobre el arresto domiciliario de la Consejera de Estado birmana y Nobel de la paz Aung San Suu Kyi a finales de los 90. Tal vez, sus análisis sobre la geopolítica de Tailandia, país que conocía como la palma de su mano y al que llegó en 1989, con apenas 25 años. Es posible que figurasen sus historias sobre el juicio a los supervivientes del jemer rojo camboyano o su investigación clave sobre el asesinato de Shaariibuugiin Altantuyaa.

Hoy, todas esas historias han sido engullidas por único titular, que con sus matices, se repite una y otra vez: “El periodista francés Arnaud Dubus se suicida en Bangkok”. Los textos suelen reportar la misma información. Dubus, de 56 años, era uno de los escritores más veteranos del sudeste francés, y había informado sobre Tailandia, Laos, Camboya, las Filipinas y Myanmar para medios como 'Radio France International', 'Le Temps', 'TV5' o el citado 'Libé'. Después de una vida dedicada al periodismo, el pasado año comenzó a trabajar en el departamento de comunicación de la embajada francesa de Bangkok, la capital de Tailandia. De allí, el lunes 29 de abril, salió de su oficina sin su mochila ni su móvil, cogió una moto-taxi a la estación de tren de Taksin en el distrito de Yannawa, subió hasta el andén y saltó a la carretera.

Era demasiado modesto, estaba demasiado solo, se sentía demasiado humillado por esas condiciones de vida a su edad

La embajada francesa publicó un somero homenaje a su compañero: “La embajada comparte el dolor de su familia y seres queridos. Su conocimiento de Tailandia, la fineza de sus análisis, reconocida por todos, solo puede compararse a su profunda amabilidad”. El embajador, Jacques Lapouge, hablaba de “tristeza y estupor”. Arnaud estaba casad con Noo, con la que siempre aspiró a una pequeña estabilidad en forma de apartamento de su propiedad que “nunca pudo permitirse en su condición de 'free-lancer'”, como han explicado sus compañeros de la UPF (Unión de la Prensa Francófona) en un texto que convierte su triste historia en una denuncia de las condiciones de trabajo a las que se enfrentan los corresponsales en el extranjero.

“La crisis de los medios escritos y el uso frecuente de los contenidos de agencia por parte de los periódicos habían provocado que sus ingresos mermasen año tras año, pero no se atrevía a quejarse”, explican en el texto firmado por su colega Laurie Siegel y que fue publicado en primer lugar en Facebook antes de ser recogido por 'Mediapart'. “Era demasiado modesto, estaba demasiado solo, se sentía demasiado humillado por la degradación de sus condiciones de vida a su edad, para ni siquiera hablar de algo algo así a alguien fuera de su círculo de colegas más cercanos”. Durante la última década, a medida que la crisis económica golpeaba al sector editorial, comenzó a sufrir una depresión cuyo tratamiento, a causa de sus problemas económicos, se vio obligado a interrumpir.

placeholder Junto al jefe de la guerra de Myanmar Khun Sa, en una imagen difundida como homenaje por la Asociación de Corresponsales de Tailandia.
Junto al jefe de la guerra de Myanmar Khun Sa, en una imagen difundida como homenaje por la Asociación de Corresponsales de Tailandia.

Sus ingresos mensuales oscilaban entre los 600 y 1500 euros. Sus tarifas, entre 90 euros por un texto breve y algo más de 600 euros por un reportaje. No es en apariencia una mala retribución, especialmente en un país como Tailandia. Sin embargo, el texto recuerda que de este dinero salían todos sus gastos de viaje, hospedaje, traductores (aunque era uno de los pocos capaces de hacerse entender en dicho idioma) y seguro médico, ya que sus empleadores habían dejado de pagárselo. Su sueldo no había aumentado ni un euro en los últimos 15 años. La inseguridad era también legal: dejar de colaborar frecuentemente con un medio podía provocar que se le denegase la visa de periodista que debía renovar cada diciembre. “La mayoría de nosotros nos llamamos 'corresponsales extranjeros', pero en realidad, somos autónomos sin salario fijo, seguridad social ni los recursos necesarios para investigar”, explicaban los autores.

Herido por la indiferencia

El pasado año, después de casi tres décadas trabajando como periodista, Dubus decidió probar suerte en el conocido como “lado oscuro”, el de los gabinetes de comunicación. Sus compañeros desvelan que nunca consiguió superar la decepción de abandonar el periodismo, incluso después de probar suerte en el mundo editorial con ' Budismo y política en Tailandia'. Como tantos otros corresponsales que recurren a ser traductores o profesores para llegar a fin de mes, se decantó por la comunicación, aceptando que “esta clase de periodismo solo puede ser un hobby”. “Herido por la indiferencia mostrada por algunos editores, exhausto por décadas corriendo detrás de encargos, y disgustado por la ausencia de reconocimiento económico, Arnaud Dubus finalmente abandonó su pasión y aceptó una oferta de la embajada francesa en Bangkok”.

Un empleo no es simplemente una forma de ganar dinero: por eso, es terriblemente habitual que los trabajadores en los sectores en apuros se suiciden

Paradójicamente, fue la gota que colmó el vaso. A pesar de que el sueldo era muy superior a lo que podía llegar a soñar trabajando como periodista (unos 1.400 euros), “las humillaciones diarias de la vida de oficina fueron demasiado para este hombre gentil y sincero”. Según sus amigos cercanos, nunca consiguió recuperarse de tener que abandonar su labor. Una de sus últimas reflexiones, enviada a uno de sus colegas unas pocas semanas antes de su suicidio, es que había llegado a la conclusión de que “la libertad es lo más importante”. El obituario publicado por 'Le Monde' le describía como “un analista sutil de las complejas realidades de la sociedad y la política tailandesas”.

La historia ha suscitado en los últimos días reacciones de corresponsales de todo el mundo, que se han visto reflejados en mayor o menor grado en el destino del francés, incluso al otro lado del atlántico. Keith A. Spencer, por ejemplo, se preguntaba en 'Salon' por el paralelismo entre los recientes suicidios de varios taxistas en Nueva York y el deceso del francés: “Un empleo no es simplemente una forma de ganar dinero: para la mayoría de la gente, nuestros trabajos están ligados a nuestra supervivencia, nuestro respeto hacia nosotros mismos y nuestro capital social”, escribe. “Esta es la razón por la que es terriblemente habitual que los trabajadores en los sectores en apuros se suiciden”.

Otros periodistas se han lanzado a proporcionar sus testimonios. Josh Terry, de 'Noisey Music', desvela que fue contratado por 'The Chicago Tribune' con un sueldo de 36.000 dólares anuales en 2015, exactamente 1.000 menos que Steve Johnson 29 años después. Un dato que resume la crisis de la prensa escrita, en concreto, de un modelo de negocio en el que la inversión publicitaria se ha reducido sensiblemente y donde miles de puestos han desaparecido en la última década. 100.000 en EEUU; más de 10.000 en España según los datos de la Asociación de Prensa de Madrid.

Una de las últimas apariciones de Dubus en la prensa escrita, ya al otro lado de la página, tuvo lugar en la sección de 'Lifestyle' del 'Bangkok Post', con motivo de la apertura al público de la embajada francesa en septiembre de 2018. En él, el periodista ejercía de maestro de ceremonias, y explicaba al reportero local que “la idea es muy sencilla, mostrar este edificio histórico y la herencia común, es unidad y diversidad”. ¿La gran ironía final? No tan rápido. Basta con emplear un poco de tiempo y esfuerzo, además de un puñado de clicks, para encontrar los artículos que, durante 30 años, le convirtieron en uno de los periodistas más queridos de la región.

Vivimos en un mundo que no puede dejar de olvidar. Hace apenas un mes y medio, introducir las palabras “Arnaud Dubus” en Google proporcionaba una lista de los trabajos de este periodista francés afincado en el sudeste asiático para medios como 'Libération'. Quizá su narración sobre el arresto domiciliario de la Consejera de Estado birmana y Nobel de la paz Aung San Suu Kyi a finales de los 90. Tal vez, sus análisis sobre la geopolítica de Tailandia, país que conocía como la palma de su mano y al que llegó en 1989, con apenas 25 años. Es posible que figurasen sus historias sobre el juicio a los supervivientes del jemer rojo camboyano o su investigación clave sobre el asesinato de Shaariibuugiin Altantuyaa.

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