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Compré gafas contra la luz azul del ordenador: mi experiencia sobre su utilidad
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luchando contra la miopía

Compré gafas contra la luz azul del ordenador: mi experiencia sobre su utilidad

La exposición excesiva a las pantallas produce dolores de cabeza e incluso cambios en los ciclos circadianos. Decidí comprar lentes con filtro contra ello, pero, ¿funcionan?

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

Cuando a principios del siglo XX los expertos intentaban descubrir qué maravillosos avances tendrían los humanos del futuro, pocas veces incluían algo parecido a internet o a los teléfonos inteligentes en la ecuación. Desgraciadamente, a día de hoy, tanto los nativos digitales (esas generaciones confusas entre lo millennial y la letra Z) como los que recuerdan haber vivido en los tiempos sin WiFi, no tienen más remedio que pasar horas y horas pegados a pantallas luminosas; a veces por hobby, otras por obligación.

Tenemos el dudoso honor de ser los primeros, en la larga historia del ser humano, con un estilo de vida auténticamente sedentario. Ocho horas sentados en la oficina se juntan con largos trayectos de transporte público mirando el móvil, para terminar el día encendiendo Netflix o contestando el WhatsApp del amigo con el que has prometido quedar para ponerte al día. ¿Conclusión? Algunas afecciones como el síndrome del cuello roto (un dolor cervical provocado por adoptar una mala postura cuando utilizas tablets o teléfonos móviles) han hecho su aparición por primera vez en nuestra sociedad.

Cefaleas, visión borrosa...

En mi caso, como periodista he de pasar ocho largas horas (con una para comer) mirando la pantalla del ordenador. Cuando llego a casa, sigo inspeccionando el móvil. Quizá sea casualidad, pero lo más probable es que tenga algo que ver en mis cefaleas constantes, ya que vengo con migrañas de serie. Pensaba que tendría que vivir así toda mi vida (problemas del primer mundo y de haber nacido en esta época) hasta que unas compañeras de otra sección me hablaron del invento más revolucionario después de la penicilina: las gafas contra la luz azul, o, en otras palabras, gafas para gente que en realidad no necesita gafas.

placeholder  ¡Ahora podremos mirar el móvil horas y horas sin cansarnos! (iStock)
¡Ahora podremos mirar el móvil horas y horas sin cansarnos! (iStock)

Los estudios ya han demostrado por activa y por pasiva que pasar muchas horas trabajando ante una pantalla provoca efectos negativos sobre los ojos. El primero de ellos es el más común: miopía. El uso prolongado de la visión a corta distancia con luz artificial agrava este problema en niños que ya tienen predisposición genética. Además, causan fatiga ocular (ojos secos, visión borrosa, dolores de cabeza). En otras palabras, es más natural para los seres humanos pasar el día corriendo detrás de mamuts para cazarlos y comérselos posteriormente que mirando una pantalla y escribiendo informes.

Me dijeron que no está comprobado que la luz azul sea mala para los ojos, pero decidí comprar las gafas porque tampoco tenía nada que perder

Esto no es un espacio publicitario, así que no hablaré de lo maravillosas que son las gafas. Simplemente diré que me acerqué a una óptica y me hice una pequeña revisión. Me dijeron que en general veo bien pero que, irremediablemente, todo el mundo cuando se acerca a los 30 años suele ir perdiendo vista gradualmente. Decidí comprar las gafas porque tampoco tenía nada que perder. Como no podía ser de otra manera, mis compañeros de trabajo emitieron toda clase de comentarios ingeniosos y burlones al respecto. "No está comprobado científicamente que la luz azul sea mala contra los ojos", me dijo una amiga, aun así pensé que mal tampoco podían hacerme, por lo que las uso (siempre que me acuerdo).

Por mucho que diga mi amiga, algunos científicos aseguran que la influencia de la luz azul puede afectar a nuestro sueño, inhibiendo la melatonina y alterando los ritmos circadianos, además de todos los problemas oculares que he descrito anteriormente. Probablemente en más de una ocasión te ha costado conciliar el sueño después de pasar largo rato mirando la pantalla de la tablet o del móvil. A mí, por lo menos, sí. Algunos estudios van aún más lejos y aseguran que esta luz azul daña la retina y puede desembocar degeneración macular, ahora bien, ¿son una moda las gafas protectoras o algo realmente útil?

Las gafas son solo una solución parcial, pues al no poder regularse el filtro, por el día son tirando a excesivas y por la noche insuficientes

Lo que dicen los fabricantes: las gafas no solo protegen contra la luz azul sino también en algunas ocasiones contra los rayos del sol. Según Ramón García, creador del blog 'Cuida tu vista': "No hay que basarse en una publicidad del miedo, pero es importantísimo protegerse de la luz azul. Por mucho que te digan, las gafas para ordenador no son lo mejor contra ello. Depende del perfil del usuario. Si utilizas el filtro por la noche puede producirte más sueño. Lo mejor es utilizar filtros regulables según la luz del día". Según cuenta en el vídeo que incluyo a continuación, donde recomienda las mejores gafas, las personas indicadas para utilizarlas son aquellas que como yo, no tienen dioptrías pero pasan muchas horas frente al ordenador y cambian mucho de dispositivo.

¿Qué opina la gente? Buceando por internet, en general, hay de todo un poco. En Forocoches, Santo Grial de todas las dudas existenciales que pueden surgir a lo largo del día, hay hilos de todo tipo, y algunos tienen varios años. "Cuando estoy con el ordenador muchas horas ya no noto mareo"; "yo tengo un filtro en mis gafas de ver y la verdad es que no noto ninguna mejoría" (mal, querido usuario, pues no están pensadas para eso); "yo noto que los blancos los veo amarillentos. Posiblemente las mejoras vengan a largo plazo".

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¿Y mi experiencia personal? Bueno, en mi caso, mis gafas no son azuladas sino transparentes, por lo que informándome un poco por Internet parecen ser para ordenador y tienen el filtro en la propia masa de la lente, por lo que filtran hasta (aproximadamente) un 20% o 30% de la luz azul. Eso significa que es una solución parcial, porque al no ser regulables, por el día son tirando a excesivas y por la noche insuficientes. Al parecer, las gafas de color más anaranjado son las que de verdad podrían servir para esa vista cansada de última hora del día y regularían el ritmo circadiano, pero esas no se las he visto nunca a nadie ni me las ofrecieron en la óptica.

La conclusión es que quizá mis compañeros tenían razón, porque después de un mes, personalmente, no he notado mucho. También es verdad que se me olvidan frecuentemente y que es un poco absurdo usarlas durante el día si luego llegas a casa y se te olvida ponértelas para seguir mirando el móvil. Sea como fuere, han servido para que cumpliera mi sueño de infancia de llevar lentes y he descubierto que es prácticamente imposible que se mantengan libres de suciedad. Y, sobre todo, si ayudan a filtrar aunque sea un 20% de la luz azul, bienvenidas sean. Otra opción que me aconsejaron en la revisión óptica es, cada cierto tiempo, fijar la vista en un punto lejano del horizonte y descansarla. Y si todo esto no fuera suficiente, siempre puedes bajar el brillo de las pantallas. Por lo menos hasta que podamos irnos a vivir como ermitaños, a una cabaña en el campo, lejos del mundanal ruido.

Cuando a principios del siglo XX los expertos intentaban descubrir qué maravillosos avances tendrían los humanos del futuro, pocas veces incluían algo parecido a internet o a los teléfonos inteligentes en la ecuación. Desgraciadamente, a día de hoy, tanto los nativos digitales (esas generaciones confusas entre lo millennial y la letra Z) como los que recuerdan haber vivido en los tiempos sin WiFi, no tienen más remedio que pasar horas y horas pegados a pantallas luminosas; a veces por hobby, otras por obligación.

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