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¿Por qué llamamos 'chivos expiatorios' a las personas a las que se culpa por algo?
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Las cabras no son culpables de nada

¿Por qué llamamos 'chivos expiatorios' a las personas a las que se culpa por algo?

Este animal rumiante ha sido trasladado al simbolismo que sostiene el desconocimiento humano, el rostro mismo del diablo, el azar maldito sobre la primera persona que pasaba por allí

Foto: Fuente: Wikipedia
Fuente: Wikipedia

Alguien tenía que haberlo hecho. Así acaba toda historia envuelta en el misterio de haber surgido sin huellas, sin que nadie sepa cómo ha sucedido. La incertidumbre no le gusta al ser humano, eso es más que evidente, así que verdad o mentira, eso da igual: hay que encontrar un chivo expiatorio. ¿Qué han hecho las cabras para merecer esto? Un animal trasladado al simbolismo que sostiene el desconocimiento, el rostro mismo del diablo, el azar maldito sobre la primera persona que pasaba por allí.

La historia está llena de culpables confesos y otros no tanto, pero sobre todo está llena de culpables elegidos. Personas, animales, objetos, fuerzas divinas, o el chivo expiatorio eterno. Según explica David Dawson en su libro 'Flesh Becomes Word: A Lexicography of the Scapegoat Or, the History of an Idea', esta curiosa expresión fue acuñada por primera vez por el erudito protestante inglés William Tyndale en su traducción al inglés de la Biblia de 1530.

Foto: 'Las Almas del Purgatorio'. Pintura. Iglesia San Nicolás de Véroce. (iStock)

Tyndale, que estaba descifrando las descripciones hebreas de los rituales de Yom Kippur del Libro de Levítico, relató una ceremonia en la que se seleccionaba por sorteo una de dos cabras. Un sumo sacerdote colocaría sus manos sobre la cabeza del macho cabrío y confesaría los pecados de su pueblo, transfiriéndolos así al animal, antes de arrojarlo al desierto para librar a Israel de sus transgresiones. En cuanto al otro macho cabrío, sería sacrificado al Señor.

Criatura que carga con el pecado

La palabra, en hebreo, era 'Azazel', que quería decir "la cabra que parte o escapa", y Tyndale la interpretó como "criatura que carga con el pecado". Por supuesto, desde entonces ha habido quien ha intentado modificar aquella traducción. Algunos eruditos siguen sin estar de acuerdo, pero todo es en balde. La idea se asentó en la cultura popular de un nuevo mundo cristiano y, como tantas otras, permanece en nuestro vocabulario actual.

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Fuente: Wikipedia

Los propios que se oponen a esta traducción lo hacen afirmando que 'Azazel' en realidad representa el nombre de un demonio del desierto parecido a una cabra, para quien estaba destinada la ofrenda, o un lugar específico en el desierto donde se desterraban los pecados. Lo que sea, pero con forma de cabra.

Si bien a lo largo de los siglos el concepto de chivo expiatorio se ha ido desvinculando de su significado bíblico pasando simplemente a emplearse como una metáfora para describir a una persona que carga con la culpa de cualquier maldad, su origen sigue significándola, apuntando directamente a este animal.

De Grecia a Roma

El origen de esta asociación está, en realidad, en el dios griego Pan, un dios un tanto especial, ya que a diferencia del resto de dioses del Olimpo no tenía aspecto humano. Protector de los ganados y de los animales salvajes, el dios Pan habitaba el medio rural de la antigua Grecia como el dios de pastores y cazadores, pero también era conocido como un depredador sexual dispuesto a espiar, perseguir y realizar cualquier acto indecente en calidad de dios. Aquello fue el principio perfecto para que los cristianos no lo hicieran desaparecer como a otros muchos dioses de la Antigua Grecia.

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El dios Pan, capaz de mantener relaciones con los mismos animales a los que debía proteger, fue reconvertido como archienemigo de Cristo: Satanás, Lucifer, Belcebú, el Maligno, el Ángel Caído… el mal según la tradición cristiana esconde aquel gesto de posesión a la posesión.

La mezcla de elementos humanos y animales fue observada por los cristianos como una deformidad física y moral que conducía al pecado. Así pues, ¿qué debía haber detrás de cualquier pecado sin nombre? Pues eso, un chivo.

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Fuente: iStock

Alguien tenía que haberlo hecho. Así acaba toda historia envuelta en el misterio de haber surgido sin huellas, sin que nadie sepa cómo ha sucedido. La incertidumbre no le gusta al ser humano, eso es más que evidente, así que verdad o mentira, eso da igual: hay que encontrar un chivo expiatorio. ¿Qué han hecho las cabras para merecer esto? Un animal trasladado al simbolismo que sostiene el desconocimiento, el rostro mismo del diablo, el azar maldito sobre la primera persona que pasaba por allí.

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