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¿Por qué no podemos recordar nada de nuestros primeros años de vida?
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¿Por qué no podemos recordar nada de nuestros primeros años de vida?

Una memoria incierta y casi vacía nos sorprende a veces, por más que acudimos al cobijo de la infancia, hay una parte de ella inaccesible, una puerta cerrada en nuestra zona de confort...

Foto: Fuente: iStock / Elaboración propia
Fuente: iStock / Elaboración propia

Seguro que a lo largo de tu vida has experimentado una infinidad de sensaciones que te conectan directamente con tu infancia, con los primeros años de aquel yo recién expuesto al mundo; sin embargo, esas sensaciones te atraviesan en un halo de espesura: eres incapaz de recordar si realmente ya habías estado en el mismo lugar, habías visto el mismo escenario. ¿Qué es lo que te conecta con ese sentimiento? Una memoria incierta y casi vacía, por más que acudimos al cobijo de la infancia, hay una parte de ella inaccesible, una puerta cerrada en nuestra zona de confort. ¿Por qué somos incapaces de recordar los que serían nuestros primeros recuerdos?

Los científicos lo han denominado amnesia infantil, y aún a día de hoy siguen buscando una explicación concreta sobre ella. No obstante, diferentes estudios en las últimas décadas han podido detectar que este fenómeno de la mente se divide en dos fases: la temprana hasta los cuatro años aproximadamente, y una posterior entre los cinco a los siete años. Hasta entonces, el cúmulo de recuerdos a largo plazo será por lo general reducido.

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Es un fenómeno, sí, pero es prácticamente universal. Todos hemos tenido alguna vez esa sensación, hemos caído en la cuenta de que tal vez no recordemos tal o cual cosa sino el recuerdo que nuestros padres, familiares o personas más cercanas nos han construido a lo largo de los años.

Muchas hipótesis

Si bien es cierto que nuestros cerebros se están desarrollando a gran velocidad durante la llamada primera infancia, no hay que olvidar que también lo siguen haciendo después. Los niños tienen recuerdos, sabemos que los tienen, así que no es que no puedan formar nuevos recuerdos. Tampoco parece que los recuerdos se escondan como rincones inaccesibles. Entonces, ¿Qué sucede?

Es complicado saberlo, sostiene en 'Mental Floss' el neurocientífico e investigador en la Universidad de Maastricht Fabián van den Berg, "porque la memoria en sí misma es muy complicada y hay franjas de incógnitas que dificultan decir con certeza por qué olvidamos estos primeros recuerdos. Su estudio se trata pues de un camino de consensos y experimentos".

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Fuente: iStock

Para empezar, una primera teoría general que lo explica podría tener que ver con la idea del "olvido normal", es decir, la dificultad para recordar algo que ocurrió hace mucho tiempo, sea o no en la infancia. La ciencia ya ha podido probar esta hipótesis a través de diferentes estudios, descubriendo que el olvido ocurre de manera bastante predecible, y que los primeros años muestran menos recuerdos de los que deberían si solo fuera un olvido normal.

Un punto de inflexión

Cuando los niños tienen dos años, explica Romeo Vitelli en 'Psychology Today', pueden responder preguntas sobre eventos recientes, aunque a menudo necesitan indicaciones cuidadosas para recuperar recuerdos. Durante los próximos cuatro o cinco años, los niños se vuelven mejores para recordar y describir eventos importantes en sus vidas. Para cuando han alcanzado la edad de siete u ocho años, la mayoría ya tienen memorias autobiográficas bien desarrolladas con la misma tasa de olvido normal que se observa en los adultos.

Sin embargo, esto no detalla del todo el fenómeno centrado en los primeros años de vida. Para ello habría que acudir a otros dos grandes campos de explicaciones, donde se han incluido incluso algunas como la teoría de Freud. Por un lado, una explicación más reciente sostiene que los niños simplemente carecen de la capacidad de recordar y que no tenemos estos recuerdos porque la capacidad de hacerlos no se desarrolla hasta más tarde. Lo que se conoce como aparición tardía de la categoría de memoria autobiográfica.

Por otro lado, y respaldada por numerosos estudios recientes, otra teoría señala que lo que podría estar pasando estaría relacionado con el denominado gran campo, la categoría de desaparición de la memoria temprana, es decir, que los recuerdos están dentro de tu cabeza, pero no puedes acceder a ellos porque en algún momento de la infancia misma se volvieron transparentes.

Cuestión de crecimiento

En este último caso, el lenguaje jugaría un papel. Al cambiar su forma conforme crecemos, también lo hace la manera en que se codifican los recuerdos, haciendo que los recuerdos más visuales sean incompatibles con el sistema adulto.

Los niños, por tanto, recuerdan de manera diferente. "Cuando los adultos recuerdan, hay un quién, qué, dónde, cuándo, por qué y cómo. Los niños también pueden recordar todo esto, pero no siguiendo las mismas pautas", dice Van den Berg. De hecho, algunas memorias pueden contener solo el quién y el cuándo, mientras que otras pueden incluir el cómo y el dónde, "pero muy pocas memorias, si es que hay alguna, recogen todos estos elementos entonces".

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A este proceso también se une el de la consciencia: ayuda bastante a recordar el hecho de ser consciente de uno mismo, y esto no se desarrolla hasta pasados los 18 meses. Así, si bien la edad del primer recuerdo parece notablemente estable tanto para los niños mayores como para los adultos, el olvido rápido que hace que los primeros recuerdos se desvanezcan significa que la amnesia infantil surge bastante temprano en la infancia, añade Vitelli, y esta sería a los 7 años.

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A medida que los niños crecen y maduran, la memoria autobiográfica también madura. A la edad de once años, la memoria autobiográfica muestra el mismo nivel de desarrollo observado en los adultos. Sin embargo, antes de ese momento, el olvido parece ser mucho más rápido que en los adultos, lo que puede deberse a que los recuerdos no se consolidan, lo que los hace más vulnerables a la pérdida de memoria.

Por lo tanto, no es que los niños no puedan crear recuerdos, y no es tampoco que los recuerdos de niños sean inaccesibles al crecer. Ambas explicaciones se relacionan entre sí, porque de lo que se trata es de que el cerebro crece y cambia la forma en que almacena y recupera recuerdos.

Seguro que a lo largo de tu vida has experimentado una infinidad de sensaciones que te conectan directamente con tu infancia, con los primeros años de aquel yo recién expuesto al mundo; sin embargo, esas sensaciones te atraviesan en un halo de espesura: eres incapaz de recordar si realmente ya habías estado en el mismo lugar, habías visto el mismo escenario. ¿Qué es lo que te conecta con ese sentimiento? Una memoria incierta y casi vacía, por más que acudimos al cobijo de la infancia, hay una parte de ella inaccesible, una puerta cerrada en nuestra zona de confort. ¿Por qué somos incapaces de recordar los que serían nuestros primeros recuerdos?

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