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La forma en que lavas los platos dice mucho de ti: así lo explica una experta
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La forma en que lavas los platos dice mucho de ti: así lo explica una experta

En los últimos años, la obsesión por la organización del hogar se ha convertido en un concepto "pornografiado" como lo es también la comida y el cocinar. Desde ese nuevo prisma, ambas tareas se enfrentan

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Las tareas del hogar no es que sean del gusto de nadie, seamos sinceros. A veces, eso sí, encontramos en algunas un pequeño respiro de otras tareas como el trabajo pagado. Por ejemplo, hay quien dice que pasar la aspiradora le relaja, o tender, o tal vez limpiar cristales (ese olor del producto que solemos utilizar para ello tiene gran parte de culpa). Sin embargo, en general tendemos a creer que el acto mismo de la limpieza puede parecer que solo busca el orden (no es poco, ya), pero es que también se trata de identidad.

En los últimos años, la obsesión por la organización del hogar se ha convertido en un concepto "pornografiado" como lo es también la comida y el cocinar. Desde ese nuevo prisma, ambas se enfrentan. Ya lo dice Ali Francis en Bon Appetit: "Las fotos simétricas de preparación de comidas y los videos con el hashtag #CleanTok están empezando a parecer inherentemente peligrosas, hasta el punto de que no tener tu mierda física en orden resulta un defecto descuidado o una inferioridad moral que arruinará tu vida".

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Los documentales sobre este asunto crecen imparables, pero la demanda siempre parece superior. Viva Marie Kondo y el método 'Konmari', dicen. Eso sí, fregar demasiado te sigue haciendo parecer un aburrido convencional sin nada mejor que hacer. Porque se trata de involucrarte en una cosa, no en todas. El discurso es, reconoce Francis, "feroz".

¿Interrumpe la creatividad?

Entre todo esto, hay una de esas tareas que divide a muchos, para bien o para mal: lavar los platos. No es porque a la gente le guste coger el estropajo y ver cómo los minúsculos restos de comida se van empapados por el desagüe, es porque les interesa que les guste. O eso al menos ha dado a entender durante años una teoría.

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Ponerse a lavar platos, dicen, interrumpirá tu flujo creativo. Vamos, que evitar que toda la vajilla se acumule en la pila hasta abarrotarla parece, sencillamente, una distracción. Quien plantea esto, por lo general, sin ningún tipo de base científica, es también quien tiende a pasar mucho tiempo cocinando siguiendo el algoritmo de Instagram o TikTok, colocando cada bocado en un punto concreto del plato. Una vez rebañado, todo pierde la gracia. Y fregarlo nos recuerda que lo bonito también es efímero.

Un informe publicado en revista Mindfulness afirma que fregar los platos "se trata de una actitud consciente en la que centrar nuestra atención en la calidez del agua, el tacto de los platos o vasos y el olor del jabón que utilizamos, puede desencadenar un estado de ánimo positivo". Claro, si nos concentra tanto, nos "saca" del estado creativo en el que nos introducimos en los fogones. Es decir, no se trata de un estado de creatividad perpetuo, de hecho este también nos cansaría, sino de reconocer que para algunos pros también son necesarios ciertos contras.

Lo que de verdad ocurre en tu cerebro

Y qué contras, en realidad: los participantes de aquel estudio revelaron sentirse un 27% menos nerviosos y 25% más inspirados tras 6 minutos fregando platos. Se trata solo de una de las muchas investigaciones que demuestran que las tareas cotidianas pueden ser un impulso positivo si se hacen voluntariamente y, por supuesto, de la manera correcta.

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Eso no es todo, ya que otros estudios revelan al mismo tiempo lo contrario a lo que se ha estado creyendo: en ese rato de concentración sobre el estropajo, el cerebro descansa y se enfoca totalmente en el momento presente, lejos de horarios vertiginosos, proyectos pendientes, demandas constantes o preocupaciones futuras. Este es, justo, el mejor estado para que la creatividad como rasgo general se potencie. El truco no es otro que el descanso.

Como dice Francis, en general, todos podríamos fluctuar entre estos dos estados (quien acude a esta tarea y quien la detesta) en función de una variedad de factores subjetivos: la cantidad de criaturas pequeñas que haya en casa, si el resto de tu vida es un caos sin frenos o incluso si se tiene un molesto corte en el dedo que es mejor no sumergir en agua con jabón.

Las tareas del hogar no es que sean del gusto de nadie, seamos sinceros. A veces, eso sí, encontramos en algunas un pequeño respiro de otras tareas como el trabajo pagado. Por ejemplo, hay quien dice que pasar la aspiradora le relaja, o tender, o tal vez limpiar cristales (ese olor del producto que solemos utilizar para ello tiene gran parte de culpa). Sin embargo, en general tendemos a creer que el acto mismo de la limpieza puede parecer que solo busca el orden (no es poco, ya), pero es que también se trata de identidad.

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