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¿Que cuál es el invento con más patentes de la historia? Te lo contamos zumo en mano
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¿Que cuál es el invento con más patentes de la historia? Te lo contamos zumo en mano

Sobre él llegó a hablar mucho la bostoniana Maria Parloa, la más reconocida maestra de cocina y autora de libros de esta temática a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando se produjo el 'boom' del exprimidor

Foto: Unas niñas se sirven limonada recién exprimida con un exprimidor manual de plástico, en los años sesenta. (iStock)
Unas niñas se sirven limonada recién exprimida con un exprimidor manual de plástico, en los años sesenta. (iStock)

Si pensamos en inventos populares, probablemente se nos vengan a la cabeza decenas y decenas de todo tipo. En el momento en que buscamos con la vista a nuestro alrededor, nos daremos cuenta de que prácticamente todo es, en realidad, un invento que en algún momento de la historia no existió. Por supuesto, nos asombran aquellos tan cotidianos en los que menos pensamos, pero que, sin embargo, silenciosamente nos hacen la vida más fácil: unas gafas graduadas, los bolsillos de una chaqueta incluso, o las mismísimas escaleras mecánicas. Pero ¿te has parado alguna vez a pensar en esto en mitad de la cocina?

Ya hablamos en otro artículo sobre el curso de aparición de algunos inventos que ocupan hoy un lugar indispensable en esta zona de nuestras casas. Desde el tenedor hasta el frigorífico, pasando por los abrelatas (sí, las latas existieron durante mucho sin nada concreto que ayudara a abrirlas), el tupperware o el microondas, qué sería de nosotros sin ellos. No obstante, en este momento del año, hay uno de esos inventos que destaca porque toca dejarlo atrás: el exprimidor.

Foto: Fuente: Unsplash.

A ver, que nadie se asuste. No es que vaya a desaparecer. ¿Cómo podría desaparecer el bendito exprimidor? Solo se trata de guardarlo en el estante hasta la próxima. Teniendo en cuenta que ya no es temporada de naranjas, es posible que esa próxima sea menos habitual de lo que ha sido en los últimos meses. Pero el exprimidor, ese con el que te haces tus zumitos contra el resfriado, no destaca solo por esto, sino también porque resulta que es el invento con más patentes de la historia. ¿Es lógico? Bueno, vayamos por partes, con Fleetwood Mac de fondo dedicándole una canción a nuestro aparato del día.

Más de 200 patentes

Hasta ahora, el exprimidor (tal vez tú lo llames exprimidora… Estupendo) más antiguo que se conoce es un bonito y valioso ejemplo de la cerámica turca del siglo XVIII. Se encontró concretamente en la localidad de Kütahya durante unas excavaciones arqueológicas. Lo más curioso es que, pese al tiempo, tiene gran parecido con los exprimidores manuales más actuales. Claro que el mecanismo tampoco podría variar demasiado.

Exprimir cítricos exprimimos desde hace siglos, de hecho no solo estos se prestan a la tarea (recuerda que, por ejemplo, también las aceitunas se exprimen para obtener el aceite o las manzanas para obtener la sidra) pero no fue hasta el XIX que su dinámica se popularizó. A lo largo de sus últimas décadas, solo en Estados Unidos se registraron más de doscientas patentes de un aparato para ello. La primera en este caso parece ser obra del ingeniero mecánico Lewis P. Chichester. Se trata de un exprimidor de hierro con fecha del 3 de julio de 1860.

placeholder Esquemas originales del registro de las patentes de Chichester (1860), White (1896) y una más novedosa, la de Morgan. (Wikiwand)
Esquemas originales del registro de las patentes de Chichester (1860), White (1896) y una más novedosa, la de Morgan. (Wikiwand)

Pero el exprimidor, como decimos, es tan antiguo que la mayoría de aquellas patentes se concedieron como mejoras. Es decir, que no se entendían como nuevos aparatos, sino intentos de sacar jugo a un invento básico y clásico ya existente. Si bien es cierto que ahí queda el nombre de Chichester, a menudo se atribuye el invento a John T. White, a quien el 8 de diciembre de 1896 se concedió una patente también por mejoras (curiosamente, casi todos especificaban que eran exprimidores de limones).

El mejor exprimidor

Sea como sea, a todos y a ninguno hay que tenérselo en cuenta. Simplemente, hubo un auténtico boom de este aparato. Sobre él llegó a hablar entonces la bostoniana Maria Parloa, la más reconocida maestra de cocina y autora de libros de esta temática. Hacia 1880, Parloa señalaba en una de sus obras que el más resistente era el de hierro con taza de porcelana, pero que el de madera era más fácil de mantener limpio "y, por tanto, el mejor". Hoy, el plástico ha sustituido a todos estos materiales, aunque en el mismo ciclo de las modas, los manuales han vuelto a las tiendas y a las encimeras.

placeholder Un exprimidor manual de madera. (Wikimedia)
Un exprimidor manual de madera. (Wikimedia)

Más allá del sentido estético, aparte del esfuerzo por limpiarla, los exprimidores no evitaban tener que hacer cierta fuerza para conseguir su cometido, hasta que en el siglo XX aparecieron los primeros eléctricos. Según explican desde Sàpiens, en España, concretamente, tuvo mucho éxito el llamado Citromatic, obra para la empresa Braun del alemán Dieter Rams y del catalán Gabriel Lluelles.

El Citromatic, con ese nombre futurista, no podía llegar en otro momento que no fuera la década de 1970. Justo ese año fue presentado al público, y justo ese año sus creadores ganaron por él el premio Delta de diseño. Es posible que en los cajones de tu casa, la de tus padres o la de tus abuelos, quede uno. De hecho, es posible que no tardes en dar con él, porque por algo lo llaman "inmortal": seguro que más de un zumo de los que te has bebido esta temporada han surgido gracias a él.

Si pensamos en inventos populares, probablemente se nos vengan a la cabeza decenas y decenas de todo tipo. En el momento en que buscamos con la vista a nuestro alrededor, nos daremos cuenta de que prácticamente todo es, en realidad, un invento que en algún momento de la historia no existió. Por supuesto, nos asombran aquellos tan cotidianos en los que menos pensamos, pero que, sin embargo, silenciosamente nos hacen la vida más fácil: unas gafas graduadas, los bolsillos de una chaqueta incluso, o las mismísimas escaleras mecánicas. Pero ¿te has parado alguna vez a pensar en esto en mitad de la cocina?

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