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El método con el que los mayas predecían los eclipses de forma tan fiable y precisa
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El método con el que los mayas predecían los eclipses de forma tan fiable y precisa

A partir de tablas astronómicas alojadas en el Códice de Dresde, esta civilización supo como ninguna la frecuencia del ocultamiento de la Luna al Sol con suma precisión

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Si hay algo que tienen en común todas las grandes civilizaciones del pasado es su profunda veneración al cosmos. Desde los sumerios hasta los egipcios, sociedades antediluvianas han concedido una importancia sin igual a la posición de los astros en el firmamento. Algunos, como los mayas, les transferían poderes divinos. Nadie rindió tanto culto al Sol como esta cultura prehispánica, de ahí que supieran mejor que nadie la frecuencia de cada cuánto se produciría un eclipse.

"Los mayas eran grandes observadores con un profundo conocimiento de la mecánica celeste y una alta certeza a la hora de predecir eclipses", recodaba Ismael Arturo Montero García, profesor de la Universidad de Tepeyac, en un post reciente del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México. "Sin embargo, a diferencia de los astrónomos modernos, los mayas no disponían de telescopios ni otros dispositivos que les ayudaran con sus cálculos, y no podían registrar ningún evento que fuera no visible desde su localización".

"Desde los más recónditos tiempos en Mesopotamia, un eclipse de Sol significaba un momento álgido, un estado de muerte e inmovilidad"

"Tonatiuh qualo". Este era el nombre que le daban en lengua nahua al eclipse, el cual significaba literalmente "el Sol es comido". Según Montero García, el método desarrollado por esta civilización tenía un 55% de fiabilidad, para nada poco teniendo en cuenta que su cultura, así de primeras, contaba con más elementos propios de la superstición que de la ciencia. Pero era realmente el temor a que ocurriera un nuevo eclipse lo que les hacía poner todos sus esfuerzos mentales y espirituales en la tarea de predecirlos. Así, emplearon un sistema muy complejo de contar los meses lunares asociados a las fechas escritas y, en combinación con los glifos, llevaron a cabo cálculos astronómicos.

El Códice de Dresde

Todos ellos los compilaron en el Códice de Dresde, el cual contiene tablas astronómicas con las que calcular las fases de la Luna y de Venus. Era precisamente a través de los intervalos lunares con los que los mayas predecían con tanta precisión los eclipses. En la página 54 de dicho documento, explica el experto, hay varios símbolos que representan eclipses de Sol: una banda celeste, el Sol, dos fémures (señal de muerte), y dos campos, negro y blanco plegados entre sí como si fueran alas de una mariposa que utilizaban para simbolizar ese ocultamiento del astro rey por nuestro satélite.

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El registro más antiguo de un eclipse solar es el que se encuentra grabado en un logograma de la Estela 3 del sitio maya Santa Elena Poco-Uinic, en Chiapas, y está fechado el 16 de julio del año 790. Montero García asegura que, al oscurecerse el cielo, también se apreciaban otros planetas como Marte, Mercurio o Venus, junto con las Pléyades y, al oeste, Saturno, a lo que añade que este sin duda fue "un hecho significativo que pudo determinar la conmemoración de la pirámide".

"Desde los más recónditos tiempos en Mesopotamia, un eclipse de Sol significaba un momento álgido, un estado de muerte e inmovilidad para el astro, por lo que era necesario restaurar su curso regular por medio del ritual", recalca el experto. Hoy en día, los avances astronómicos nos han permitido saber que la temporada de eclipses viene marcada cada 177 días, como informa ILF Science. Curiosamente, el Códice de Dresde contiene tablas astronómicas divididas en intervalos de 177 y 148 días, que están asociados con eclipses solares y lunares. Sin duda, los mayas predecían con suma precisión todos estos fenómenos celestes con un alto nivel de detalle.

Si hay algo que tienen en común todas las grandes civilizaciones del pasado es su profunda veneración al cosmos. Desde los sumerios hasta los egipcios, sociedades antediluvianas han concedido una importancia sin igual a la posición de los astros en el firmamento. Algunos, como los mayas, les transferían poderes divinos. Nadie rindió tanto culto al Sol como esta cultura prehispánica, de ahí que supieran mejor que nadie la frecuencia de cada cuánto se produciría un eclipse.

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