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"Cuando tú le dices a alguien 'se te va a pasar el arroz', no sabes si lleva cinco años intentando tener un hijo"
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El 17,5% de los adultos sufren esterilidad

"Cuando tú le dices a alguien 'se te va a pasar el arroz', no sabes si lleva cinco años intentando tener un hijo"

La infertilidad es una enfermedad todavía invisibilizada y son muchas las personas que transitan por ella sin poder encontrar redes de apoyo. Helena Fernández y Míriam Aguilar comparten sus historias

Foto: Helena Fernández, presidenta de la asociación Red Nacional de Infértiles. (Cedida)
Helena Fernández, presidenta de la asociación Red Nacional de Infértiles. (Cedida)

Federico García Lorca publicaba hace 90 años Yerma, una obra teatral en la que la protagonista termina odiándose por no poder quedarse embarazada y ser madre.

MARÍA: De todas las novias de tu tiempo, tú eres la única...

YERMA: Elena tardó tres años, y otras antiguas, del tiempo de mi madre, mucho más, pero dos años y veinte días, como yo, es demasiada espera. Pienso que no es justo que yo me consuma aquí. Muchas veces salgo descalza al patio para pisar la tierra, no sé por qué. Si sigo así, acabaré volviéndome mala.

Ya en esta tragedia de 1934, Yerma siente la presión:

VÍCTOR: Bueno, pues a ver si con el ejemplo te animas. En esta casa hace falta un niño.

YERMA: (Con angustia) Hace falta.

VÍCTOR: Pues adelante. Dile a tu marido que piense menos en el trabajo. Quiere juntar dinero y lo juntará, pero ¿a quién se lo va a dejar cuando se muera? Yo me voy con las ovejas. Le dices a Juan que recoja las dos que me compró. Y en cuanto a lo otro..., ¡que ahonde! (Se va sonriente).

Se va sonriente sin pensar en las consecuencias que pueden tener en Yerma sus palabras o la presión que está ejerciendo sobre ella. Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), publicado en abril de 2023, apunta a que aproximadamente el 17,5% de los adultos sufren esterilidad (un trastorno del aparato reproductor, masculino o femenino, consistente en la incapacidad para lograr el embarazo tras 12 meses o más de relaciones sexuales regulares sin protección). Estos datos revelan que la infertilidad es un problema más común de lo que podríamos llegar a imaginar, pero también un tema tabú.

Helena Fernández, presidenta de la asociación Red Nacional de Infértiles (RNI) revela que en nuestro país se habla de que la infertilidad afecta a "alrededor de un millón de parejas en edad fértil". A pesar de ello, se sigue hablando muy poco de esta enfermedad: "A veces pasa un poco de lado por la vida de las personas que no la padecen. Todos conocemos a alguien que ha tenido problemas, que ha ido a una clínica o incluso que nunca tuvo hijos. Y aunque lo vemos como algo cotidiano, no lo reconocemos como un gran problema. Y lo que es peor... siempre pensamos que es algo que nunca nos va a pasar", explica Helena.

Foto: La hija de Lucía tiene 15 meses y ha nacido por embriodonación. (Cedida)

"De lo que no se habla, no existe. Y lo que no existe, se margina", y de la infertilidad se habla muy poco, es por eso que "no se conoce la realidad de lo que es, de lo que se vive y de lo que se siente. La incomprensión es una de las grandes lacras de esta enfermedad", que Helena también vivió en primera persona cuando intentó quedarse embarazada: "Es durísimo. En mi caso, puedo decirte que es la peor experiencia vital que he vivido. Gestionar sentimientos de rabia, enfado, tristeza o envidia por otros embarazos no es fácil. Hacerlo a lo largo de varios años deja huella".

Tras dos abortos, en el tercer tratamiento de reproducción asistida Helena consiguió quedarse embarazada; pero su vida, durante los años que estuvo buscando ese ansiado embarazo, se tambaleó: "Dicen los expertos que la infertilidad tambalea los pilares de tu vida. Yo puedo asegurar que esto es cierto. Lo he vivido en primera persona y en la piel de las miles de pacientes que se han apoyado en nuestra asociación a lo largo de estos 10 años de trabajo".

El camino de una pareja que se enfrenta a la infertilidad

Helena recorrió en primera persona el camino que transitan muchas parejas, mujeres u hombres que se enfrentan a la infertilidad: "Es un camino lago, duro y, sobre todo, desconocido", asegura ella.

Socialmente, tenemos asumido que "esto de no poder tener un hijo" es algo que no nos va a pasar a nosotros, pero que en el caso de que ocurra, "es tan fácil como llegar a una clínica de Reproducción Asistida y salir de allí en un pispás embarazada (y por supuesto de gemelos). Pero esa no es la realidad".

La realidad es muy distinta, incide la presidenta de RNI: "Cuando por fin llegas a una clínica de reproducción asistida, han pasado, con mucha suerte, seis meses de una búsqueda inocente en la que nadie te había dicho que quedarse embarazada no es nada fácil y que, por tanto, tú fantaseas con un embarazo ya el primer o segundo mes".

"Entras en una vorágine de visitas médicas, pruebas y pinchazos que te provocan un 'sube y baja' de emociones difícil de controlar"

El camino que se empieza a recorrer con alegría e ilusión, conforme pasan los meses se convierte en "un camino de miedos y despedidas. Despedidas de los sueños que cada mes te haces imaginando un test con dos rayitas. Miedos porque no entiendes qué está pasando". Crees que al entrar a la clínica de reproducción asistida vas a poner punto y final a ese miedo, a esa sensación de intranquilidad, pero no siempre es así: "Entras en una vorágine de visitas médicas, control horario, pruebas y pinchazos que te provocan un 'sube y baja' de emociones difícil de controlar. Pasas por una punción ovárica, por el miedo a saber cuántos óvulos van a fecundar, si fecundan, miedo por si evolucionan al ritmo correcto, llegas a la transferencia con todo tu miedo e ilusión sabiéndote embarazada y 14 días después… Te dicen que no ha funcionado", cuenta Helena.

"¿Cómo que no ha funcionado?", se preguntan, te preguntas... "A partir de aquí, comenzará un sin parar de más pruebas, de diagnósticos, de medicación…", asegura la presidenta de RNI: "Y te he contado todo este camino, rápido, sin entrar en detalles y me paro en el principio. Aquí, acabamos de entrar, como aquel que dice, en una clínica de reproducción asistida, hemos hecho un tratamiento que no ha funcionado. Queda todo un camino por delante de más pruebas, medicación, pinchazos, esperas, miedos, angustias, desesperación, pérdidas, duelos, despedidas y quién sabe cuántos tratamientos más y con qué final".

"Yo viví mis embarazos como 'ostras, voy a tener un hijo'. ¿Me convierte eso en madre? No sé, pero no me quita el sueño pensar si he sido madre"

Míriam sonríe (lo noto al otro lado del teléfono) al contarle que he hablado con Helena. Helena, por su parte, me recomienda que hable con Míriam Aguilar, una mujer que conoce muy bien el camino que ella me ha contado porque también lo ha recorrido para intentar ser madre. A día de hoy no sabe decirme si lo consiguió, si se siente madre de los cuatro hijos que no pudo tener, pero para ella, eso no es lo verdaderamente importante dentro del proceso que ha vivido: "Yo viví mis embarazos como 'ostras, estoy embarazada, voy a tener un hijo'. ¿Me convierte eso en madre? Pues no lo sé, pero no me quita el sueño pensar si he sido madre o no. Yo sí siento que he tenido estos cuatro hijos, que se fueron demasiado pronto, yo ya hice el duelo... Y solté esa necesidad de tener que ser madre porque, al final, yo creo que hay un momento en el que juntamos el deseo de ser madres con la necesidad de ser madres y que esa necesidad responde a toda la presión social que hay en torno a este tema. Entonces, ¿cómo no vamos a necesitar ser madres? Si parece que si no eres madre no eres nada...".

Míriam nació en Barcelona y, tras haber experimentado un largo y doloroso camino que la llevó a aceptar que no sería madre, ha escrito su primer libro ¿Y ahora qué? El camino que ella y su marido transitaron, se parece bastante al que ha contado Helena: "Yo me quedé embarazada enseguida de forma natural, pero acabó en un aborto al cabo de muy pocas semanas", cuenta Míriam. "Yo entendía que me pasaba algo, pero ningún médico me dijo 'tienes infertilidad' de forma directa o clara. Yo sospechaba que pasaba algo porque, cada vez que me quedaba embarazada, perdía el embarazo siempre en las primeras semanas de gestación. El embarazo que más duró fue el tercero, que fueron como nueve semanas o así", como Míriam se quedaba embarazada, aunque luego este no siguiese adelante, los médicos nunca le dijeron que fuese infértil, "me hacían pruebas y todas salían bien, de hecho yo no tengo ningún diagnóstico, es 'desconocido'".

placeholder Míriam Aguilar. (Cedida)
Míriam Aguilar. (Cedida)

En 2017, después de cuatro abortos, Míriam decidió dejar de intentar quedarse embarazada de manera natural, "porque siempre acababa de la misma forma y ya no quería tener más abortos". Fue entonces cuando decidieron ella y su pareja someterse a algún tratamiento: "Volví a la ginecóloga que me llevaba en aquel entonces, le comenté que yo no quería seguir intentándolo, al menos de forma natural, y fue cuando me planteó que quizás era un problema en los óvulos, pero sin saberlo, y que una posible solución era hacer un tratamiento de ovodonación. Yo en 2017 tenía 40 años y lo pensamos mucho porque no entraba dentro de nuestros planes, también tuvimos que planteárnoslo a nivel económico", y dijeron que sí.

Para ello, fueron a la clínica que le recomendó su ginecóloga, era con la que ella trabajaba y Míriam estaba tan desgastada de todos los años pasados que no se sentía con las fuerzas suficientes para empezar a mirar clínicas: "Acudimos a una, nos ofrecieron directamente el tratamiento de ovodonación sin pasar por una 'in vitro' con mis óvulos porque intuían que podía estar el problema en los óvulos. Nos hicieron alguna prueba más y volvieron a salir bien. Sacamos cuatro embriones y bueno, pues en la primera transferencia me pusieron uno que no funcionó, en la segunda me volvieron a poner otro que no funcionó y en la tercera me pusieron los dos últimos que tampoco funcionaron y ahí sí que sentí que lo habíamos intentado todo y que ya no, que ya no estaba dispuesta a hacer nada más".

Míriam sintió entonces que era el momento de parar, su marido lo entendió, si por él hubiera sido habrían parado incluso antes, pero ni todo su entorno ni la sociedad en general comprendieron su decisión.

Presión social

Ya lo vivió Yerma en la obra de Lorca, su entorno esperaba con ansia el momento en el que ella anunciase que estaba embarazada. Las lavanderas hablaban de ella, las mujeres con hijos como María evitaban entretenerse al pasar por su puerta para que no se pusiera triste. Comparar tu proceso con el de otras mujeres cuando no consigues tener un hijo es humano: "Para mí es superimportante no comparar procesos porque, aunque tengas el mismo diagnóstico, tú eres tú y la otra persona es la otra persona y tú tienes unas circunstancias y la otra persona otras. Cuando comparamos, no estamos teniendo en cuenta esas circunstancias", explica Míriam.

Quien también confiesa, al igual que Helena, haber sufrido una fuerte presión social durante el tiempo que estuvo intentando quedarse embarazada, asimismo cuando decidió dejar de intentarlo: "Me han preguntado desde todas las formas posibles y lugares posibles y personas posibles del mundo por mi falta de maternidad. Incluso después de haber tomado la decisión me han seguido preguntando y me han seguido haciendo comentarios".

"Yo no necesito que me des alternativas, yo lo que necesito es que aceptes que yo no voy a tener hijos, yo y otras muchas mujeres más, no necesitamos que nos pregunten '¿por qué no adoptas?', o '¿has pensado en hacer no sé qué tratamiento?'. Si una mujer te dice que quiere dejar de intentarlo o que no ha podido ser madre, pues ya está, o sea, allí, se acaba la conversación, no hay un debate detrás; pero por desgracia el debate todavía está", insiste Míriam, que se ha sentido cuestionada por la sociedad en muchas ocasiones.

Y Helena coincide, para ella, en cuanto al componente social, "el ingrediente con más peso es el desconocimiento": "No se conoce a la infertilidad, no se conoce que es una enfermedad, que así la declaró la OMS. No se habla de la infertilidad. ¿Y por qué no se habla de ella? Porque duele en el alma, porque quema hablar sobre tu pérdida y que tu entorno, la comunidad médica o incluso los medios de comunicación no traten el tema con el respeto, amor y empatía que se merece. Y los pacientes decidimos callar…", explica la presidenta de RNI.

"Cuando dices a alguien 'se te va a pasar el arroz', no sabes si no quiere tener hijos, si lleva 5 años intentando tenerlos o si ha sufrido un aborto"

Al cruzar la frontera de los 30 años, muchas mujeres empiezan a escuchar a su entorno dirigirse a ellas con frases como: 'Se te va a pasar el arroz', y escuchar esto puede llegar a doler mucho: "El lenguaje tiene muchísima importancia en cualquier plano de nuestra vida. Lo que decimos y cómo lo decimos genera un impacto sobre nuestro interlocutor. Si a esto le sumamos una situación altamente emocional como es el transcurso de un problema de infertilidad, todo adquiere más relevancia. Cuando tú le dices a alguien 'se te va a pasar el arroz', no sabes lo que esa persona está viviendo. No sabes si no quiere tener hijos. No sabes si lleva 5 años intentando tenerlos. No sabes si acaba de sufrir un aborto. No te imaginas el daño que puedes provocar con esas palabras", declara Helena.

Y es que elegir no ser madre también es una opción, aunque haya personas a las que todavía les cueste entender que no eres ni más ni menos mujer por no ser madre.

Salud mental

YERMA: Cada vez tengo más deseos y menos esperanzas.

MARÍA: Mala cosa.

YERMA: Acabaré creyendo que yo misma soy mi hijo. Muchas noches bajo yo a echar la comida a los bueyes, que antes no lo hacía, porque ninguna mujer lo hace, y cuando paso por lo oscuro del cobertizo mis pasos suenan a pasos de hombre.

La infertilidad afecta en muchos sentidos a quienes la sufren, pero, sobre todo, tiene un impacto directo en la salud emocional y mental: "Dicen los expertos que la infertilidad genera una crisis vital porque repercute en todas las áreas de nuestra vida: familiar, pareja, trabajo, ocio, relaciones sociales, de manera emocional y comportamental, limitando la vida de las personas que la padecemos. Por ese motivo, es necesario que se visibilice y que se trate. Porque el impacto psicológico que deja es brutal", pide Helena.

Mientras esta imposibilidad de quedarte embarazada está afectando a tu salud mental, "te dicen que no te preocupes, que eres joven, o que estás muy estresada, u obsesionada, que por eso no te quedas… Que dejes de pensarlo…", manifiesta Helena, que hace 10 años se reunió con otras dos pacientes que estaban viviendo la infertilidad en la soledad de sus casas sin poder compartir el dolor con nadie hasta que se encontraron y fundaron la asociación Red Nacional de Infértiles.

"Había llevado todo este proceso sin contárselo a casi nadie, lo sabían muy pocas personas y tenía una necesidad muy grande de poder sacar todo"

Míriam, tras vivir su propio proceso, también ha querido conectar a otras personas que estén viviendo situaciones similares a la suya y lo hace a través de Instagram, ahora también con su libro. Ella sintió la necesidad de, a través de esta red social, después de haber tomado la decisión de dejar de intentar ser madre en diciembre de 2018, comenzar a contar sus propias vivencias: "Empecé a hablar de lo que me había pasado porque tenía una necesidad brutal de vomitarlo todo. Había incluso amigos míos que no lo sabían. Había llevado todo este proceso sin contárselo a casi nadie, lo sabían muy pocas personas y tenía una necesidad muy grande de poder sacar todo eso y entonces empecé a escribir, a compartirlo y empezaron a seguirme otras mujeres".

Desde entonces se ha formado como terapeuta gestalt y ha creado unos círculos femeninos para acompañar a las mujeres que están intentando quedarse embarazadas y mujeres que no tienen claro si quieren seguir o no intentándolo, y que, en ambos casos, se sienten incomprendidas y solas, sin una red de apoyo. También para mujeres que han decidido dejar de intentarlo o que nunca han podido acceder a la maternidad y que están viviendo el duelo por su no maternidad, que se sienten solas, juzgadas e incomprendidas y desean aceptar su vida sin hijos.

​"Siento que se está hablando mucho de infertilidad, se está hablando mucho de no poder ser madres o de no estar pudiendo ser madres, pero siempre se habla desde la perspectiva de que al final lo vas a conseguir. Y yo siento que ahí hay un vacío porque somos muchas las mujeres que no hemos sido madres por la razón que sea, que no solo es la infertilidad", concluye Míriam, que ha querido poner el foco también en la economía, ya que hay familias que tienen que desechar la idea de 'traer un hijo al mundo' por una imposibilidad económica.

JUAN: (Acercándose.) Piensa que tenía que pasar así. Óyeme. (La abraza para incorporarla.) Muchas mujeres serían felices de llevar tu vida. Sin hijos es la vida más dulce. Yo soy feliz no teniéndolos. No tenemos culpa ninguna.

YERMA: ¿Y qué buscabas en mí?

JUAN: A ti misma.

Federico García Lorca publicaba hace 90 años Yerma, una obra teatral en la que la protagonista termina odiándose por no poder quedarse embarazada y ser madre.

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