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El 'baby boom influencer' y cómo le afecta a un niño ser famoso desde que nace: "Puede minar su autoestima"
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Una fama no elegida

El 'baby boom influencer' y cómo le afecta a un niño ser famoso desde que nace: "Puede minar su autoestima"

Siempre ha habido niños famosos, lo más común es que fueran actores o cantantes, pero ahora son también referentes y estrellas en redes sociales. Analizamos este fenómeno junto a dos psicólogas

Foto: Kim Kardashian con su hija North de 10 años. (@kimkardashian)
Kim Kardashian con su hija North de 10 años. (@kimkardashian)

"Perdona, tú eres el de...", "te sigo desde hace años en YouTube, ¿me puedo sacar una foto contigo?", "me encanta tu última canción, te veo en el Wizink"... Salir a la calle y escuchar comentarios de este tipo, junto con recibir miradas indiscretas, nos afectaría a cualquiera; pero mucho más si somos niños y ser famosos no es una elección que hayamos tomado nosotros mismos.

Son nuestros padres quienes dirigen nuestra vida durante gran parte de la misma y son estos mismos los que, siendo sus hijos todavía pequeños, deciden apuntarlos a castings o compartir sus 'aventurillas' en redes sociales. Esto no es nada nuevo, lo de las redes sociales algo más, pero que una persona adulta haga todo lo posible para que su hijo alcance la fama durante su niñez no.

Aun sabiendo que no siempre sale bien y que son muchas las personas que han sido famosas siendo niñas o adolescentes, y que han tenido que lidiar con las consecuencias de ello de por vida, este fenómeno se sigue repitiendo y dando de manera habitual. Solo hay que echar un vistazo al 'para ti' de TikTok para ver como cada día padres y madres comparten los vídeos de sus hijos.

Es más, muchos influencers los sacan incluso en sus redes sociales para publicitar determinados productos y, como este fenómeno —la sobreexposición de los hijos de los influencers— es relativamente reciente, no podemos saber qué pensarán ellos de haber vivido su infancia de esta manera: ¿le parecerá bien al hijo de María Pombo que lo hayamos visto soplar cada año las velas en sus cumpleaños?, ¿le gustará a la hija mayor de Violeta Mangriñán saber que el momento en el que conoció a su hermana lo han visto más de 13 millones de personas?, o ¿a los de Verdeliss haber sido los actores de muchos de sus anuncios publicitarios?

Lo que sí sabemos es que ya hay actores sacando libros para contar que no fueron ellos quienes eligieron dedicarse a ello, que fueron presionados por sus padres; en el caso de Jennette McCurdy, Sam Puckett en la serie de Nickelodeon 'iCarly', más concretamente por su madre. Es más, la actriz ha escrito un libro titulado 'Me alegro de que mi madre haya muerto', en el que cuenta que fue su madre (que había querido ser actriz y sus padres no le dejaron) quien cuando McCurdy tenía tan solo 6 años empezó a apuntarla a castings.

Debra McCurdy, la madre de la actriz, controlaba todos los aspectos de la vida de su hija, le obligaba a depilarse, a mantenerse delgada, le provocó un trastorno alimenticio... Todo esto para que encajara en unos cánones y siguiera teniendo trabajo. Durante años, la actriz ha luchado contra el trastorno obsesivo-compulsivo, los trastornos alimentarios y la ansiedad provocada por la atención constante que recibía como celebridad: "Toda mi infancia y adolescencia fueron muy explotadas", confiesa en una entrevista en el New York Times.

"Una elevada exposición mediática o pública puede impactar profundamente en la maduración de un niño"

Es cierto que cada experiencia es un mundo y que no todas las personas que han sido famosas desde su infancia han tenido experiencias tan negativas como la actriz estadounidense —un ejemplo de ello podría ser el actor y músico español Víctor Elías que interpretó a Guille en Los Serrano—; pero también lo es que "una elevada exposición mediática o pública puede impactar profundamente en la maduración de un niño", explica Beatriz González, psicóloga, fundadora y directora de Somos Psicología y Formación.

La soledad de la fama, también en la infancia

Gestionar la fama no es una tarea sencilla, tampoco para un niño. A veces tendemos a pensar que los niños no son del todo conscientes de lo que viven o les ocurre, pero eso no es cierto. "Que un niño se vea expuesto a la fama desde edades tempranas puede influir de manera compleja en su desarrollo psicológico. Estar sometidos a altas presiones, reconocimientos o expectativas desde la infancia puede provocar un estrés significativo, lo que afecta indudablemente el desarrollo emocional y social del menor", asegura Beatriz González.

La fama puede incluso complicar las relaciones interpersonales de los niños, ya que estos pueden tener dificultades para diferenciar si estas se basan en afecto genuino o en el interés por su estatus. Añade Beatriz que "quienes han vivido la fama desde pequeños suelen ver seriamente condicionadas sus relaciones sociales con otros niños. Primero, porque la fama puede crear una barrera invisible que los separa o diferencia de otros menores. Pueden ser percibidos como diferentes o especiales, lo que dificulta la formación de amistades basadas en la igualdad y el respeto mutuo. Esto puede conducir a la soledad o al desarrollo de relaciones superficiales basadas más en su estatus que en una amistad sincera".

No obstante, eso no es todo, según la psicóloga, estos niños famosos muchas veces se encuentran en entornos donde predominan los adultos o profesionales que pueden no compartir sus intereses infantiles o juveniles, lo que limita su exposición a interacciones apropiadas para su edad y, por tanto, "puede retrasar su desarrollo social y emocional, ya que las interacciones otros niños son cruciales para desarrollar habilidades sociales y empatía".

"Considero que a un niño con 12 años no hay que ponerle una venda en los ojos, pero es una edad para hacer cosas de un niño de 12 años"

En cierta manera, esta situación la vivió Eduardo García cuando con 12 años interpretó a Josemi en Aquí no hay quien viva. Fue él mismo quien en el pódcast 'Club 113' dijo: "Yo tenía 12 años y considero que a un niño con 12 años no hay que ponerle una venda en los ojos, pero es una edad para hacer cosas de un niño de 12 años. A lo mejor hay cosas que no las debería haber visto, hermano. Yo era un niño parado y llegaba a mi casa y le decía a mi padre: 'Oye, papá, he visto esto, he visto lo otro'. Mi padre no me engañaba, pues me decía: 'Hijo, por aquí bien, por aquí mal'".

A Eduardo, también conocido como el Dudu, su carrera como actor durante su infancia le marcó y la psicóloga insiste en que esto es común que ocurra: "La exposición pública constante puede dar lugar a problemas de autoestima, ya que el niño puede empezar a valorarse basándose en la aprobación externa y en el éxito profesional, descuidando otras facetas de su identidad".

Niños famosos de internet

Los nuevos famosos, o gran parte de ellos, surgen en internet. Cada vez son más las personas que se dedican profesionalmente a crear contenido y a compartirlo en las redes sociales; incluso la publicidad ha evolucionado centrándose en estas plataformas y ser influencer es ya una profesión.

Los creadores de contenido comparten gran parte de su día a día en internet y, a veces, también la vida de sus hijos. Es más, algunos de estos niños tienen ya sus propios perfiles en redes sociales, como es, por ejemplo, el caso de la hija mayor de Kim Kardashian, North West, que con 10 años tiene una cuenta de TikTok compartida con su madre.

Sin embargo, esta exposición a edades tan tempranas en redes sociales, según Gloria R. Ben, psicóloga experta de Qustodio, "puede suponer para los niños graves problemas a nivel de desarrollo evolutivo y emocional". Ser una figura pública genera reacciones y opiniones que "en ocasiones, pueden ser halagos, pero en otros momentos no. Los menores pueden estar expuestos a un acoso al cual no están acostumbrados y esto puede minar su autoestima. La exposición social genera un efecto de comparación, la necesidad del like constante, el compararse con otras vidas similares a las suyas, la presión por mantener una imagen perfecta en línea y producir contenido contantemente, pueden producir un estrés exagerado que dé lugar a una gran ansiedad".

Gloria R. Ben considera recomendable evitar la sobreexposición en redes sociales no solo de los menores, sino de cualquier persona, "pero más aún de los menores": "Si aun así quieres generar contenido y una buena parte de tu contenido son tus hijos, sería recomendable que priorizases la calidad sobre la cantidad para no dejar una huella digital tan extendida de un menor".

Recomienda también ser muy conscientes de que todo lo que subimos a internet permanece y, por tanto, "tener bien configurada la privacidad para tener más control de las personas que pueden acceder a la información que subimos a redes, intentar no subir imágenes que den datos personales del menor, así como estar pendientes de los comentarios que las imágenes que subimos están produciendo".

¿Qué debo hacer entonces si mi hijo que ha crecido viendo a Ibai y a IlloJuan quiere ser, por ejemplo, streamer? Gloria R. Ben responde: "Si nuestro hijo, después de toda la educación y prevención que hemos realizado con él en cuanto a todo el tema tecnológico, quiere ser creador de contenido, es muy importante que le apoyemos y le hagamos saber que estamos muy orgullosos de él. Potenciar la autoestima de nuestros hijos es indispensable a la hora de ayudarles a protegerse frente a posibles conflictos o riesgos que se le presenten en un futuro. A la par que fomentamos la exploración y le proporcionamos los recursos necesarios, es muy importante que estemos a su lado acompañándoles y guiándoles en caso de que lo necesiten".

Foto: Son muchos los niños los que acuden a su móvil para contestar dudas, antes que a sus padres. (Pexels/Pixabay)

Niños famosos que dejarán de ser niños y quizá famosos

Estas personas que se han hecho famosas durante su infancia crecerán y para ello tendrán que atravesar la adolescencia, un momento trascendental, según Gloria R. Ben, junto con la infancia, en el desarrollo de la personalidad: "Durante la adolescencia los niños experimentan un crecimiento tanto a nivel físico como cognitivo y emocional, y las experiencias con las que se van identificando son claves en este crecimiento. Es muy importante también en esa etapa la parte social, la pertenencia a un grupo y el apoyo del mismo. Es justo por estas circunstancias por las que la fama durante la adolescencia puede tener consecuencias tanto positivas como negativas".

Por un lado, explica Gloria, la fama les puede proporcionar experiencias diferentes y únicas que les permitan tener un desarrollo más rico de su personalidad, crecer más y más rápido; puede aumentar la seguridad en ellos mismos al verse reconocidos y al observar que ejercen una influencia en los demás, pero también puede generar situaciones a las que no sepan enfrentarse y que les pueda producir una presión a la que no están acostumbrados.

"La pérdida del anonimato y la privacidad, y el estar constantemente bajo la opinión pública, puede hacer que muchas experiencias normativas que se quieren vivir en esa edad no se puedan llevar a cabo. Esto puede generar un efecto negativo en el desarrollo social e incluso rechazo por parte de sus pares al no poder hacer lo que quieren por tener cerca a una persona conocida, además de miedo a poder salir ellos en los medios. A estos aspectos se suma la presión por la necesidad de estar siempre dando tu mejor versión, el poder ser el centro de muchas críticas puede dar lugar a un malestar a nivel emocional que desencadene en trastornos del estado de ánimo", indica R. Ben.

"La adaptación a una vida adulta con menos atención puede resultar desorientadora, especialmente si su fama disminuye"

Y el paso a la adultez, ¿será también especialmente complicado? Sí, sobre todo si va acompañado de una disminución de la atención pública: "La adaptación a una vida adulta con menos atención puede resultar desorientadora, especialmente si con el tiempo su fama disminuye. Otro reto es el desarrollo de habilidades para la vida cotidiana, que a menudo no se han cuidado tanto debido a las demandas y exigencias de sus carreras", aclara González.

"La pérdida de la notoriedad, la fama o el 'éxito' en la adultez puede tener un alto impacto en quienes fueron famosos desde niños. La identidad de estos individuos a menudo está fuertemente ligada a su popularidad y visibilidad pública, por lo que perder ese estatus puede desencadenar crisis de identidad y sentimientos de inutilidad, frustración o ira. El impacto de esa transición puede ser especialmente intenso si no se ha desarrollado en el menor una base sólida de autoestima, independientemente de su fama. Esto puede llevar a depresión, ansiedad y dificultades para adaptarse a una vida más común. Además, la falta de preparación para hacer frente al rechazo y al fracaso, debido a los elogios constantes en la infancia, puede aumentar la vulnerabilidad a problemas emocionales y conductuales", concluye Beatriz González.

"Perdona, tú eres el de...", "te sigo desde hace años en YouTube, ¿me puedo sacar una foto contigo?", "me encanta tu última canción, te veo en el Wizink"... Salir a la calle y escuchar comentarios de este tipo, junto con recibir miradas indiscretas, nos afectaría a cualquiera; pero mucho más si somos niños y ser famosos no es una elección que hayamos tomado nosotros mismos.

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