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¿Qué tienen en común la ouija y el capitalismo? La metáfora de la filósofa alemana más radical
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'COMUNISMO PARA NIÑOS'

¿Qué tienen en común la ouija y el capitalismo? La metáfora de la filósofa alemana más radical

La ensayista Bini Adamczak se hizo muy famosa por publicar un libro que pretendía acercar el marxismo a las masas. ¿Cómo ha cambiado el pensamiento de izquierdas en estos años?

Foto: Foto: iStock.
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La ouija, ese 'juguete' que inspira pavor a tanta gente desde el estreno de El exorcista, tiene su razón de ser en lo paranormal. Un grupo de personas se reúne alrededor de un tablero con letras, y todas se disponen a colocar un vaso en el centro en el que apoyan sus dedos, para luego invocar a algún demonio, ser paranormal o espíritu. El objetivo pasa por concentrarse lo suficiente como para conseguir que el vaso se mueva por sí solo, aunque esto desafíe a las leyes de la física. Ahí está la gracia, y para los más susceptibles de asustarse, la desgracia.

En este juego se entrelazan, por tanto, tres mundos: el de los humanos (que sujetan el vaso), el de las cosas (el vaso, el tablero) y el paranormal (una energía que se manifiesta e interfiere entre los humanos y las cosas cuya naturaleza es desconocida). ¿Qué tiene que ver esto con el capitalismo? "Todos ponen el dedo sobre el vaso e, inconscientemente, tiemblan un poco, entonces el vaso empieza a moverse por una mano invisible de una letra a la siguiente. La gente no se da cuenta de que ellos mismos fueron los que movieron el vaso, porque es imposible que su temblor individual pudiera moverlo por sí mismo; al contrario, piensan que un espíritu canalizó un mensaje a través de ellos".

Estas palabras pertenecen a Bini Adamczak, ensayista alemana, quien hace unos años revolucionó el campo de la teoría política en su Alemania natal y en Estados Unidos con su éxito en ventas Comunismo para niños (no publicado en España, y originalmente titulado Kommunismus: kleine geschichte, wie es endlich anders wird, que podría traducirse como "Comunismo: breve historia de cómo las cosas por fin están cambiando"). En un inspirador texto publicado en The Mit Press Reader, la autora reflexiona con una aguda parábola sobre este juguete encantado, alegorizando la forma en la que vivimos bajo las condiciones socioeconómicas del capital.

"Solo en el capitalismo las personas se relacionan entre sí y colaboran entre ellas para que al final las cosas acaben gobernando sobre la gente"

"El vaso se mueve solo porque las personas actúan juntas y no por separado", admite Adamczak. "Ninguna podría jugarlo de manera solitaria, por lo que ni siquiera se dan cuenta de que están cooperando juntas. La colaboración se produce de manera velada, a sus espaldas, por así decirlo. Si esas personas, en cambio, se reunieran de manera consciente para pensar colectivamente sobre lo que realmente querrían escribir en el tablero, entonces el resultado sería muy distinto. Sin embargo, el texto que se origina parece escrito por una mano invisible y, como nadie lo puede explicar, creen que fue un espíritu o un espectro".

La mano invisible de Smith

Al leer esta metáfora de la ouija con cómo como funciona el capitalismo les habrá venido a la cabeza la teoría de la mano invisible de Adam Smith, según la cual, la ley de la oferta y la demanda benefician a todos los miembros de la sociedad de una manera indirecta, es decir, sin quererlo, al buscar su propio interés y beneficio. El libre mercado favorece a todos sin que haya un expreso deseo de colaboración entre ellos, porque al final esta surge de forma natural, automática. Este es uno de los principios básicos del capitalismo, aquel que sustenta su viabilidad a largo plazo como sistema económico.

"Contra el fascismo, la narrativa del superhéroe no funciona. Si quieres salvar al mundo, necesitas cambiarlo de forma radical", sostiene Adamczak

El problema, y aquí es donde Adamczak ve el sentido negativo del capitalismo y por eso quizá alude a este juego de carácter demoníaco, sucede cuando las cosas (la producción humana total de bienes y servicios) toman el control de esa mano invisible sobre las personas, lo que se traduce en un interés desmedido o no proporcional al interés de otros tantos. Importa, entonces, el tipo de relación que las personas quieren buscar entre ellas en relación con las cosas que manejan. "Las cosas no gobiernan en todos los tipos de sociedades, pero en el capitalismo sí", sostiene Adamczak. "Solo en el capitalismo las personas se relacionan entre sí y colaboran entre ellas para que al final las cosas acaben gobernando sobre la gente".

El vaso de la ouija se mueve por la energía de las personas, aunque estas crean que esto responde a unas cualidades mágicas o sobrenaturales. Otra lectura que podríamos extraer de esta curiosa metáfora es la que hace el pensador francés Jacques Derrida en su libro Espectros de Marx, quien parte de su teoría filosófica de la deconstrucción para hablar del dogmatismo de izquierdas, que en Europa se presenta con un halo fantasmal tras la caída de la Unión Soviética. Precisamente, Adamczak rechaza por completo el socialismo real y todos los experimentos llevados a cabo hasta la fecha que pretendían resucitar la idea de un estado socialista que derribara al capitalista.

Foto: Fukuyama, en el IV Seminario de Estudios y Políticas Públicas del Banco Santander, en Santiago de Chile. (EFE)

Su libro, publicado en 2004, ocasionó mucho revuelo en Estados Unidos, ya que la universidad que lo tradujo y editó fue la editorial del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). En aquella época, abundaban las respuestas críticas a la idea de Fukuyama del "final de la historia" que situaban al capitalismo como el sistema económico más eficaz, habiendo resuelto en teoría las grandes necesidades e intereses de la mayoría de las personas del globo, sobre todo en el lado occidental del mundo. Ahora, en cambio, el debate está en otro punto, como es el auge de la extrema derecha en los países desarrollados, a la par que la emergencia climática o los problemas migratorios.

"Contra el fascismo, la narrativa del superhéroe no funciona: la tarea del superhéroe es detener al villano que tiene un plan para destruir el mundo o cambiarlo drásticamente", aseguraba Adamczak en una entrevista. "El superhéroe frustra esos planes en el último momento y luego el mundo vuelve a ser igual de mierda como antes. Eso no puede ser todo. Los socialdemócratas, los laboristas, los conservadores y los políticos neoliberales hicieron posible el ascenso de esta extrema derecha, y para lugar contra el neofascismo no podemos defender el modelo de sociedad a la que aparentemente se opone: tenemos que luchar por un mundo totalmente diferente. Si quieres salvar al mundo, necesitas cambiarlo de forma radical".

La ouija, ese 'juguete' que inspira pavor a tanta gente desde el estreno de El exorcista, tiene su razón de ser en lo paranormal. Un grupo de personas se reúne alrededor de un tablero con letras, y todas se disponen a colocar un vaso en el centro en el que apoyan sus dedos, para luego invocar a algún demonio, ser paranormal o espíritu. El objetivo pasa por concentrarse lo suficiente como para conseguir que el vaso se mueva por sí solo, aunque esto desafíe a las leyes de la física. Ahí está la gracia, y para los más susceptibles de asustarse, la desgracia.

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