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Lope García de Salazar: el vasco que deja a Juego de Tronos en una anécdota de parvulitos
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Un guerrero gigantesco

Lope García de Salazar: el vasco que deja a Juego de Tronos en una anécdota de parvulitos

Es un mito bastante desconocido, pero fue uno de los señores feudales más importantes del País Vasco. El sexo y la amoralidad más absoluta, siempre presentes en sus actos

Foto: Lope García de Salazar (Fuente: Wikimedia)
Lope García de Salazar (Fuente: Wikimedia)

“La guerra es, sobre todo, un catálogo de errores garrafales”. “El coraje es lo que se necesita para pararse y hablar, también es lo que se necesita para sentarse y escuchar”.

Winston Churchill.

En el paréntesis que ocupa los siglos XIII y XV, un linaje de Vizcaya se enfrentó a muerte contra uno castellano con gran influencia entre las Cortes y la Corona. Todo apuntaba desde el mismísimo origen del enfrentamiento, a la extinción de los vizcaínos, habida cuenta su pequeña entidad grupal y escasa influencia, más allá de las fronteras del famoso Árbol Malato.

En una primavera silenciosa (los pájaros venían retrasados), desde el balcón de una casa solariega en las cercanías de Portugalete, en la margen izquierda del Nervión, un muchacho de dos metros diez centímetros, noble por ascendencia; le daba vueltas al magín para salir del quebranto y atribulaciones propias de la edad. El río fluía tranquilo hacia El Abra para confluir con las turbulencias del Cantábrico y su atormentada mente pugnaba por tomar una decisión. La escasa racionalidad propia de la adolescencia se enfrentaba a un hormonado morrosko dispuesto a vender su alma al diablo si era menester. Así estaban las cosas…

Foto: Batalla de la Coruña, una pintura de Hippolyte Bellangé (1843, Wikimedia Commons)

Lope García de Salazar podría muy bien pasar por un noble escorado hacia lo que podemos definir como el “mal”; pero es que no es una definición simple. Los estereotipos, si se rasca un poco, descubren facetas que se descuelgan de la racionalidad y si queremos conocernos de verdad; incluso de los factores emocionales que tanto hacen por perturbar la esencia de la interpretación tranquila de la verdad, si es que esta existe. Por ello, habría que matizar que es el bien y que es el mal y nos iríamos al terreno del ensayo, algo que no es objetivo de este artículo.

Se hace necesario recordar que, en estos dos siglos, acontecieron durísimas guerras entre familias. En la prefigurada Italia del Renacimiento; los Medici, Borgia, Orsini, el papado, etc., se mataban a destajo pagando a los mejores profesionales y eso, cuando no se mataban entre ellos directamente. En la Inglaterra tardomedieval, la Guerra de las Dos Rosas (Lancaster vs York), se llevó a más de 100.000 almas mientras duró el conflicto. Casi nada, sobre todo para aquellos que eran cogidos a lazo para defender al conde de turno. Aquí, en la proto España que cruzaba la frontera del siglo XV y el XVI; los Banderizos vizcaínos no estaban dispuestos a tragar quina.

Era a finales del siglo XV cuando una fuerte crisis económica producto de la peste del siglo anterior y una tremenda bajada de la natalidad, afectaron la cómoda situación de la aristocracia vasca; algo extensivo al resto de la península. La baja productividad de las tierras, epidemias solapadas, la guerra contra los del turbante en el sur y otras miserias adjuntas; generaron problemas sociales sin cuento. Ante la carestía y las necesidades sobrevenidas, la violencia generalizada caló todos los estratos de la sociedad y la nobleza vasca no se cortó ni un pelo al activar todos los recursos a su alcance para mantener su nivel de vida a costa de los más desfavorecidos. Como era una guerra entre cabezones, la lógica nos lleva a deducir que hubo muchos chichones.

placeholder Los Reyes Católicos (Wikimedia)
Los Reyes Católicos (Wikimedia)

Las guerras de bandos o de banderías, fueron unos enfrentamientos geográficamente específicos de las latitudes vascas en un momento de transición histórica, antes de la aparición de los estados modernos. Diferentes linajes de la nobleza rural vasca se enfrentaban a muerte por la supervivencia, ya que el comercio en las costas, avanzaba imparable y protagonizaba segmentos de la economía local que desplazaban a otros más tradicionales. Cuando los Reyes Católicos se dieron cuenta de que los de la txapela se estaba dando cera de la buena, intervinieron, afortunadamente, para detener aquella trifulca fratricida. Castilla necesitaba imperiosamente una salida al mar a través de los puertos vizcaínos para su comercio lanar con la Hanseática y Países Bajos. Nadie cuestionaba la fidelidad de los vascos y sus pactos frente al árbol de Gernika con los castellanos, pero la potencialidad incendiaria de estos levanta piedras y aizkolaris que te dejaban “pelao” un monte en un pispas, era para tener en cuenta.

Pero volviendo a centrar el tema. Lo de Lope García de Salazar deja a Juego de Tronos en una anécdota de parvulitos. Múltiples hijos bastardos que prohijaba con jugosos donativos a las afectadas; una mujer cabreada no, lo siguiente; unos hijos reconocidos que veían peligrar sus vastas posesiones y, siete mancebas durante su periodo de encierro en la Torre de Muskiz para mantener en forma a aquel coloso; un fichaje... Era el año 1476.

Lope García de Salazar, es, en sí mismo, un mito bastante desconocido; pero fue uno de los señores feudales más importantes del País Vasco. Prisionero de sus propios hijos, pretendían estos que renunciara a la imperante y anacrónica ley de mayorazgo, tan arraigada en las tierras de los vascos. Su mujer legal, Juana de Butron promovió un levantamiento contra él y al alimón, toda la caterva de hijos que compartía con ella; esta agraviada fémina, le da un susto de muerte y entre todos lo encierran en lo alto de un torreón con sus concubinas. Vamos, que da para una serie de máxima audiencia.

"El País Vasco en ese momento de cierre de la Edad Media era un auténtico incendio"

Lope García de Salazar no era un dechado de virtudes; digamos que la amoralidad más absoluta presidía sus actos. Con 18 años ya se había ventilado a una docena de oponentes; tomaba a las mujeres por asalto, una práctica muy arraigada entre los nobles de la época, y tenía montado un chiringuito desde el que extorsionaba a todo quisque. Y ya se sabe que el que a hierro mata... Fueron sus propios hijos los que le dieron matarile con una sobredosis de belladona.

Pero si decimos que era un personaje de armas tomar, también podríamos adelantar que era un erudito. Muchas costuras tenían este gigantesco morrosko. Si hoy sabemos como se desarrollaron las guerras banderías en el País Vasco y las colindantes zonas de Burgos y Cantabria; es gracias a la Crónica de Vizcaya y el “Libro de las buenas andanzas y fortunas que fizo Lope García de Salazar” en el cual está claro quién era el “prota”. Gracias a esta joya literaria, hoy sabemos de primera mano lo acontecido en el periodo de los conflictos banderizos.

Lo que no comenta con detalle, o sea, a vuela pie; es los conflictos que tenía con los Haro y Velasco. El País Vasco en ese momento de cierre de la Edad Media era un auténtico incendio. Los señores feudales imponían a la fuerza su poder. Un clima de violencia se fue retroalimentando hasta desembocar en una guerra de proporciones considerables. Los linajes enfrentados se alinearon en torno a líderes que se dieron en llamar Parientes Mayores, al que los vasallos obedecían y juraban lealtad. Aquel desmadre se convirtió en un auténtico akelarre en el que la “nobleza” actuaba de forma mafiosa, extorsionando, habilitando cuatreros, organizando vendettas, robando cosechas, secuestros, raptos de mujeres y castigos ejemplares como aviso a navegantes.

Foto: Ilustración de Cartagena de Indias, ocupada por los barcos holandeses. (Wikimedia)

Fueron finalmente Las Hermandades; movimientos nacidos como reacción del pueblo frente a los abusos de la nobleza, las que conseguirán enfrentar a estos. Las asociaciones de hermandades irían cada vez integrando más municipios hasta configurarlas famosas Juntas Generales, órganos de administración propios del País Vasco; de ello se derivaría posteriormente las diputaciones de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya.

Finalmente, en el relato histórico manejado por López García de Salazar, justifica sus exabruptos y crímenes en una leyenda hecha a su medida. Esta leyenda, con un toque bastante fantástico, habla de una disputa entre dos bandos o hermandades que pretendían llevar unas velas colosales de cerca de 150 kilos a hombros hasta un santuario. Entre el licor de endrinas, el txakoli, la sidra y los efluvios de una digestión pantagruélica, se armó la marimorena. El alboroto que se organizó con el tema de las velas fue a más, convirtiendo en tumulto aquel festival social y religioso. Unos gritaban que, a hombros, “en vascuence gamboa quiere decir por lo alto" y otros "decían en vascuence oñas, que significa a pie". Tras acabar como el rosario de la aurora, aquella disputa multitudinaria daría comienzo a las luchas entre Oñacinos y Gamboinos. Qué país.

“La guerra es, sobre todo, un catálogo de errores garrafales”. “El coraje es lo que se necesita para pararse y hablar, también es lo que se necesita para sentarse y escuchar”.

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