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CURIOSIDADES FISIOLÓGICAS

¿Por qué los bostezos son contagiosos? Algunos estudios que te dejarán con la boca 'abierta'

Repasamos por qué este fenómeno tan común y cotidiano representa todavía un auténtico misterio para la ciencia. ¿A qué se debe que nos entren ganas de hacerlo cuando se lo vemos hacer a otra persona?

Foto: iStock.

¿Alguna vez te has encontrado bostezando después de ver a alguien más hacerlo? Este fenómeno, conocido como bostezos contagiosos, ha intrigado a científicos y observadores por igual durante años. A pesar de que es un comportamiento común, las razones detrás de por qué bostezamos en respuesta a otros siguen siendo un enigma.

La mayoría de las personas ha experimentado la irresistible necesidad de bostezar después de ver, escuchar o incluso leer sobre alguien más haciéndolo. Este efecto sugiere que el bostezo es altamente contagioso, posiblemente debido a un fenómeno llamado espejeo social. Los científicos creen que este comportamiento podría tener raíces evolutivas, ayudando a aumentar la vigilancia grupal o facilitando transiciones colectivas dentro de un grupo.

Estudios recientes sugieren que algunas personas son más susceptibles a los bostezos contagiosos que otras, aunque los mecanismos psicológicos detrás de esta susceptibilidad aún no se comprenden completamente. Según investigaciones, existen dos formas principales de bostezar: los bostezos espontáneos, que tienen desencadenantes fisiológicos como la temperatura corporal, y los bostezos contagiosos, cuyo origen sigue siendo un misterio.

Algunos científicos proponen que el bostezo es una respuesta involuntaria a situaciones estresantes

Un estudio en Kioto, Japón, observó a seis chimpancés en cautiverio y descubrió que dos de ellos bostezaban contagiosamente al ver vídeos de otros chimpancés bostezando. Este comportamiento también se observa en bonobos y perros, lo que indica que el bostezo contagioso no es exclusivo de los humanos. La relación entre los bostezos contagiosos y la empatía ha sido objeto de numerosos estudios. Los investigadores han planteado la hipótesis de que este comportamiento podría estar relacionado con la capacidad de empatizar. Un estudio liderado por Atsushi Senju investigó el comportamiento de bostezos en niños con trastorno del espectro autista (TEA) y encontró que estos niños no mostraban una reacción significativa a los bostezos en comparación con los niños neurotípicos.

La falta de reacción en niños con TEA podría deberse a una diferencia en cómo procesan las señales faciales, enfocándose más en la boca que en los ojos, que son las áreas que generalmente desencadenan el bostezo contagioso. Algunos científicos proponen que el bostezo es una respuesta involuntaria a situaciones estresantes, aumentando el flujo sanguíneo al cerebro y mejorando la alerta. Esta teoría sugiere que el bostezo contagioso podría haber servido como una forma de comunicación silenciosa entre nuestros ancestros, alertándolos sobre peligros inminentes como la presencia de depredadores.

Pese a las diversas teorías y estudios, la conexión definitiva entre los bostezos contagiosos y la empatía aún no ha sido establecida. Una revisión sistemática de 2017 recogida en un reciente artículo de How Stuff Works encontró evidencia inconsistente sobre esta relación, dejando la puerta abierta para futuras investigaciones. En el fascinante mundo de los bostezos, queda claro que este comportamiento, aunque cotidiano, esconde una complejidad que los científicos continúan desentrañando. Mientras tanto, la próxima vez que bosteces al ver a alguien más hacerlo, recordarás que participas en un comportamiento antiguo y misterioso que aún desafía una explicación completa.

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