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Por qué la comida sabe tan mal en el espacio (y qué plan tiene la NASA al respecto)

Un nuevo estudio se aproxima a por qué los astronautas no tienen tanto paladar ni olfato a la hora de comer, y explica algunos métodos para poder solucionarlo

Foto: iStock.

Disfrutar de una buena comida implica mucho más que solo saborear los alimentos. Prueba de ello es que en el espacio estos tienen muy mal sabor. Así lo certifican muchos astronautas que han pasado temporadas ahí arriba, alimentándose de productos específicos diseñados para consumir en las naves espaciales que contienen todos los nutrientes necesarios para una alimentación sana y equilibrada, pero que sin embargo, saben fatal.

Buenas noticias para ellos. Un estudio pionero en el mundo publicado en International Journal of Food Science and Technology (RMIT) ha resuelto que intervienen unos factores fisiológicos y psicológicos muy concretos para que los astronautas no puedan disfrutar como se merece de su comida. En primer lugar, la baja gravedad hace que el líquido se desplace de las partes inferiores a las superiores del organismo, lo que genera cierta hinchazón facial y congestión nasal que pasan factura a las capacidades de la nariz y de la lengua para distinguir los sabores y aromas de la comida.

Y, por otro lado, los factores psicológicos asociados a la percepción espacial también influyen. El hecho de estar aislado en un espacio tan grande acaba pasando factura a la manera en la que sentimos la comida. "La experiencia de estar en una estación espacial durante largos períodos de tiempo afecta con creces a la forma en la que olemos y saboreamos las cosas", admite Gail Iles, antigua instructora de astronautas de la Universidad Real Instituto de Melbourne, en declaraciones recogidas por Cosmos Magazine.

"Imagínate tener tus comidas favoritas de la Tierra planificadas con meses de antelación, pero luego no te gustan"

"Especulamos que el uso de saborizantes alimentarios dulces podría usarse para mejorar la percepción del sabor de otros alimentos en los astronautas", prosigue la experta. "Pero, hasta cierto punto, añadir demasiados químicos puede resultar desagradable para la comida en general, aunque deberíamos estudiarlo más. Por ejemplo, si tomas un café con leche con avellanas con un sabor fuerte a avellana, esto podría alterar el sabor original del café".

Más sensibles al dulce

¿Por qué avellanas? Los investigadores descubrieron que ciertos aromas y sabores, como el de avellanas o vainilla, eran más intensos en el espacio a partir de pruebas simuladas con realidad virtual de la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés). En cambio, otros como el limón se mantuvieron iguales. Hay una sustancia química de sabor dulce llamada benzaldehído que es la responsable de este cambio de percepciones en torno al sabor y al aroma, aunque también influye el estado psicológico de la tripulación.

"El entorno de la ISS puede resultar muy solitario y restrictivo. La mejor forma de imaginárselo es recordar cómo te sentías durante el confinamiento"

"Una mayor sensación de soledad y aislamiento influye mucho, por lo que nos propusimos estudiar las variables que tenían un peso importante a la hora de este cambio en las percepciones del sabor y del aroma, además de la sensibilidad de los individuos al olor", explica por su parte Julia Low, autora principal del estudio. Para ello, tomaron una muestra de 54 participantes adultos a los que analizar su percepción del sabor y del aroma tanto en un entorno real como de aislamiento.

"Imagínate tener tus comidas favoritas de la Tierra planificadas con meses de antelación, pero luego no te gustan", comenta Grace Loke, candidata a doctora del RMIT al medio anteriormente citado. "Esto también podría explicar por qué los astronautas solo cubren cerca del 80% de sus necesidades energéticas en el espacio". Otra de las variables es el aislamiento, de ahí que el equipo quiera trasladar los resultados en estos cambios de la percepción del sabor a personas que viven en entornos aislados, desde ancianos en residencias hasta trabajadores de plantas petrolíferas.

"El entorno de la ISS puede resultar muy solitario y restrictivo", concluye Loke. "La mejor forma de pensar en ello es recordar cómo te sentías durante el confinamiento por la pandemia, cuando estabas encerrado en tu habitación. Muchas personas en la Tierra viven en entornos así, como ancianos en asilos o militares en misiones en el extranjero... Esta investigación podría ayudar a mejorar sus sistemas alimenticios y fomentar una mejor nutrición".

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