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LA 'FRIGONOMÍA'

Cómo hacerte millonario cotilleando el frigorífico de los demás: el ingenioso método de Tassos Stassopoulos

Si quieres saber en qué empresas invertir en países en vías de desarrollo, esto te va a gustar. Un hombre ha desarrollado un truco que se basa en hacer un estudio de lo que tienen las familias en el frigo

Foto: iStock.

Si quieres saber a qué clase social perteneces, qué es en lo próximo que vas a gastar o tus expectativas de gasto y ahorro, tan solo mira lo que tienes en el frigorífico. Los bienes que tenemos ahí alojados, esperando ser consumidos, son una muestra perfecta de nuestro nivel económico y también de nuestras aspiraciones en la vida. ¿Productos ultracongelados para freír o huevos ecológicos? ¿Una amplia gama de frutas y verduras extraídas directamente de la huerta o solo blisters de embutidos y botes de conserva? ¿Yogures azucarados o quizá un bote de helado de alguna marca famosa de dulces?

El futuro de nuestra economía familiar está ahí. Los productos que conservamos en frío, al fin y al cabo, son expectativas de nuestro consumo futuro más próximo, delimitado por la fecha de caducidad. Y, por ello, analizados todos en conjunto puede servir como un indicador económico como otro cualquiera. Imagina que te dedicas a predecir la marcha de la economía de un lugar concreto (un barrio, por ejemplo) mirando los productos que las familias esperan consumir en los próximos días. Algo así es lo que ha hecho a nivel macro Tassos Stassopoulos, fundador y responsable de sistemas y tecnología (CIO), de Trinetra, una compañía de gestión de activos económicos y de oportunidades de inversión en mercados emergentes.

Su historia se ha hecho muy famosa al abogar por una manera muy simple de medir la rentabilidad de las inversiones económicas en determinados países, alejada de las previsiones de gastos e ingresos de grandes empresas de bienes de consumo. Tan solo mira en el frigorífico de la población local. "Me di cuenta de que la respuesta está en el refrigerador", asegura Stassopoulos en un interesante reportaje publicado en Wired. "Este podía decirme cómo se comportaría la gente una vez tuviera un poco de dinero más, antes de que ellos mismos lo supieran".

"En el frigo, hay muchísima información para entender quiénes son los consumidores emergentes y cómo gastarán su dinero"

Por ello, Stassopoulos empezó a fotografiar el interior de frigoríficos de familias de todas las clases sociales en países emergentes, como India. Así, realizó una clasificación basada en el progreso de la calidad y mejora de los bienes de consumo que había dentro de cada hogar. En primer lugar, el principio básico por el que alguien compra un frigorífico o congelador es porque quiere almacenar los ingredientes básicos para preparar comidas y, a la par, conservar las sobras. A esta función la llamó de eficiencia, y podría ser el primer paso en el desarrollo económico de una unidad familiar.

Como si fuera una pirámide de Maslow, las funciones de los productos para satisfacer las necesidades y deseos de una familia en un país que está viviendo un desarrollo económico van aumentando de manera progresiva. En el segundo estado, relativo a ser clase media, estaría poseer alimentos de no tan primera necesidad y que están pensados ya para el disfrute personal, como los helados, dulces o refrescos.

En tercer lugar, avanzaríamos a lo que se conoce como clase alta, en la que los productos ya están destinados a la mejora de la salud, lo que confiere un sentido de superación personal. Aparecen aquí los productos de distintas culturas, como si el frigorífico hubiera pasado por un proceso de globalización. Aplicado a nuestro país, podríamos establecer este momento como el día en que dejamos de comer jamón serrano o huevos, y pasamos a incluir en nuestro refrigerador salsas de comida mexicana o turca, bandejas de sushi o carnes importadas de otros países.

El último estadio de desarrollo económico vendría a ser el de aspirar a una "virtud colectiva", apostando por productos orgánicos o cuya fabricación no ha supuesto ningún perjuicio para el mundo animal, vienen envueltos en materiales reciclables, son ecológicos o adquiridos en tiendas de comercio justo. "Ahí se encuentran los países nórdicos", expresa Stassopoulos. "India se encuentra en principalmente en la primera etapa, la de la eficiencia, China está en la segunda y Brasil ya se encuentra en la tercera".

Un medidor sociocultural

Como explica Nicola Twilley, la reportera que le entrevistó, "decidió invertir en procesadoras de productos lácteos en India, es decir, en empresas que convierten la leche en mantequilla, queso, yogur o helado, al predecir que estos eran los artículos que las familias indias añadirían a sus dietas a medida que sus ingresos aumentaran". El economista tenía razón. Tiempo después, se demostró que las ventas en productos lácteos de valor añadido aumentaron en el país, concretamente en Aurangabad, una ciudad a varios kilómetros de Bombay que había visitado para fotografiar y hacer una muestra de los frigoríficos de las familias que allí residían.

El refrigerador es un marcador fiable también de cara a analizar cómo de emancipada está una mujer en una región frente al yugo patriarcal

"Detrás de la puerta del frigo, hay muchísima información que puede ayudarnos a entender quiénes son los consumidores emergentes y cómo gastarán su dinero", asegura el propio Stassopoulos, en un artículo publicado en Institutional Investor. El refrigerador no solo refleja las condiciones económicas de una región, también su nivel educativo o sociocultural. Como incide Twilley, es un marcador fiable también de cara a analizar cómo de emancipada está una mujer en una región frente al yugo patriarcal. Los populares chistes de mal gusto machistas que asocian la cocina con lo femenino tienen su centro en el frigo, ya que determinados productos permiten ahorrar tiempo en su preparación, lo que concede tiempo libre a las mujeres tradicionalmente y, por desgracia, relegadas al cuidado del hogar.

Por ejemplo, hace décadas, cuando no estábamos tan desarrollados económica, social y culturalmente, el hombre era el que iba a trabajar y la mujer se quedaba en casa cuidando a los hijos y realizando actividades domésticas, siendo una de las más importantes cocinar. Si quería preparar, imaginemos, una ensaladilla rusa, no solo tenía que picar todas las verduras de la ensaladilla, también hacer la mayonesa, la cual requiere unos veinte o treinta minutos de preparación. Gracias al frigorífico, la mayonesa no se estropea a las pocas horas y, en caso de ser industrial, puede durar varios meses en el frigo.

Por tanto, a medida que la sociedad progresa, económica y culturalmente, las mujeres van quedando más liberadas de estas tareas, insertándose la mayoría de ellas al mercado laboral como pasó en España a partir de los años 80. Por tanto, el hecho de poseer una mayonesa industrial en el frigo no solo denota que en esa casa les encanta la ensaladilla rusa, sino que dedican menos tiempo a la preparación de las comidas, lo que a su vez significa que las mujeres ya no están tan esclavizadas por el yugo patriarcal de tener que preparar la comida mientras el hombre está trabajando.

Es muy interesante e ingenioso el enfoque de Stassopoulos, lo único malo es que está destinado, al fin y al cabo, a que los grandes inversores económicos cuenten con una fuente fiable de información sobre el tipo de productos que se consumen en un país y su nivel de progreso sociocultural. Para todo el mundo, en general, valdría más diseñar un método eficaz de reducir la desigualdad que no sea a golpe de talonario, sino con una redistribución justa de la riqueza en los países en los que estos índices de desigualdad son más acusados.

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