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Comodidad y estética

Adiós rozaduras: estos sencillos trucos caseros te permitirán ajustar tus zapatos para que sean más cómodos

Gran cantidad del calzado que nos probamos en la tienda puede convencernos en un primer momento y comenzar a generarnos molestias en nuestros pies con el paso del tiempo.

Ningún zapato te resultará molesto con estos sencillos métodos. (Freepik)

Uno de los artículos que más quebraderos de cabeza dan a la hora de comprarlos es, sin duda, los zapatos. Aunque pueda parecer que en la tienda queden bien en nuestros pies, es posible que surjan problemas con la prolongación de su uso. Desde leves molestias en los dedos hasta dolencias más serias como hinchazón en los tobillos o deformaciones musculares u óseas, un calzado con la talla justa o estrecho puede provocarnos ciertas dolencias a tener en cuenta.

No obstante, podemos solventar este inconveniente recurriendo a diferentes trucos y métodos para ajustarlos a unas dimensiones favorables para el usuario que los vaya a utilizar. En estos casos es muy frecuente acudir a un zapatero, los cuales disponen de instrumentos específicos para este tipo de modificaciones en el calzado. En un breve periodo de tiempo podremos disponer de una nueva versión de nuestros zapatos que además nos aporten una experiencia más cómoda.

Sin embargo, existen varios trucos que podemos emplear nosotros mismos para que estos complementos se adapten con mayor margen a las medidas de nuestros pies. Algunos de estos son tan sencillos como disponer de ciertos productos, como sprays dilatadores que, aplicados al zapato deseado, su superficie experimentará una ligera expansión, la cual nos brindará más espacio en su interior.

Métodos muy sencillos

Uno de los métodos domésticos que poseen más efectividad requiere de alcohol isopropílico. Únicamente debemos depositar un poco de este en un recipiente que disponga de un pulverizador. Tan solo quedará rociar el par de zapatos que queremos ajustar y, antes de que el compuesto se evapore, introduciremos los pies en estos para que se adapten a las dimensiones de los mismos.

Otro de los elementos que podemos utilizar a nuestro favor para conseguir un calzado cómodo es la humedad. El método, especialmente efectivo para los zapatos de piel, consistirá en frotar su superficie ligeramente con un paño húmedo, lo que resultará en que el material se reblandezca. Una variante de este truco es exponer los zapatos al vapor que emana del agua hervida para, acto seguido, ponérnoslos y facilitar el proceso de adaptación de nuestro pie.

Evidentemente, debemos ser conscientes del tipo de calzado que queremos ajustar. El material del que está fabricado nos obligará a emplear soluciones diferentes para que estos nos sean cómodos. Por ejemplo, si estos son de lona, podemos introducir en sus aperturas fragmentos de papel de periódico mojado y dejar que este haga efecto a lo largo de la noche. Por el contrario, si el problema viene generado por unas sandalias, podemos extender una pequeña dosis de crema hidratante sobre sus tiras y nuestros propios pies para que no nos provoquen molestias al utilizarlas.

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