Loading...
Comentarios

-

Ha habido un error al recuperar los mensajes
Cargando mensajes...
Ha habido un error al recuperar los mensajes
Es noticia
  1. Cultura

hasta el 8 de diciembre

Unamuno sobre Hitler: "Un deficiente mental y espiritual"

Los hispanistas Colette y Jean Claude Rabaté han reunido 165 documentos, entre cartas, artículos de prensa, discursos y conferencias, que ofrecen una espectacular panorámica política del escritor en la Biblioteca Nacional

El primer artículo de Unamuno junto a una foto del escritor en su juventud (P.C)

De Miguel de Unamuno (1864-1936) siempre se han mostrado sus paradojas. Un intelectual de difícil calificación, sobre todo en estos tiempos de rápidas y contundentes etiquetas ideológicas. De pensamiento socialista y liberal -el liberal de hace un siglo-, pero también crítico con la República -aunque fue uno de sus diputados-, muy enfrentado al fascismo -a Mussolini y Hitler les dedicó las peores palabras-, pero a la vez con un cierto titubeo tras el Golpe de Estado de Franco que rápidamente se tornó en el famosísimo (y literario, ya que no hay pruebas evidentes) enfrentamiento con Millán Astray el 12 de octubre de 1936. “Unamuno se casó desde muy joven con la Historia de España, pero siempre criticándola y a punto de divorciarse”, afirmó esta mañana el hispanista francés Jean-Claude Rabaté durante la presentación de la exposición Unamuno y la política. De la pluma a la palabra, que hasta el próximo 8 de diciembre se puede ver en la Biblioteca Nacional y que comisaría junto a su mujer, la también hispanista Colette.

Y, precisamente, en ese continuo casi divorcio es donde los comisarios han hallado “la coherencia política de su pensamiento político”, según Colette, ya que siempre expuso sus ideas y si se equivocó, “también lo reconoció, que es lo que hizo con la Guerra Civil”, añadió la experta. Al final de la visita el espectador se va con la sensación de que si algo fue fue un hombre honesto consigo mismo, que acertó y falló, que seguramente no fue del agrado de muchos, pero que al menos reflexionó (y se tomó su tiempo) sobre lo que dijo. Y eso en nuestra época veloz ya resulta bastante interesante.

Los comisarios de la nueva exposición sobre Unamuno en la Biblioteca Nacional Colette (i) y Jean Claude Rabaté. EFE J P Gandul

Porque la muestra es un gran compendio de la obra intelectual del escritor vasco a través de artículos, cartas privadas y otras misivas públicas. Y es a la vez un gran recorrido por la España (y Europa) desde finales del siglo XIX hasta “su misteriosa muerte” en 1936, como afirmaron los comisarios. No se escapa ninguno de los grandes acontecimientos y, por supuesto, aparecen quienes fueron sus archienemigos, Alfonso XIII y Miguel Primo de Rivera (y después los falangistas con Millán Astray a la cabeza). Pero tampoco se libra de su pluma con mordiente su amigo Manuel Azaña.

Está estructurada en siete capítulos que buscan conformar un relato que comenzó cuando el escritor tan solo tenía 15 años y publicó su primer artículo en El Noticiero Bilbaíno (1879) en el que ya defendía la razón frente al odio y abogaba por una unión entre los pueblos. A lo largo de su vida el autor de San Manuel Bueno, mártir escribió más de 4.000 textos de opinión- “nunca publicó en ABC”, apostilló Jean Claude- que dan cuenta de su itinerario político, pero ya desde los primeros estaba su postura antimilitarista y anticolonialista (“Vale más un buen guaraní o un buen tagalo, que un mal español”, escribió), en la que abundó aún con más ahínco en su correspondencia privada. De hecho, en una de las cartas que se recogen de su juventud le cuenta a su amigo el periodista Francisco Fernández Villegas algo que no podía decir en público y es que “ojalá se pierda Cuba”. “Lo dice en privado porque la prensa era muy patriotera, y él era todo lo contrario a patriotero”, resaltó Colette.

Unamuno, socialista

No obstante, después hizo más abierta su postura política. Sobre todo con determinados acontecimientos como el famoso desastre de Annual en Marruecos en 1921 en el que murieron más de 10.000 españoles y del que responsabilizó directamente a Alfonso XIII. “Eso le acercó mucho al partido socialista y sus artículos solían aparecer en la portada de El Socialista”, recalcó Jean Claude, si bien la cercanía de Unamuno con el socialismo ya se había producido cuando tenía poco más de veinte años al defender a los mineros frente a la indiferencia de los “señoritos burgueses” y afiliarse a la Agrupación Socialista de Bilbao. Con el líder Pablo Iglesias también había tenido contactos, ya que este le llegó a pedir que montara una Agrupación Socialista en Salamanca donde el escritor daba clases. Unamuno se negó “primero porque iban a ser cuatro” y segundo “porque se le iba a echar encima toda la prensa. De hecho, ya había artículos en contra de él con titulares como ‘Marxistas en la universidad”, señaló Jean Claude. Precisamente en 1914 le acabarían expulsando del centro académico. “Fue un despido anunciado porque él había estado muy en contra de los latifundistas”, añadió el hispanista.

El líder socialista Pablo Iglesias le llegó a pedir que montara una Agrupación Socialista en Salamanca, pero Unamuno se negó

La conexión con Pablo Iglesias -llegó a ser diputado por la Conjunción Republicano-Socialista en 1931 y proclamó la República desde el balcón del ayuntamiento de Salamanca el 14 de abril- no influyó en que también se declarara “liberal”. “Es que él decía que no era un dogma sino un sistema que le permitía pasar por encima de las diferencias y hacer síntesis. Para él el liberalismo era una forma de promover la convivencia. Cuando se ha hablado de sus paradojas en realidad era una discusión consigo mismo para encontrar la verdad”, manifestó Colette para quien Unamuno lo que sentía era un “gran amor a España” y eso le permitía decir después “me duele la República”, como sucedió algunos años después.

Aliadófilo y antimonárquico

Otra postura política fuerte de Unamuno se dio durante la I Guerra Mundial, puesto que aunque España no participó, él enseguida se adhirió al bloque de los aliadófilos. En sus artículos no se despeinaba y llamaba a los germanófilos “trogloditas”. Con Alfonso XIII (cercano a los alemanes) tampoco se andaba con lindezas y finalmente por dos artículos llegó a ser condenado a ocho años y un día y una multa de 500 pesetas por cada artículo. Así estaba la mordaza entonces. Aquello dio lugar a un enorme movimiento de intelectuales de España y Francia -también de la masonería- defendiendo la libertad de expresión.

La defensa de Unamuno que hicieron los intelectuales europeos en los años veinte (BIBLIOTECA NACIONAL)

En aquellos años, el intelectual tenía además a otro gran enemigo: el dictador Miguel Primo de Rivera de quien escribió que “no tiene más seso que una rana”, que era “un ganso real” o que había montado “un régimen de cine de casino”. En 1923 escribió un artículo en Le Quotidien en el que expresaba su confianza en el socialismo para salvar al país de la deriva. Por supuesto, todo eso le pasó factura y acabarían enviándole desterrado a la isla de Fuerteventura donde pasaría cuatro meses del año 1924. Los que mandaban entonces, Primo de Rivera, Alfonso XIII y el general Martínez Anido (también le dedicó no pocos insultos el escritor vasco) le querían tener lo más lejos posible.

En el verano de aquel año, cuando estaban a punto de celebrarse los Juegos Olímpicos en la capital francesa, Unamuno llegó a París, donde fue recibido como un héroe. “Le llamaban el nuevo Víctor Hugo”, explicó Jean Claude. Y allí, junto a otros intelectuales también españoles, se quedó hasta 1930.

Crítica a la República

La llegada de la II República le entusiasmó. Una de sus primeras misiones fue elaborar un informe sobre la educación primaria "gratuita, obligatoria y laica", fundamentada en una "igualdad de clases y sexos" y en "la selección de los mejor dotados sin consideración de fortuna". No llegó a salir adelante. Como diputado le llamaban “el jabalí de las Cortes” porque “no se sometía a la disciplina de partido. En realidad, él era un individualista aunque paradójicamente firmó muchísimos manifiestos colectivos”, resaltó Colette. Otra de sus grandes paradojas.

Poco a poco le inundó la decepción con la tragedia de Casas Viejas- y, como se puede leer en esta exposición con “la evolución de la política hacia el espectáculo”. A saber qué diría hoy de la oratoria de nuestros parlamentos. En cualquier caso, en aquellos años treinta sus textos muestran preocupación por el triunfo del fascismo en Alemania -de Hitler escribió que era “un deficiente mental y espiritual” y no entendía cómo podía “fascinar a la masa humana” -a saber qué se preguntaría ahora de ciertos líderes/as- e Italia y por la presencia de Falange y la JONS en España. A finales de 1935, se cuenta en esta muestra, ya temía por un estallido civil incipiente. Una de las cosas en las que, desgraciadamente, acertó.

Imagen de la exposición (BIBLIOTECA NACIONAL)

Precisamente, sus primeros titubeos tras el Golpe de Estado del 18 de julio de 1936 han dado lugar a páginas y páginas en los libros e incluso a la película de Alejandro Amenábar Mientras dure la guerra (que insiste en el apoyo primerizo del escritor). Ahí está ese recibo de las 5.000 pesetas que Unamuno pudo pagar -no está su firma- a las fuerzas sublevadas y las críticas furibundas que había hecho a la República. Pero también en la exposición aparecen dos fotografías interesantes, ya que Salamanca cayó en manos de los rebeldes a las primeras de cambio. Una de ellas es del 26 de julio de 1936 y en ella aparecen los miembros de la nueva gestora del Ayuntamiento. Ahí está Unamuno. Pero solo cuatro días después, el 30 de julio, aparece la formación del nuevo Ayuntamiento presidido por el comandante Del Valle y ahí ya no está Unamuno. “Quizá por algo él ya no quiere estar ahí”, recalcó el hispanista Jean Claude.

“Esa presencia de Unamuno en las primeras sesiones del Ayuntamiento de los insurgentes alimentaron una hábil campaña propagandística que mezclaba verdades con mentiras cuando no censuraba o tergiversaba sus declaraciones”, se puede leer en una de las cartelas de la muestra. “En la prensa nacional y extranjera, el miedo de Unamuno al desorden y a la violencia se convertiría en elogios ditirámbicos sobre el papel salvador de los militares frente a la anarquía”, añaden los comisarios quienes exponen el texto de una carta íntima de diciembre de 1936, un par de meses después de la famosa conferencia del Paraninfo (se puede ver el papel donde escribió las notas de vencer pero no convencer), en la que escribe: “Me temo que bajo la dictadura de Franco lo que menos se permita sea la franqueza. Lo que dominará será la molienda”.

Las dos fotografías del ayuntamiento de Salamanca tras el Golpe de Estado (P.C)

Después de aquella conferencia, la situación de Unamuno en Salamanca se hizo muy complicada. El líder falangista de la ciudad, Francisco Bravo, llegó a pedir en una carta a su hijo que el escritor y ex rector de la universidad -depuesto por Franco- no se manifieste en público ya que “pudiera sucederle algún incidente desagradable”. Está fechada el 13 de octubre de 1936.

El 31 de diciembre de aquel año, durante la visita que le hizo el falangista Bartolomé Aragón a su casa, el intelectual murió. Así acaba la exposición. No hay más fotografías -sí del entierro, que se lo prepara Falange- ni más artículos ni más cartas. Tampoco hay más explicaciones. “Muerte misteriosa”, zanjan los comisarios.

Ver comentarios
Exposiciones Literatura Política