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  1. Cultura

estudio científico

No, no fue solo la erupción del Vesubio lo que destruyó Pompeya (y este esqueleto es la prueba)

El descubrimiento de dos esqueletos con traumatismos revela que a la fuerza destructora del volcán se sumaron fuertes seísmos, por lo que muchas personas pudieron morir a causa del derrumbe de edificios

Esqueleto del 'individuo 2', un hombre de unos 50 años, que pudo haber sido consciente del peligro de los terremotos y trató de protegerse con un objeto redondo de madera. (Parque Arqueológico de Pompeya.)

Hace casi 2.000 años, en el año 79 d.C., el Monte Vesubio despertó de su letargo y entró en erupción, arrojando enormes cantidades de cenizas y otros productos volcánicos sobre Pompeya, hasta enterrarla completamente. Pero no fue ese desastre geológico el único que marcó el fin de esa próspera ciudad de la Antigua Roma y que acabó con la vida de miles y miles de sus habitantes. La violenta erupción del Vesubio aún resultó más mortífera porque a ella se sumaron varios fuertes terremotos.

Esa es la conclusión a la que ha llegado una importante investigación sobre la actividad sísmica asociada a la erupción del Vesubio del año 79, la primera que se detiene a analizar ese particular. El estudio, realizado por el Istituto Nazionale di Geofisica e Vulcanologia (INGV) de Italia en colaboración con el Parque Arqueológico de Pompeya y publicado en la prestigiosa revista Frontiers, se cimienta en buena medida en el descubrimiento en las ruinas de un edificio en Pompeya de dos esqueletos que, según todos los indicios, hallaron la muerte al colapsar a causa de un seísmo los muros del inmueble en el que se encontraban. Y la sospecha es que otras muchas personas pudieron fallecer del mismo modo, sobre todo aquellas que perecieron atrapadas en viviendas o aplastadas al derrumbarse estas.

Ya Plinio el Joven dejó constancia hace dos milenios en varias cartas de que cuando el Vesubio entró en erupción se registraron en la zona fuertes temblores de tierra. Pero este es el primer estudio científico que arroja luz sobre los efectos que esos terremotos dejaron a su paso, algo muy difícil de evaluar ya que lo más probable es que la erupción volcánica y dichos seísmos tuvieran lugar al mismo tiempo o en rápida sucesión, eclipsando los unos los efectos del otro y viceversa. “Esas complejidades son como un rompecabezas en el que todas las piezas deben encajar para poder desentrañar el cuadro completo", en palabras de Domenico Sparice, vulcanólogo del INGV-Osservatorio Vesuviano y principal autor del estudio publicado en Frontiers. "Hemos demostrado que la sismicidad durante la erupción jugó un papel importante en la destrucción de Pompeya y, posiblemente, influyó en las decisiones de los pompeyanos que se enfrentaban a una muerte inevitable".

"Hemos demostrado que la sismicidad durante la erupción jugó un papel importante en la destrucción de Pompeya"

"Reconocer correctamente la relación causa-efecto es esencial para reconstruir la interacción entre los fenómenos volcánicos y sísmicos y sus efectos en los edificios y los seres humanos", añade Fabrizio Galadini, geólogo e investigador principal del INGV y otro de los autores de la investigación.

Fue durante las excavaciones en la conocida como Casa de los Pintores Trabajando cuando los investigadores notaron algo extraño en los edificios derrumbados, algo que llamó poderosamente su atención. “Encontramos características peculiares que no coincidían con los efectos de los fenómenos volcánicos descritos en la literatura vulcanológica dedicada a Pompeya. Tenía que haber una explicación diferente”, señala el vulcanólogo Mauro Di Vito, director del INGV-Osservatorio Vesuviano y uno de los autores de la investigación. Y cuando los científicos dieron con dos esqueletos que mostraban graves fracturas y signos de heridas traumáticas, se avivó aún más su deseo de encontrar la solución al misterio.

Ubicación de los esqueletos encontrados. (Parque Arqueológico de Pompeya).

La erupción del Vesubio sorprendió a los pompeyanos en medio de su vida cotidiana. Durante aproximadamente 18 horas, la ciudad se vio acechada por una incesante lluvia de lapilli, es decir, de fragmentos de roca y cenizas procedentes de la lava del volcán, lo que obligó a la gente a buscar refugio. Cuando por fin la erupción se detuvo y el Vesubio dejó de escupir fragmentos de piedra pómez sobre Pompeya, es de imaginar que los habitantes que habían logrado sobrevivir respirarían aliviados. Hasta que comenzaron a sacudirles fuertes terremotos.

“Las personas que no huyeron de sus refugios posiblemente se vieron sorprendidas por derrumbes provocados por el terremoto en edificios ya sobrecargados. Ese fue el destino de los dos individuos cuyos esqueletos recuperamos”, afirma Valeria Amoretti, antropóloga que dirige el Laboratorio de Investigación Aplicada del Parque Arqueológico de Pompeya y quien también firma el estudio de Frontiers.

Las osamentas halladas por los investigadores corresponden a dos hombres, ambos en torno a los 50 años de edad y quienes según todos los indicios no fallecieron por inhalar cenizas o a causa del calor extremo provocado por la erupción del Vesubio, como revela el que sus restos se encontraran sobre los lapilli de piedra pómez y no bajo estos.

La posición en la que se halló el cadáver del primero de esos dos individuos sugiere que resultó aplastado repentinamente por el colapso de un gran trozo de pared, lo que le provocó graves traumatismos que le ocasionaron la muerte inmediata. Los científicos consideran que el segundo hombre, por su parte, podría haber sido consciente del peligro que corría y tratara de protegerse con un objeto redondo de madera, del que los investigadores han encontrado algunos rastros.

Esqueleto del 'individuo 1', un hombre de unos 50 años cuya posición sugiere que fue aplastado repentinamente por el derrumbe de un gran fragmento de pared. (Parque Arqueológico de Pompeya).

Todo ello ha llevado a los científicos a pensar que esas dos personas sobrevivieron a la primera fase de la erupción y, posteriormente, se vieron afectadas por el derrumbe de muros y edificaciones que provocaron los terremotos.

“Una nueva visión de la destrucción de Pompeya nos acerca mucho a la experiencia de las personas que vivieron aquí hace 2.000 años. Las decisiones que tomaron, así como la dinámica de los acontecimientos, que sigue siendo el foco de nuestra investigación, decidieron sobre la vida y la muerte en las últimas horas de existencia de la ciudad”, concluye Gabriel Zuchtriegel, director del Parque Arqueológico de Pompeya.

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