En pleno corazón de Madrid, en un rincón a menudo pasado por alto, se esconde una joya arquitectónica que ha sobrevivido siglos de historia y transformación urbana. Situada en la ribera del río Manzanares, esta edificación es testimonio de un esplendor barroco que muchos madrileños desconocen.
Se trata de la Ermita Virgen del Puerto, una iglesia construida en el siglo XVIII bajo la dirección del arquitecto Pedro de Ribera. Esta ermita fue encargada por el marqués de Vadillo, entonces corregidor de Madrid, con el objetivo de venerar a la Virgen del Puerto, patrona de Santoña. Pese a su tamaño modesto, la ermita destaca por su rica ornamentación y su significativo valor histórico y cultural.
Un viaje por su historia nos revela que la ermita fue inaugurada en 1718, convirtiéndose rápidamente en un lugar de peregrinación. Desafortunadamente, durante la Guerra Civil, sufrió graves daños que casi la llevaron a la ruina. Fue en 1945 cuando se emprendió su restauración, tratando de respetar el diseño original de Ribera, aunque inevitablemente se perdieron algunos elementos originales.
Un tesoro arquitectónico
La arquitectura barroca de la ermita es un claro reflejo del estilo de Pedro de Ribera, con una fachada adornada que incluye columnas salomónicas y una cornisa profusamente decorada. En la portada principal, un arco de medio punto flanqueado por columnas da la bienvenida a los visitantes, coronado por una hornacina con la imagen de la Virgen.
Dentro, la sencillez del interior contrasta con la elaborada fachada. La nave única está decorada con elementos austeros, destacando una imagen de la Virgen del Puerto que domina el altar principal. Esta simplicidad interior invita al recogimiento y a la contemplación, en un espacio que ha sido testigo de innumerables eventos religiosos y sociales a lo largo de los siglos.
Ubicada en el parque Madrid Río, la ermita se integra en un entorno natural y recreativo que ha revitalizado la zona en las últimas décadas. Este parque es un espacio de esparcimiento muy popular entre los madrileños, ofreciendo una combinación perfecta de naturaleza y cultura. La ermita, por su parte, se erige como un testimonio de la resiliencia histórica en medio de la modernidad del parque.
Visitar la Ermita Virgen del Puerto es descubrir un fragmento del pasado de Madrid, una ciudad que no deja de sorprender con sus múltiples capas de historia. Cada detalle arquitectónico y cada piedra de la ermita cuentan una historia de fe, arte y supervivencia, invitando a quien la visita a un viaje en el tiempo.