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'Horizon: capítulo 1': cuando los hombres sabían lo que tenían que hacer

Kevin Costner inicia su monumental saga sobre el Oeste americano, que se revela como un manual de masculinidad tradicional

Kevin Costner en 'Horizon: capítulo 1'.

Ideológicamente, parece que Kevin Costner va a terminar su carrera donde la empezó: siendo de derechas. Leemos en la misma Wikipedia que Costner jugaba al golf con Ronald Reagan a finales de los años 80, pero que, al cambiar de década, mudó de ideología, y apoyó a los demócratas. Ya en el siglo XXI, se dejó fotografiar junto a Barack Obama y en 2019 pidió el voto para Joe Biden. Bailando con lobos (1990) fue su entrada en el estrellato. Costner dirigía y protagonizaba un western revisionista, donde los indios no eran salvajes sanguinarios a los que había que exterminar, sino pueblos con su propia cultura y plenos derechos sobre el territorio. El teniente protagonista de Bailando con lobos convivía con los Sioux y se enamoraba de una nativa, y luego luchaba contra sus propios compañeros de milicia. Costner ganó siete oscars, incluido el de mejor director, por ser tan buena persona. Era un ciudadano modélico, guapo y que pagaba sus impuestos.

Como hombre bueno, Costner fue haciendo películas contra el mal absoluto. Era el azote de los asesinos de Kennedy en JFK (Oliver Stone, 1991); era el guardaespaldas de Whitney Houston (El guardaespaldas, 1992); y era, claro, Robin Hood (1991). Si Kevin Costner estaba por ahí, no tenías nada que temer. Para eso estaba Mel Gibson, que ya entonces era el guapo americano que nos había decepcionado, pues hacía declaraciones homófobas (1991) y antisemitas (2006).

Costner siempre quiso dirigir grandes películas, sobre todo si las protagonizaba él, pero alguien tenía que pagarlas. Sólo dirigió dos después de Bailando con lobos: El mensajero del futuro (1997) y Open range (2003). A Kevin hay algo que le gusta más que ser actor, y es ser americano. En su mayor éxito en el siglo XXI, la serie Yellowstone, Taylor Sheridan le dejó ser más americano que nunca, dueño de un rancho y con muchos sombreros. Pero esto no ha sido suficiente: Kevin quería más América, toda América, toda América para él solito.

'Horizon'

Kevin Costner ha abandonado Yellowstone para rodar Horizon: an american saga. Para ello ha seguido los pasos de Francis Ford Coppola, y, como no tenía viñedos, se ha auto-producido hipotecando sus mansiones. Si tu padre rico no se muere con setenta años, hay que tener mucho cuidado de que no sea director de cine, pues te puedes quedar sin herencia.

Con las mansiones (cuatro), Costner ha conseguido financiarse dos películas, los capítulos 1 y 2 de Horizon. Quiere hacer dos más. En total, serán doce horas de western enciclopédico donde se dirá todo lo que se puede decir sobre la conquista del Oeste. En general, le han puesto a parir en todas partes.

Se dice que Horizon es en realidad una serie, y que su estreno en salas supone un despropósito. Se dice que apenas supera la calidad de un telefilme. Se dice que sus valores tradicionalotes no tienen cabida en la sociedad de 2024. Todo ello es cierto, pero yo tengo algo que añadir: Horizon está muy bien.

'Yo qué coño sé'

Horizon: an american saga Capítulo 1 te lleva a preguntarte, durante sus primeros quince o veinte minutos, lo siguiente: ¿cómo filmas tan mal, Kevin? Después, la pregunta se matiza y engrandece: ¿cómo filmas tan mal una historia tan buena?

En efecto, el espectador (a nada que haya visto mucho cine y sepa apreciar un plano exquisito y una fotografía sensual), se pasa los primeros minutos de la película creyéndose profesor de la ECAM. Qué horror de plano, qué horror de montaje, qué penosa transición. Acostumbrado, en salas, a altos estándares técnicos, Horizon le parece, sí, televisión de un sábado por la tarde.

Los planos son apresurados, sin composición, con cuerpos partidos, cuerpos interpuestos entre el objetivo y la escena, movimientos de cámara contraintuitivos, ¿qué haces con la cámara, Kevin?, ¿qué haces? A diferencia del 95% de los directores, Costner no parece haber revisado el cine que le convenía y tomado notas de cómo lo hacen los maestros. Bastaba con verse algún western de John Ford para saber cómo colocar a siete actores dentro de una cabaña de madera. Pero a Kevin Costner se la suda todo esto que no os lo podéis ni imaginar.

Hace poco, en The Howard Stern Show, el presentador le ha preguntado qué sintió al ganarle el oscar a mejor director a Scorsese (candidato con Uno de los nuestros) y a Coppola (El padrino III) en 1990, y Costner contesta: “Yo confiaba en mi historia. Creo que esos tipos saben cómo manejar la cámara mejor que yo. Algunas personas me preguntaban: ¿cuál es tu relación de aspecto, cuál es tu apertura de diafragma? ¿Yo qué coño sé? Yo sé cómo habla la gente, cómo se mueve y cuándo me estoy aburriendo.”

El espectador deja de aburrirse muy pronto con Horizon, desde luego, pues un asentamiento de colonos sufre un ataque de los Apaches. Es una secuencia impresionante, donde los hombres saben lo que tienen que hacer. Morir todos por sus hijos, eso es lo que tienen que hacer, según Costner.

Kevin Costner en el Howard Stern Show.

“No te vengas abajo. Tu hijo te está mirando”, le dice un colono a otro, dentro de una casa, asediados por decenas de indios. Los hombres no tienen que expresar determinados sentimientos, nos adoctrina la película, sobre todo si sus hijos les toman como ejemplo. Los hombres salvan a las mujeres y a los niños. Los hombres son corteses. Un hombre de bien sólo tiene una misión en la vida: proteger a su comunidad de los hombres malos. La masculinidad se resume en una palabra: sacrificio.

El masculino es un género sacrificial.

Sumen a esta defensa del trad dad (“padre tradicional”) que, en las primeras escenas, vemos a los Apaches matar niños blancos, sin la menor piedad. De la comprensión y cordialidad hacia los Sioux de Bailando con lobos, hemos pasado, treinta años después, a un retrato escalofriante de los Apaches. Comparada con Horizon, la visión de los indígenas que propone Hispanoamérica, el polémico documental de López-Linares, nos parece incluso ecuánime.

Como mientras actúa no puede filmarse a sí mismo, las escenas donde aparece Kevin Costner están mejor rodadas que el resto de la película

La película abre un abanico de historias sobre americanos que van hacia el Oeste en busca de una vida mejor en los tiempos de la Guerra de Secesión (1861-1865). Tenemos la historia de los colonos masacrados por los indios, y la de los forajidos que contratan para matar a esos mismos indios; la historia de una mujer que huye con su hijo pequeño de un marido maltratador, y que es perseguida por un violento clan local; y la historia de amor entre una viuda reciente y un teniente del ejército federal. En todas ellas, los hombres saben lo que tienen que hacer, y el único que no lo sabe sale leyendo un libro. Es el hombre blandengue, que lee, con sus gafitas.

La película ofrece grandes momentos, después del asalto al pueblo de colonos. La mejor historia de todas es precisamente la que protagoniza Kevin Costner. Como, mientras actúa, no puede filmarse a sí mismo, las escenas donde él aparece están mucho mejor rodadas que el resto de la película. Su relación con una prostituta, interpretada maravillosamente por Abbey Lee (Neon Demon; Mad Max: Fury Road), es de lo mejor de la cinta. También lo son las escenas de violencia entre los hermanos Sykes, perseguidores de Costner, que parecen psicópatas salidos de una película de los hermanos Coen (Fargo).

Horizon, en fin, supone un contrapunto muy interesante frente al cine unívoco que se hace hoy en todas partes. Creo que lo único que separa esta película de ser una gran película es no haber contado con un director que sepa lo que es la relación de aspecto.

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