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DOS FAVORITAS AL TÍTULO EN HORAS BAJAS

Francia y Bélgica, en llamas: enfados, dudas y reproches en el partido más atractivo de octavos

Dos de los equipos, sobre el papel, llamados a ser grandes candidatos al título europeo, se enfrentarán en octavos en un partido a vida o muerte después de un comienzo con dudas

De Bruyne mostró su malestar con la afición. (EFE/EPA/Ronald Wittek)

Recién acabada la fase de grupos de la Eurocopa de Alemania, los dieciséis equipos clasificados a los octavos de final ya saben cuáles serán sus cruces en la lucha por el título de campeón. A lo largo de estos primeros compases, muchas favoritas no cumplieron las expectativas; otras, han logrado el objetivo con más pena que glorias; y, otras, se han clasificado casi milagrosamente, provocando el enfado de la afición Es el caso de los dos equipos del partido de octavos más espectacular.

Francia y Bélgica no solo eran favoritas para acabar primeras de sus respectivos grupos, sino que son dos de las grandes candidatas a la victoria final. La generación de grandes jugadores que conforman ambas selecciones, siempre les permite estar colocados como favoritos a todo. Pero los dos equipos han firmado una calamitosa fase de grupos que les condena a verse las caras en octavos de final, donde deben mejorar sus prestaciones si quieren continuar en el torneo.

El ejemplo más claro es el de Francia, que no termina de encontrar su estilo, especialmente en ataque. A pesar de la pólvora que tienen, con jugadores como Kylian Mbappé, Antoine Griezmann, Olivier Giroud, Ousmane Dembélé o Bradley Barcola, entre otros, los bleus solo ha conseguido hacer dos goles: uno en propia puerta y otro de penalti. Lo peor es que su fútbol no fluye, no es alegre y no consigue desatarse. De hecho, se ve más atascado de lo habitual.

Y el problema se ha trasladado más allá de lo deportivo. Las declaraciones de jugadores como Mbappé o Tchouaméni sobre política han enturbiado el ambiente del equipo, algo a lo que se han sumado algunas decisiones de Didier Deschamps. La fractura del tabique nasal del delantero del Madrid provocó que no jugara el segundo partido, lo que le generó críticas al seleccionador, al igual que la suplencia de Griezmann, al que en su día retiró la capitanía en favor del propio Mbappé, en el tercer partido: "Ya tenéis otro hueso que roer", espetó enfadado el técnico.

Francia, que llegaba a la Eurocopa como subcampeona del mundo y una de las claras favoritas, todavía no ha conseguido brillar y se le acaba el margen de error. Ya en la fase de eliminatorias directas, un mal día te manda para casa. De los tres partidos que ha disputado, ganó por la mínima a Austria (con un autogol) y empató con Países Bajos (a cero) y Polonia (a uno, con gol de penalti de Mbappé), para clasificarse como segunda del Grupo D.

Es, exactamente, lo mismo que le ocurre a una Bélgica irreconocible, un equipo que llegaba con la vitola de equipo maduro y con variantes, pero que está decepcionando. Con la baja de Thibaut Courtois por rebelarse ante Domenico Tedesco, jugadores como Kevin de Bruyne, Romelu Lukaku, Axel Witsel, Leandro Trossard, Jérémy Doku o Dodi Lukebakio tenían que tirar del carro del equipo, pero nada más lejos de la realidad. Apagón absoluto en un equipo con más dudas que certezas.

Bélgica, más apagada que nunca

Tras empezar perdiendo ante Eslovaquia (1-0), enderezó su camino con la victoria ante Rumanía con goles de Tielemans y De Bruyne (2-0). Pero, de nuevo, tropiezo en el último partido, para empatar a cero ante Ucrania y clasificarse a octavos como segunda del Grupo E. Un triunfo en la última jornada le habría permitido ir por el lado fácil del cuadro, pero la inoperancia en ataque, basada en los chispazos de De Bruyne y la moneda al aire que es cada remate de Lukaku, le complica la vida.

El mal partido ante Ucrania provocó que, al término del choque, la afición belga no dudara en abuchear a sus jugadores. Cuando el equipo se encaminaba a aplaudirles, al ser consciente del sonido de viento, De Bruyne, como capitán, mandó a sus compañeros darse la vuelta y no ir a saludar a la grada. O, dicho de otra manera, el portador del brazalete no tolera la soberanía de su afición en pitar a un equipo del que se espera mucho más. Un desplante como protesta por la falta de apoyo.

Y, lo que estaba llamado a ser uno de los grandes partidos del torneo en condiciones normales, se ha transformado en un encuentro de dos equipos necesitados y que ya no pueden fallar si quieren seguir con vida en la Eurocopa. Dos países en horas bajas, con demasiados frentes abiertos y que han ofrecido mucho menos fútbol del que tienen en sus botas. Quizá los octavos sirvan para destapar el tarro de sus esencias... u ofrecer la confirmación de que esta no es su Eurocopa.

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