El eterno abrazo entre Nadal y Zidane en París que ya forma parte de la historia de los Juegos

Ya están en marcha los Juegos Olímpicos de París. En una bella ceremonia de inauguración, donde el buen gusto y el espectáculo se unieron para transportarnos dentro de una película, un español tomó importancia a nivel mundial al convertirse en uno de los relevistas de la antorcha olímpica. Rafa Nadal, en el relevo más largo de todos los deportistas que participaron, dejó una imagen para la historia de deporte español, que traspasará años y décadas, para entrar en la leyenda.

El encendido del pebetero era uno de los secretos mejor guardados de la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París. No solo porque no se había revelado la ubicación real del lugar donde la antorcha olímpica estará encendida durante toda la competición, sino porque tampoco se sabía nada sobre los relevistas que llevarían el fuego hasta su ubicación final. Y el secreto tardó en revelarse... pero lo hizo a lo grande, con letras mayúsculas.

Después de un gran espectáculo, donde las 206 delegaciones olímpicas desfilaron en barco por el Sena, bajo la lluvia de París y los aplausos de miles de espectadores, además de numerosas actuaciones musicales, quedaba por ver cómo se daban por iniciados los Juegos. Durante toda la ceremonia, un misterioso encapuchado se encargó de trasladar la antorcha por algunos de los lugares más míticos de la ciudad, esos monumentos conocidos a nivel mundial.

Fue entonces cuando llegó el izado de la bandera olímpica frente a la Torre Eiffel, donde se produjo uno de los momentos curiosos de la jornada... al colocar la insignia olímpica al revés. No tardaron demasiado en subsanar el error y, mientras tanto, el misterioso encapuchado aparecía en el suelo con la antorcha olímpica. Era el momento de que llegara el primer relevo, apareciendo el legendario Zinedine Zidane para ser el primero en portar la antorcha olímpica.

Tras un breve paseo con ella en la mano, dándose un baño de multitudes, era el momento de entregársela al segundo deportista que se encargaría de transportar el fuego olímpico... teniendo lugar un instante histórico para el deporte español, que se quedará grabado para siempre en nuestra memoria y que pasará a la historia como uno de los momentos cumbres del deporte olímpico nacional. Y es que Rafa Nadal, el rey de París, 14 veces ganador de Roland Garros, era el segundo relevista.

El tenista balear se fundía en un enorme abrazo con Zidane, en la que se convirtió en una de las imágenes de la jornada, para transportar la antorcha en barco hasta las inmediaciones del Louvre. Muy bien acompañado en la lancha con otras tres leyendas del deporte como Serena Williams, Carl Lewis y Nadia Comaneci, hicieron un recorrido de varios minutos, con el español muy protagonista. De hecho, sería el encargado de dar la antorcha a la siguiente relevista, Amélie Mauresmo.

El destino quiso que la extenista, ahora máxima responsable de Roland Garros, la misma que tenía preparado un homenaje al español por su posible último partido en la Philippe Chatrier y que no se realizó por petición del español, fuera quien recibiera la antorcha olímpica de manos de Nadal. A partir de ahí, una pléyade de mitos franceses como Tony Parker, Michaël Guigou, Allison Pineau o Jean-François Lamour fueron haciendo relevos hasta llegar al momento decisivo.

Serían Teddy Riner y Marie-José Pérec los encargados de llevar la antorcha olímpica hasta el pebetero, colocado en el Jardín de las Tullerías. Tras encenderlo, un globo aerostático ascendía al cielo de París, con la Torre Eiffel de fondo como pistoletazo de salida a los Juegos Olímpicos de París. Y, sin duda, una de las imágenes que quedará para siempre en nuestro recuerdo será ver a Rafa Nadal tratado como un héroe mundial, en un relevo inolvidable junto a Zidane.