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UN TRIUNFO SUFRIDO

Secretos del bronce de Garrigós: las vacaciones de sus padres, el beso de Ana y... a MasterChef

Fran se convirtió en el primer medallista español en estos Juegos Olímpicos de París tras ganar el bronce en judo -60 kg. Detrás de este deportista se esconde un chico calmado (ahora) y muy querido por todos sus compañeros

Garrigós celebró la medalla de bronce. (Europa Press)

La postura de los brazos en jarra no es el mejor preámbulo para un éxito. A la derecha de Fran Garrigós (Móstoles, Madrid, 1994), se encontraba Yeldos Smetov, cuyo baile de celebración era la felicidad que al madrileño le habían arrebatado. Se había quedado sin final e iba con la mirada hacia abajo. Pero el rostro de decepción acabó en triunfo con la medalla de bronce en judo -60 kg, la primera española en estos Juegos Olímpicos de París. Y la logró un tipo que lo mismo te tumba en un tatami que le gestiona las vacaciones a sus padres o te cocina un arroz con secreto.

Atrás quedaron los fiascos de Río de Janeiro o de Tokio, donde Fran no superó siquiera las primeras fases y no cumplió con las expectativas. Tenía que ser París, el mismo lugar en el que sus padres, Paco y Manoli, disfrutaron de su aniversario mientras acompañaban a su hijo a un Grand Prix. Quizás en ese mismo instante soñaron con este éxito.

Porque hay momentos en los que no se requieren palabras, basta con los gestos que lo dicen todo. Así fue el abrazo de los padres con su hijo, el mismo al que apuntaron a judo porque era hiperactivo, aunque también hubiera cantos de sirena del fútbol, disipados en cuanto el chico llegó al tatami.

La tarde bien pudo acabar en el barro, en sentido literal y figurado. El cuarto puesto hubiera sido una decepción, por las expectativas y por el sueño de entrar en el medallero español. Había que pasar por mucho fango antes de llegar a la carpa en la que estaba Fran, demandado por toda la prensa.

La felicidad de Fran Garrigós. (Europa Press)

Las lágrimas de Ana

En una esquina, sin soltar el teléfono, estaba Ana Pérez, su novia y también judoka. Ella, sin embargo, no se ha clasificado para esta cita olímpica. Tras dar varias veces las gracias a su interlocutor, atiende a El Confidencial, con la emoción todavía palpable. Y varios minutos después de darle un beso a Fran con el que festejaron este éxito. Es la única en ese lugar, porque sus padres y familiares sólo tenían acceso a la grada.

"He tenido el móvil en modo no molestar durante todo el día", explica Ana. "Fran estaba nervioso, pero yo lo estaba mucho más y no quería transmitirle los nervios". Es la única que lo había visto por la mañana antes de la competición, que se extendió durante todo el día.

La emoción de Ana se transforma en unas lágrimas que la dejan sin apenas voz. "Esto ha supuesto una medalla que es como si yo también la hubiera logrado". En ese mismo instante, pasa Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español (COE), que le da un beso en la frente.

Los nervios por la posible medalla

Fran es una persona tranquila, aunque antes fuera nervioso. Lo explica Ana: "Tienes que conocerlo bien para saber cómo está realmente. No estaba especialmente nervioso, pero notaba la presión, porque estos eran sus terceros Juegos Olímpicos".

El runrún existía ante la posibilidad de convertirse en el primer medallista español, como finalmente ha sido. "A él no le ha afectado eso de ser la primera medalla, porque venía muy curtido de Tokio y de la atención de la prensa. Eso lo ha impulsado para conseguir este éxito".

El varapalo de las semifinales implicó una reacción por parte de Ana. "No podíamos venirnos abajo, porque él nos iba a ver. No podía pasar por delante de nosotros y vernos con esas caras. Le dije que se vaciara y que lo diera todo. Y ha habido suerte".

Garrigós, junto a los triunfadores de judo. (EFE/Chema Moya)

La enhorabuena de los amigos

Cerca de la puerta uno, con la Torre Eiffel a la derecha, se encuentra un grupo de amigos de Fran, enrollados en bandera de España. Uno de ellos es Martín, que lo conoce desde que coincidieron con 14 años haciendo judo, aunque él ya lo dejó. Cuando ven a sus padres, les da la enhorabuena. El teléfono de ambos es un hervidero.

Paco y Manoli se paran con El Confidencial en la puerta del recinto olímpico que ya cierra, recién llegados de la entrega de medallas de su hijo. Ella tiene las banderas españolas pintadas en los cachetes; él, en la frente. Están desbordados de felicidad por este momento que tantas veces imaginaron.

"Me han escrito muchísimos familiares, mis excompañeras del trabajo porque estoy jubilada, todos los amigos… Fran es un chico muy querido por todos", cuenta Manoli, que rebate un poco a su nuera. "Todavía sigue siendo algo nervioso, pero está más tranquilo desde que está con Ana".

El interés por la cocina

Con Ana comparte también el gusto por la cocina. "A él, en realidad, lo que le gustaría es ir a Masterchef. A ver si ahora que ha sido medallista lo llaman. Si hubiera uno por parejas, ellos lo ganarían", dice Paco entre risas. "El judo y estar con Ana lo han hecho más sereno".

La medalla ha llegado tras una semana de intensidad mediática que no ha gustado a Manoli: "Había que ser cautelosos, porque ha habido una gran presión". Paco coincide con su mujer: "No os preocupáis del judo hasta seis meses antes de los Juegos Olímpicos. A este deporte le hace falta más dinero, aunque tenga buena salud".

Fran tiene junto a su padre una empresa de FTTH, de telecomunicaciones. "Es que las becas se reciben, pero se gastan en nutrición, en comer todos los días, en el gimnasio, en el fisio, en el desplazamiento… No se puede vivir del judo", cuenta Paco con suma contundencia.

La ausencia de una de sus hermanas

Las telecomunicaciones, sin embargo, no es lo único que lo ocupa, porque lleva tiempo invirtiendo en el mercado inmobiliario. El judo le ha servido a Fran como formación para el sacrificio diario y para la gestión de su tiempo.

Esta medalla de bronce le supondrá 30.000 euros a Garrigós. ¿Se comprará un coche? "No, no, el coche que se lo pague de renting. Que ahorre", explica Paco. Sus padres lo vieron antes de las semifinales, el único momento del día, porque hubo una pausa tras las primeras rondas.

Ana fue la encargada de gestionar la logística de las entradas en el mismo día de la competición. Faltaban para las finales y las semifinales, pero ella se las arregló para que sus amigos y familiares estuvieran presentes en este importante éxito. Sólo faltó una de sus dos hermanas, ausente porque tiene dos niños pequeños. "Y no es cuestión de dejárselos tanto tiempo a su suegra", lamenta Manoli.

Garrigós, tras lograr el bronce en París. (Europa Press)

La grada estaba repleta de franceses, salvo cuatro banderas españolas. Pero había que animar como fuera, por eso Manoli les fue diciendo a los presentes que era su hijo. Para que animaran. "En el judo no hay mala gente", dice Paco. Cualquier estrategia era buena para lograr el apoyo del público. Nunca antes un español jugó de local en Francia, sólo Nadal.

El tiempo no acompañó en París, con lluvias incesantes durante el día. Pero la celebración se antojaba larga. "Haremos que salga el sol", explicó Ana. "Hombre, estamos aquí esperando, porque tendrá que invitarnos. Te repito que tiene que ahorrar, porque el judo se acaba", decían sus padres. También sus progenitores le gritaron desde la grada: "Sigue, Fran, sigue". Él les hizo caso. Ahora habrá otro aniversario que celebrar en París, y no precisamente relacionado con el matrimonio.

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