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secesionismo lingüístico

El nuevo marco de la Generalitat: mucho hablar del valenciano… mientras rebaja su uso

El valenciano se convierte en el tema principal de la discusión política, incluyendo a líderes del PP interrumpidos en mítines por hablar la lengua propia. Sin embargo, su uso no deja de caer

Varias personas pasean por en el paseo marítimo de Valencia, en una imagen de archivo. (EFE/Manuel Bruque)

Hagamos la del extraterrestre: si uno se apeara en Valencia en las últimas semanas, acabaría concluyendo bien rápido que el uso del valenciano está tan extendido entre la sociedad que, inevitablemente, su presencia en ámbitos educativos o institucionales termina generando fricciones. Como una naranja entre dos, cuyas dos mitades buscan su acople más justo.

El visitante imprevisto, en este tiempo, se hubiera encontrado con episodios descacharrantes hasta convenir que una de las aficiones favoritas de los valencianos (y cercanos) es hablar del valenciano. Más bien, delimitarlo. Otra cosa es su uso.

Esteban González Pons, en plena campaña para las elecciones europeas, tuvo que salir a disculparse ante el error de su partido en el envío de propaganda electoral. En algunos municipios valencianos los folletos del PP habían llegado en catalán, y no en valenciano: “Podía haber ocurrido en cualquier parte, pero ha sido en mi tierra”, se excusó Pons, acusado de una afrenta que, por la intensidad de las disculpas, debió parecer que les costaría las europeas.

En el mismo contexto electoral, pero en dirección contraria, el periodista Toni Soler –rostro habitual de TV3– protestaba ante sus más de 300.000 seguidores por la encuesta del CIS en el que, al preguntar por la lengua materna de los encuestados, incluían por separado el catalán y el valenciano. “Un disparate”, acusaba Soler, refiriéndose a una suerte de secesionismo lingüístico.

El historiador y divulgador valenciano Vicent Baydal razonaba, contradiciéndole, que “lo que ha hecho el CIS es buscar una realidad sociológica y, a la vez, lo que hacen todos los organismos estatales: poner valenciano y catalán con nombres separados, dentro de una misma consideración (y que la gente elija). Nuestros estatus y la legalidad española dicen que valenciano y catalán son dos nombres de la misma lengua, y que los valencianos le llamamos valenciano”.

"En castellano, que no lo entendemos"

En esa espiral, la de situar al valenciano como problema a propósito de multitud de vericuetos, podría entenderse que algunos necesiten ayuda. Hace unos días a la cuenta oficial de la Conselleria de Cultura i Esport de la Generalitat Valenciana, hasta entonces en manos de Vicente Barrera (Vox), se le escapaba la petición a Chat GPT en la que le pedían traducir al valenciano los textos oficiales para redes: “Tradúceme al valenciano este texto”, se colaba en su Facebook institucional.

Mientras que los dos partidos en el gobierno valenciano apenas emplean la lengua propia en el parlamento autonómico (con más del 95% de sus comparecencias en castellano), algunos líderes del Partido Popular, como el presidente de la Diputación de Valencia, Vicent Mompó, han vivido en carne propia algunos efectos directos de ese cierto amedrentamiento ambiental al valenciano: al usarlo en uno de los mítines de la última campaña, como suele hacer, su discurso en Valencia se vio interrumpido cuando uno de los asistentes le conminó a cambiarse al castellano: “En castellano, que no lo entendemos”. Ya le ocurrió lo mismo en 2022.

De fondo, el viraje del gobierno autonómico en el uso del valenciano se constanta con contundencia en educación y sanidad. Una ofensiva que se concreta en la nueva ley de plurilingüismo que, bajo el nombre de ley de libertad educativa, implanta una suerte de referéndum paterno. Al acceder a un centro, las familias podrán votar qué “lengua base” quieren para sus hijos.

La consecuencia inmediata es que el curso próximo 107 centros ya han elegido sustituir esa base hacia al castellano. De la misma forma, la ley para la contratación de sanitarios ha rebajado de 8 a 4 puntos el peso de la lengua cooficial. De tanto hablar del valenciano el mismo extraterrestre podría creer que existe un asedio sistemático y que el castellano ha vivido amenazado, por fin ahora se libera.

A pesar de que las cifras hablan de una comprensión del valenciano que ha ido en aumento en las últimas décadas, esa misma encuesta del CIS a la que se hacía referencia al principio indicó este año que solo el 1,5% de los ciudadanos españoles tiene a su lengua propia como lengua materna. La misma encuesta, en 1996, elevaba esa cifra al 10%.

Como suele explicar la presidenta de la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) Verònica Cantó, “el conocimiento ha aumentado y las líneas en valenciano en los centros han hecho que haya generaciones que saben valenciano", pero su uso social no deja de caer.

En los últimos informes de la propia AVL, se constata que el 28% de los trabajadores de la administración en Alicante cree que el valenciano debería usarse más en el futuro; por el 41% de los de Castellón y el 47% en los de Valencia. Una pista sobre el porqué de la ofensiva legislativa y el porqué de su principal bandera en el primer año autonómico de la nueva Generalitat.

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