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TRAGEDIA MARÍTIMA EN MALDIVAS

Cara o cruz en el infierno helado: la diferencia entre sobrevivir (o no) al naufragio del Argos Georgia

Los 27 tripulantes abandonaron el buque al tiempo con los trajes térmicos. 13 aguantaron juntos tras volcar, pero tan solo un marino indonesio llegó vivo en otra balsa. Hay 9 víctimas, 4 desaparecidos y 14 rescatados en shock

Luto en Baiona (Pontevedra) por el cocinero fallecido. Foto: EP

Cuando faenas en un caladero del Atlántico Sur, expuesto a los tremebundos temporales del invierno austral en busca de la preciada merluza negra o del langostino salvaje, la línea entre la vida y la muerte es tan fina que casi la decide el azar. Y la huella de sobrevivir tiene un precio emocional.

"Están en shock", manifestó José Manuel Pena, que está haciendo de portavoz de las familias gallegas. Está en contacto con la mujer del capitán, José Saborido Rey, uno de los seis españoles supervivientes de la tragedia que esta semana se ha cobrado 9 vidas mientras que otras 4 personas, entre ellas dos gallegos de Ribeira y Noia, siguen desaparecidas con la búsqueda en suspenso hasta que amaine la tempestad.

Fue Pena quien relató que la balsa en la que se apiñaron 13 de los 14 supervivientes llegó a volcar en aguas gélidas (4 grados) a merced de olas enormes -de 7 a 8 metros- y fortísimos vientos (cerca de 80 km/h). Pasaron unas 20 horas hasta que fueron localizados por la patrullera británica FPV Lilibet a unos 320 kilómetros al sureste del archipiélago. "Ninguno se fue con el barco al fondo", recalcó Pena; si bien, en tantas horas de sacudidas, "volcaron, cayeron, subieron y algunos no lo conseguirían".

Los trece estaban vivos, golpeados y contusionados y totalmente "conmocionados" tras "una experiencia límite", explicaron a El Confidencial fuentes del entorno del capitán. Piden respeto para los supervivientes y sus familias, mientras descansan en un hotel de las islas, con ropa donada por la comunidad local, hasta que terminen los trámites para su repatriación. Han necesitado medicación y tranquilizantes para poder descansar después de sobrevivir en el infierno helado.

El viernes a las 11:00 horas despegaba el avión militar que los traerá de regreso a España el domingo 28, si las condiciones climáticas lo permiten, precisó la Delegación del Gobierno en Galicia. En él viaja un diplomático de emergencia consular como enlace para agilizar los trámites. Antes, los rescatados deberán revivir los hechos y prestar declaración por partida doble, en Malvinas y Madrid, en las investigaciones abiertas para conocer las causas del naufragio de un buque moderno y bien pertrechado.

La pesca, un oficio 'mortal'

El capitán superviviente, José Saborido, era un marino veterano con mucho mar encima en 56 años de vida, que ya acariciaba la edad de jubilación en uno de los oficios con mayor mortalidad en un entorno durísimo. Según la OIT (Organización Internacional del Trabajo), la pesca emplea a 40.000 personas en España, siendo "una de las ocupaciones más arduas y peligrosas", de acuerdo a un informe del Ministerio de Trabajo y Economia Social.

Uno de los golpes más duros para el capitán fue conocer que el resto de su tripulación no había corrido la misma suerte. Con algunos de ellos compartía navegaciones y amistad desde hacía años.

Los 27 tripulantes -10 españoles, 8 rusos, 5 indonesios, 2 uruguayos y 2 peruanos- se enfundaron los trajes térmicos y se repartieron en varias balsas al abandonar un buque que hacía agua y se fue a pique rápidamente por causas que todavía se desconocen. Fueron localizadas tres; la primera, con 13 personas vivas a bordo. Seis de ellos eran españoles: el capitán, el jefe de máquinas, el primer oficial y el segundo -Ramón García, Ramón Hombre y Francisco Gondar- junto con Amparo Burguillos y Pere Hernández, los dos observadores científicos.

El pesquero chileno Puerto Toro encontró la segunda balsa con dos cadáveres a bordo y fueron recuperando otros seis cuerpos hasta sumar las 9 víctimas. El buque Robin M Lee, de capital gallego y que hacía prospecciones de pesca en la zona, halló la tercera. En su interior, un muerto y un marinero indonesio con hipotermia y arritmias al que lograron estabilizar conectando en remoto con un equipo médico en Vigo.

Nito es un viejo marinero del Barbanza. Trabajó en los caladeros australes y conoce bien la dureza implacable del mar que cambia de faz en cuestión de minutos y subraya que el Atlántico Sur -donde se pescan la merluza negra, el calamar (pota) y los langostinos salvajes- y es el mar más duro. Sabe que transcurridas tantas horas es "prácticamente imposible", por no decirlo de otro modo, que los dos marineros gallegos de los que esperan noticias en Ribeira y Noia sean hallados.

Son Juan Antonio García, relevo de máquinas, y el mecánico Antonio Torreiro. En Vigo y Baiona, las banderas ondean a media asta por César Acevedo y Santiago Leyenda, el patrón y el cocinero de Vigo y Baiona, que están entre los nueve fallecidos confirmados. Algunos de ellos llevaban años embarcados juntos para ganarse el pan a 11.500 kilómetros de casa. Hay otros tres marinos rusos muertos y uno desaparecido y 4 supervivientes, pero sigue pendiente la identificación oficial de toda la tripulación y la conclusión de las autopsias.

Cronología del naufragio

El palangrero congelador Argos Georgia venía de descargar en puerto Stanley, capital de las Malvinas (Falklands), territorio británico en Ultramar frente a la costa argentina de Ushuaia, y se dirigía a una segunda marea. Era un buque moderno y avanzado tecnológicamente, construido en Turquía en 2018 y botado en Gibraltar, propiedad de armadora anglonoruega Argos Froyanes, que iba camino de los caladeros cuando los sorprendió una tormenta endemoniada.

Argos Georgia, el pesquero hundido el Maldivas.

Era lunes, 22 de julio. El barco lanzó una primera alerta severa por "entrada masiva de agua", como reportaron las autoridades locales. En poco tiempo, la situación había empeorado tan rápido que tuvieron que evacuar el pesquero. La última comunicación con tierra fue a las 21:00 horas (cinco menos en Malvinas). Todos saltaron del barco a las balsas, pero el mar los castigó con un golpeo continuo a merced de un temporal que no dio tregua y fue a más.

A partir de ahí, más de 20 horas con el corazón desbocado, expuestos a vientos huracanados y olas de 7 a 8 metros en aguas gélidas (4 grados). Unas condiciones climáticas "extremadamente desafiantes" como las definieron las autoridades locales, que acordaron el jueves suspender la búsqueda para desesperación de las familias gallegas que veían desvanecerse las últimas esperanzas de hallar con vida a Juan García Rey y Antonio Torreiro, los dos gallegos que se quedaron en el mar.

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