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EXPOSICIÓN

Antes, todo esto era campo: el fotógrafo que mejor retrató los descampados de Madrid

Una mirada y un andar. Javier Campano, sereno y tranquilo, es uno de los pocos fotógrafos que ha sido capaz de documentar la evolución urbanística de

Una de las instantáneas, de 1980, del barrio de Chamartín. (Cedida)

Una mirada y un andar. Javier Campano, sereno y tranquilo, es uno de los pocos fotógrafos que ha sido capaz de documentar la evolución urbanística de Madrid entre 1976 y 1980. Con un ojo mirando a la calle, y otro a la propia gente que se movía en ella. Con uno observando los cambios sociales, y con el otro todo aquello que transforma la forma de habitar la ciudad.

La exposición que ahora puede verse en El Águila es uno de esos tesoros que pueden gustar a públicos muy diferentes. Desde el más entendido en la fotografía, hasta aquel que solo va por el mero hecho de saber cómo nuestra ciudad ha cambiado. Al ritmo, probablemente, de la rumba y el flamenco que se escuchaba en esos barrios.

Campano se lanzó a los descampados y los barrios que surgen en esa época con poco más de 26 años. Y las imágenes son elocuentes, reivindicativas y con un fuerte poso de irrealidad y poesía, como señala la comisaria de la muestra, Ana Berruguete. "Los habitantes de barrios como Orcasitas, Tetuán, Lavapiés o el Barrio del Pilar le abrieron sus puertas haciéndole testigo de sus condiciones precarias y sus luchas vecinales", explica Berruguete, que comenzó a trabajar en ella hace más de un año, cuando preparaba otra centrada en la escena creativa de los setenta.

Se trataba del trabajo inicial de Campano, quien ya había realizado algún encargo, como fotografiar los edificios del racionalismo de Madrid para una exposición del COAM. "Este proyecto surgió en colaboración con los hermanos Zarza (Daniel y Rafael) y el arquitecto Rafael Roca, quienes también participaron en la exposición del racionalismo madrileño", destacan de un grupo que en esos años formará el colectivo El Ojo Móvil.

El barrio de Delicias, en 1979. (Cedida)

Campano se dedicaba a fotografiar y recorrer estos barrios, aportando material visual para las proyecciones que el colectivo utilizaba para difundir la realidad social y urbanística de ese momento. "Organizaban charlas con los vecinos, sensibilizando sobre los movimientos ciudadanos y las primeras manifestaciones y asociaciones vecinales no legalizadas durante el tardofranquismo", continúa explicando la comisaria. Gracias a ese trabajo, Campano comenzó a desarrollar un archivo fotográfico más personal.

La ciudad como lugar de éxodo

"Este tipo de patrimonio refleja la configuración de una ciudad resultado de un éxodo rural masivo de las tres décadas anteriores", apunta de un éxodo que fue significativo para una ciudad que en aquel momento aún no constituía la Comunidad de Madrid, que se firmó en 1983. En ese entonces, era una diputación provincial con un municipio, absorbiendo a un gran número de personas provenientes del campo, asentándose en la periferia.

La problemática de la vivienda se convirtió en uno de los mayores desafíos de la posguerra debido a la acumulación de familias que migraban a Madrid, un núcleo más industrializado que el campo, dejando así un vacío rural. "La Comunidad de Madrid vio el interés en este archivo mayormente inédito. En esta exposición monográfica, realizamos la primera revisión completa de todos los archivos y negativos de Javier Campano de ese periodo, con el objetivo de entender la transformación urbana y social de la ciudad durante esa transición política, que culminó con la Constitución de 1978 y los primeros gobiernos democráticos de los años 80", señala de un proceso que les ha permitido explorar "un contexto emocionante desde la perspectiva del cambio urbano y social de la ciudad".

Autodidacta

Javier Campano, nacido en 1950, tenía 26 años en 1976, momento en el que ya había decidido dedicarse profesionalmente a la fotografía. Anteriormente, trabajó en un banco tras estudiar cinco años en Navarra. A su regreso a Madrid, y con la influencia de su hermano Ángel Campano, una figura clave de la nueva figuración en pintura en los años 80, Javier comenzó a conectarse con los círculos artísticos y de vanguardia de la ciudad.

Hortaleza, en la década de los 80. (Cedida)

Aunque inicialmente practicó la fotografía de manera amateur, su interés creció gracias a una cámara que le regaló su padre. A pesar de la oposición inicial de su familia, decidió dedicarse profesionalmente a la fotografía, influenciado por las corrientes de Nueva Lente, la publicación de Fotocentro, y especialmente por revistas y libros europeos de fotografía que descubrió durante un viaje a París. A partir de entonces, Javier se dedicó plenamente a la fotografía.

El Ojo Móvil y Cine Polans

"Lo del Ojo Móvil no fue un encargo, sino un proyecto sin ánimo de lucro", corrige Berruguete. "Este colectivo se asoció con otros como Polans, al cual también hemos querido incorporar en la exposición". Estos colectivos, junto con urbanistas, abogados, y otros agentes de la sociedad civil, empezaron a sentir la necesidad de visibilizar las condiciones de vida en las periferias de Madrid, como Chamartín, Arganzuela, El Pilar, La Concepción, Entrevías, Orcasitas, Vallecas, Aluche, y Usera, entre otros. Así, se configuró un movimiento ciudadano en el que no solo participaban los vecinos, sino también personas interesadas en visibilizar y debatir sobre estas realidades.

El barrio del Pilar en 1978. (Cedida)

"Respecto a la exposición, nos planteamos situar las fotografías de Javier en su contexto histórico. En el vestíbulo, antes de la sala de exposiciones, hemos situado una cronología que no existía previamente. La hemos acotado desde el final de la Guerra Civil en 1939 hasta después del Plan de 1985, incluyendo la intervención urbanística de la Comunidad de Madrid en 1986", comenta Berruguete. Esta cronología destaca las políticas del franquismo, insuficientes para afrontar el grave problema de la vivienda en los núcleos industrializados. Y han incluido la famosa frase de José Luis Arrese, Ministro de la Vivienda, quien dijo: "Queremos un país de propietarios, no de proletarios".

Además, han incorporado dos cortos en Super 8 del colectivo Cine Polans, que permiten ver en movimiento y en color el trabajo fotográfico de Campano, identificando lugares comunes y transmitiendo el ambiente de la época. Esto contextualiza el movimiento ciudadano y el entorno en el que se tomaron las fotos.

El gran archivo fotográfico de Campano

"En la exposición, hemos resaltado el valor del archivo fotográfico de Javier y su mirada autoral, más allá del simple registro documental", explica Berruguete. "Javier no tenía la intención de documentar sistemáticamente todos los barrios, lo que hace que su trabajo tenga una perspectiva única. De hecho, algunas localizaciones de las fotos fueron difíciles de identificar y tuvimos que corregir varias cartelas". Campano se desplazaba libremente por la ciudad, capturando imágenes sin seguir una ruta específica, lo que reflejaba su espíritu errante y observador.

Campano, en la inauguración de la exposición. (Cedida)

Para Berruguete lo que más me llama la atención del primer Campano "es que ya se perciben las claves de su estilo". Campano siempre ha sido un autor de ciudad, un paseante que descubre los secretos urbanos. "Este trabajo inicial sienta las bases de su destacada trayectoria de 40 años, consolidándolo como uno de los fotógrafos más importantes de España. Su fotografía en blanco y negro y su manera de entenderse a sí mismo como fotógrafo errante ya están presentes aquí. A pesar de no conocer a fotógrafos como Paco Gómez o Manolo Laguillo, Javier desarrolló un ensayo fotográfico único sobre Madrid", concluye

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