Los habitantes de los municipios de la Ribera Alta del Ebro viven con preocupación las horas previas a la punta de la crecida extraordinaria del río, al que no dejan de mirar de reojo, aunque al menos con la tranquilidad que da ver que las medidas de protección han llegado a tiempo.
Calma y tensión, por tanto, se mezclan en las caras y en las palabras de los vecinos y vecinas de las localidades de la Ribera Alta. La calma está en la tierra. La tensión, en el agua.
La calma viene de los trabajos de prevención que se están haciendo. La tensión, del agua que empuja un Ebro desbordado. La posibilidad del desalojo es grande.