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ELECCIONES EN EEUU

Biden trastabilla en el primer debate frente a Trump y desata el pánico en el Partido Demócrata

En el primer cara a cara electoral se vivió un combate de boxeo dialéctico. Y fue Trump el que ganó el debate. No por la sustancia, sino por la óptica. Biden confirmó la imagen de un señor que tendría que haber pasado ya la batuta

Biden y Trump en el debate. (EFE/EPA/Will Lanzoni)

No hubo cortesía, ni apretón de manos, ni preliminares. Solo un combate de boxeo dialéctico entre Joe Biden y Donald Trump. Y fue Trump el que ganó el debate. No por la sustancia, que estuvo llena de exageraciones y falsedades y golpes bajos, sino por la óptica. El republicano se mostró más sereno y elocuente. Sus frases avanzaban rectas, una detrás de otra, con el color y la plasticidad televisiva propia de Trump. Joe Biden fue más preciso y correcto, pero habló deprisa y con un hilillo de voz, tosiendo, dudando, confirmando la imagen que los demócratas buscaban disipar: la de un señor que tendría que haber pasado ya la batuta a un sucesor o sucesora.

Es triste empezar una crónica hablando de lo viejo que está un señor. Envejecer no solo es parte de la vida, sino que es un honor y un privilegio. Pero la realidad en Estados Unidos es la siguiente: el 86% de los ciudadanos, es decir, todos los republicanos y casi todos los demócratas, piensa que Biden está demasiado mayor como para repetir mandato. Y punto. Ese es, como se suele decir, el elefante en la habitación. Y la gran preocupación del Partido Demócrata. Sobre todo después del debate. El objetivo de Biden era uno: aparecer fuerte y conectado. No lo consiguió.

La palabra que más sonaba en los círculos comentocráticos era “pánico”: pánico por la floja actuación de Biden y pánico por la perspectiva de que probablemente Donald Trump vuelva a ser elegido presidente de Estados Unidos. Según el corresponsal en la Casa Blanca de CBS News, Ed O’Keefe, “hay al menos algunos demócratas de la Cámara [de Representantes] que se reunieron esta noche para ver esto juntos y hablar con la Casa Blanca sobre la dimisión [de Joe Biden]”.

“Amo a Joe Biden. Sé que es un buen hombre. Sé que tiene un buen corazón. Sé que se ha dedicado a nuestro país y que está rodeado de gente buena”, tuiteó Maria Shriver, periodista y miembro de la aristocracia familia demócrata de los Kennedy. “Esta noche ha sido desgarradora en muchos sentidos. Este es un gran momento político. Hay pánico en el Partido Demócrata. Va a ser una noche larga”.

La pulcra estructura temática que había preparado la CNN, que acogió el debate en sus estudios de Atlanta, no duró mucho. Joe Biden empezó defendiendo su gestión económica: el crecimiento del PIB, el bajo desempleo, “la mejor economía del mundo”, etcétera, pero Trump arrastró el debate hacia sus territorios favoritos, empezando por la inmigración. Y estuvo pegadito a su guion tradicional: el falso retrato de EEUU como un país invadido por millones de inmigrantes-terroristas que se hartan de matar, de mujeres que abortan a sus bebés como si no hubiera un mañana, de un mundo en llamas gracias a “la peor administración de la historia”.

Por eso se echó de menos un verificador. Trump golpeaba y golpeaba y golpeaba con imágenes terribles y precisas, y no había nadie para pararlo, solo Biden, que le llamó mentiroso muchas veces. Pero sin la ligereza necesaria para precisar y desmontar el río de excesos y desproporciones que salían de su boca. Trump ignoró varias preguntas, por ejemplo, referentes al asalto al Capitolio de enero de 2021, por el que está siendo proceso, y sobre su promesa de su deportación masiva de inmigrantes.

A los 15 minutos o así, Biden se quedó congelado en un lapsus de 20 segundos en los que mezcló palabras y conceptos con un silencio intermitente, que cerró diciendo algo que no tenía sentido. Trump sacó provecho: “Realmente no sé lo que ha dicho al final de esa frase y tampoco creo que él lo sepa”. Luego Biden se mostró un poco más centrado y enérgico, pero ya era tarde: esos 20 segundos serán repetidos hasta la saciedad en las redes sociales, con ayuda de la campaña republicana.

Biden necesitaba ofrecer una actuación estelar, además de por la percepción de su edad, porque tiene casi todos los factores en contra: Trump está por delante en las encuestas de los ocho estados clave, en la percepción de la gestión económica y en la de la política exterior. Algo que no se daba en 2016, cuando ganó las elecciones. En 2016 y en 2020 andaba por detrás. Ahora supera holgadamente a Biden. El modelo del sociólogo Nate Silver da a Trump el doble de posibilidades de ganar.

En los días anteriores al debate, la campaña de Trump empezó a preparar el terreno para el caso de que Biden superase las expectativas: los republicanos diseminaron el rumor de que el presidente de Estados Unidos acudiría medicado y pidió que se les hiciese a ambos una prueba droga. También hay una proporción notable de norteamericanos que piensan que Trump, de 78 años, está demasiado mayor, y este también tiene una creciente colección de lapsus y argumentaciones incoherentes.

El encuentro de anoche fue distinto a los de 2020 de muchas maneras: las repuestas fueron acotadas a dos minutos y las réplicas a uno. Si no, el micrófono permaneció cerrado. No hubo público ni la posibilidad de hablar con los respectivos equipos durante las pausas, durante las cuales Biden y Trump ni siquiera se miraron.

Nunca antes en la historia ha habido tanta experiencia acumulada en un escenario. Esta es la cuarta campaña presidencial de Joe Biden y la tercera de Donald Trump. Biden ha participado en casi una treintena de debates con unas tres docenas de candidatos distintos de todos los colores y de todas las épocas, ya que su primer encuentro se celebró hace casi 40 años. En un espacio de tiempo mucho menor, nueve años, Trump ha debatido en 15 ocasiones. Es la primera vez que se enfrentan dos candidatos que son o han sido presidentes. Y suman un récord de edad.

Imagen del debate.

A lo largo de todos estos lances, Biden y Trump ha demostrado tener estilos contrarios. Como explicaba a The Wall Street Journal Ted Olson, que fue instructor de Biden para el debate vicepresidencial de 2012 con Paul Ryan, el demócrata suele retratarse como un hombre de a pie, un americano más de clase obrera que pasó la niñez en una pequeña ciudad industrial de Pensilvania. A Biden se le conocía en el Congreso como “Amtrack Joe”, porque durante sus 36 años como senador siempre fue y volvió de trabajar en el tren de la red ferroviaria del mismo nombre.

Donald Trump es su némesis: un neoyorquino opulento que logró la fama con una mezcla de emprendimiento en el sector de la construcción y mucha prensa amarilla. Si Biden parece estar hablando con sus amigos en un pub irlandés después de un largo día de trabajo, diciendo continuamente Look, folks o Let’s cut the malarkey, Trump es un camorrista que siempre tiene a la audiencia televisiva en el rabillo del ojo. Imprevisible, agresivo, el hombre que asesinó políticamente a Jeb Bush en 2016 con humor y golpes bajos, y que luego haría lo propio con Hillary Clinton.

¿Tendrán este y los siguientes debates un impacto en las encuestas? Tradicionalmente, se dice que estos encuentros, pese a la atención mediática y a la mitología que se monta alrededor, apenas surten efecto. Según Real Clear Politics, una semana después del primer debate de Biden y Trump de 2020, los sondeos reflejaron una bajada de 1,1 puntos en el caso del republicano y una subida de 1,8 en el caso del demócrata. En el primero de 2016, Hillary Clinton mejoró 1,2 puntos y Trump 0,3. Con Barack Obama y sus rivales de 2008 y 2012 sucedió algo similar. Y no está probado que esas oscilaciones se deban únicamente a los debates.

¿Tendrán los debates impacto en las encuestas? Pese a la atención mediática y a la mitología que se monta alrededor, apenas surten efecto

Pero quizás este sea una excepción y genere esas presiones contra Biden, a tenor del nerviosismo palpable en todo el espectro progresista de EEUU. El Partido Demócrata no puede reemplazarlo de cara a la convención del verano en Chicago, ya que los delegados están apalabrados para Biden. Este tendría que retirarse.

Nikolas Kristoff, columnista multipremiado de The New York Times, escribió: “Desearía que Biden reflexionase sobre su actuación en este debate y anunciase después su decisión de abandonar la campaña, dejando en manos de la convención la elección del nominado demócrata. Alguien como [la gobernadora de Michigan] Gretchen Whitmer, [el senador de Ohio] Sherrod Brown o [la secretaria de Comercio] Gina Raimondo aún pueden dar el salto y vencer a Trump”. Los ocho tertulianos de la CNN, nada más acabar el debate, juzgaron a Biden con la misma severidad.

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