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Presidencia del Consejo Europeo

La resurrección de Costa: los líderes de la UE rescatan al "hombre tranquilo" para poner orden

Los Veintisiete eligen al antiguo primer ministro portugués, António Costa, como próximo presidente del Consejo Europeo, además de nominar a Von der Leyen y a Kallas.

El presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa. (EFE/EPA/Jose Sena Goulao)

António Costa (Lisboa, 1961) ha sido elegido este jueves como próximo presidente del Consejo Europeo, el foro de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea. El ex primer ministro de Portugal se convertirá, así, en el cuarto presidente de la institución, sustituyendo en diciembre al belga Charles Michel. Cuando en marzo los miembros del Partido de los Socialistas Europeos (PES) se reunieron en Roma, Costa fue uno de los más aplaudidos durante toda la sesión. Es apreciado por la inmensa mayoría de sus colegas de partido, pero también por sus rivales.

El nombramiento del antiguo primer ministro se enmarca en el paquete de altos cargos de la Unión Europea acordado por los líderes europeos este jueves, por el cual Ursula von der Leyen ha sido nominada para repetir al frente de la Comisión Europea. Kaja Kallas, actual primera ministra de Estonia, ha sido nominada Alta Representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad.

Costa lleva mucho tiempo siendo el absoluto favorito para este puesto. Desde el mismo momento en el que el PES expresó su voluntad por hacerse con el Consejo Europeo, todo el mundo empezó a pensar en él. En julio de 2023, durante la cumbre de la OTAN en Vilna (Lituania), el portugués se reía cuando, paseando por las calles de la capital lituana durante la noche previa a la reunión, se le preguntaba si se mudaría a Bruselas el año siguiente. Algunos explican que durante los últimos meses había empezado a hablar en inglés, a pesar de que habitualmente utilizaba el francés con sus colegas europeos.

El puesto de presidente del Consejo Europeo parecía hecho para él y contaba con el apoyo total de Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, junto con Olaf Scholz, canciller alemán, la figura de mayor peso dentro del PES. Entonces, a finales de 2023, estalló la crisis de corrupción que tumbó al Gobierno portugués. Costa dimitió inmediatamente y decidió no presentarse a unas nuevas elecciones generales que se celebraron ya en 2024, despidiéndose del Consejo Europeo en abril. Pero ya en ese momento nadie creía que la despedida fuera a ser definitiva.

La propia reunión entre Costa y su sustituto, Luís Montenegro, nuevo primer ministro conservador de Portugal, que se celebró en Bruselas el 21 de marzo justo después de la nominación del popular para el cargo, es una muestra del estilo de Costa y de su trato con los rivales políticos. La lealtad entre Montenegro y el ex primer ministro ha hecho que Lisboa en todo momento respalde la candidatura del luso para la presidencia del Consejo Europeo.

Sin su apoyo, habría sido mucho más difícil su elección. Incluso a pesar de que la investigación judicial en Lisboa sigue en marcha, el resto de líderes han decidido superar el riesgo y la incertidumbre y nominarlo. La razón es que no hay nadie mejor dotado para el puesto que cumpla con el requisito no escrito para ocuparlo. Esto es que haya sido un miembro del Consejo Europeo, es decir, que haya liderado un Estado miembro.

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Costa es un hombre tranquilo e increíblemente concienzudo. La gente que lo ha tratado lo define como una persona flexible, con sentido del humor y de trato fácil. Durante sus nueve años como primer ministro, el socialista no obtuvo únicamente experiencia como líder de un Estado miembro. También aprendió a conocer cómo funciona el Consejo Europeo, el foro de líderes europeos, cómo se forjan acuerdos y cómo hacer que las cosas fluyan entre los Veintisiete. Von der Leyen lo ha identificado como "trabajador", "centrado en los objetivos" y con un "gran sentido del humor".

El trabajo de presidente del Consejo Europeo requiere de mucha mano izquierda. Su misión es construir consensos, levantar puentes entre líderes que defienden posturas muy diferentes. La unidad es la obsesión de cualquier presidente del Consejo Europeo, un cargo que se creó a raíz del Tratado de Lisboa con el objetivo de dotar de más estabilidad al foro de los líderes europeos. A partir del inicio de la era de la policrisis, cuando la Unión se ha visto obligada a afrontar crisis para las que originalmente no estaba diseñada, ha ido incrementando paulatinamente su poder hasta convertirse en un órgano de decisión absolutamente clave.

El presidente del Consejo Europeo tiene un impacto muy directo sobre el buen funcionamiento de la maquinaria europea. El foro de líderes tiene cada vez más poder al mismo tiempo que está cada vez más dividido. Aunque el PES y el PPE siguen siendo las familias dominantes, esta propia elección ha mostrado que hay una creciente fragmentación.

Al inicio de la cumbre, Hungría, Italia y Eslovaquia no apoyaban el paquete propuesto. Hay cada vez más presencia de formaciones de extrema derecha o ultraconservadoras en el Consejo Europeo y la posible victoria del Rassemblement National en las legislativas francesas indican que esa tendencia va a seguir progresando. La próxima pieza clave será la presidencia de la república francesa, que se debe votar en 2027.

Hace falta alguien flexible, capaz de tejer acuerdos entre líderes de posiciones muy diferentes. Alguien creativo, no dogmático, capaz de hablar con todos, incluso los que se encuentran en las antípodas políticas. Costa, según los que mejor le conocen, encaja en ese perfil. Pero no será nada fácil para él. La politización del Consejo Europeo se traduce en bloques cada vez más marcados y separados en debates fundamentales como inmigración o la agenda climática. El trabajo del portugués será intentarlo.

Relación con Von der Leyen

Uno de los elementos que más destacan quienes conocen a Costa es su capacidad de ser sistemático. Cuando Portugal ostentó la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea, en la primera mitad de 2021, el primer ministro luso seguía al detalle todos los dosieres sobre los que estaba trabajando para sorpresa de algunos actores en Bruselas, que están acostumbrados a líderes europeos que en realidad tienen poco interés por los asuntos europeos.

No es el caso de Costa, que fue eurodiputado entre 2004 y 2005, cuando ingresó por segunda vez en el Gobierno portugués, durante el gabinete dirigido por José Sócrates, siendo ministro de Administración Interna. Antes, entre 1995 y el 2002, había ostentado distintos cargos en la administración, como secretario de Estado, ministro de Asuntos Parlamentarios o ministro de Justicia. Luego, entre el 2007 y el ingresó por segunda vez en el Gobierno portugués Costa fue alcalde de Lisboa, periodo durante el cual siguió viajando a Bruselas como miembro del Comité de las Regiones, antes de convertirse en secretario general del Partido Socialista portugués (PS) y llegar al Gobierno en 2015.

La mala relación entre Ursula von der Leyen, actual presidenta de la Comisión Europea y candidata para reelección, y Michel, que ocupa todavía el cargo que ostentará Costa, ha sido uno de los elementos que han definido esta legislatura europea. El trato entre la alemana y Costa es bastante mejor, pero hay una tendencia natural a que el presidente del Consejo Europeo y el de la Comisión Europea choquen. Por competencias, por egos, porque hay poco espacio en la jaula bruselense para dos gallos. Pero la intención por parte del equipo de Von der Leyen es trabajar para evitar que vuelva a ocurrir lo que ha estado pasando en este último lustro.

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