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protestan contra el reclutamiento

Rezar no es lo mismo que ir a la guerra: los ultraortodoxos ya no se libran del Ejército

El Tribunal Supremo israelí dictó una sentencia, percibida como histórica en Israel, que anula décadas de exenciones al reclutamiento militar para varones ultraortodoxos

Protesta de judíos ultraortodoxos contra el reclutamiento militar. (Europa Press)

"Preferimos ir a la cárcel que al Ejército". En Bnei Brak, una ciudad al sur de Tel Aviv, Ozer se ha manifestado junto con otros cientos de judíos ultraortodoxos contra una reciente decisión de la Corte Suprema que ordena a los jóvenes religiosos alistarse para el servicio militar. Los manifestantes bloquearon una importante carretera durante horas y algunos de ellos se tumbaron en el suelo mientras la policía los levantaba y se los llevaba. Muchos de ellos llevaban carteles con la misma frase de Ozer. "¡A la cárcel! ¡No al ejército!".

La ley que eximía del servicio militar a los varones haredim (que en hebreo significa "temblorosos" o "temerosos de Dios") era contraria al principio básico de igualdad. Por ello, el Tribunal Supremo la anulaba una y otra vez, pero sin hacerla efectiva y posponía el dictamen al año siguiente, dando así plazos al Parlamento para que escribiera una ley que pusiera orden de una vez por todas en esta peliaguda situación. Al estilo israelí, posponiendo y a ver qué pasa.

"La última vez que esto sucedió, en el año 2015 se legisló la ley de exención nuevamente y en 2017 el Supremo no la hizo efectiva, como en ocasiones anteriores, y pidió a la Knéset (Parlamento israelí) que presentara una ley definitiva, cosa que el parlamento no hizo, hasta que la disposición caducó, porque duran cinco años estas exenciones", explica Suzi Navot, profesora titular de derecho constitucional y vicepresidenta de investigación del Instituto de Democracia de Israel.

La ausencia de ley obligaba al Tribunal Supremo a pronunciarse. Y los nueve jueces solo podían hacerlo de un modo: fallar a favor del cumplimiento del principio supremo de igualdad dictando que todos esos hombres, unos 67.000, deben cumplir servicio militar como todos los demás, a excepción de los musulmanes, que están exentos pero pueden servir de modo voluntario. De hecho, un número significativo de musulmanes lo hace porque quieren formar parte de la sociedad israelí de modo completo, exactamente lo contrario que muchos haredim.

Hay otra ley diferente para las mujeres harediot (femenino de haredim) con respecto a este tema, explica Navot. De modo que, extrañamente, este debate sobre igualdad, en este episodio concreto de la historia israelí, solo se refiere a los varones.

"Es una decisión judicial que no trata el gran problema que plantean los religiosos de Israel a esta sociedad", continúa Navot, sino que apunta a algo coyuntural. Se ha aprovechado una situación especial de ausencia de ley en un contexto de verdadera falta de personal militar en una guerra de nueve meses que nadie veía venir y que está obligando al Ejército israelí a poner en cuestión muchas de sus asunciones anteriores. Especialmente la de que un Ejército pequeño e inteligente era suficiente.

La guerra en curso en Gaza presenta situaciones de combate urbano y con tácticas de guerrilla por parte de Hamás que están provocando que muchos soldados mueran, por ejemplo, entrando en edificios con trampas explosivas. Cuando en estas situaciones la gente grita en las manifestaciones "¡que todos se enlisten!" y el Ejército exige más mano de obra, es que muchas cosas están cambiando. Pero no las fundamentales: "Lástima que no estemos gritando todos que no haya Ejército para nadie en este país tan militarista. No que, ya que me jodo yo, que se joda el otro igual", dice Ofer E., soldado combatiente en el pasado y activista por la paz.

'Solo tienen derechos y no deberes'

El vacío legal probablemente no fue lo único que empujó al Tribunal Supremo a moverse en el sentido en que lo hizo. La organización "Madres en el frente" presentó, junto con otras organizaciones ciudadanas, una petición preguntando por que los haredim no estaban obligados a servir en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) ahora que se había terminado su exención.

"Eso fue lo que provocó que las cosas se pusieran en marcha", cuenta Orit Binderman, madre de un soldado que sirvió en Gaza y ahora está en el frente norte. "Yo no estoy dispuesta a que haya por un lado madres temerosas de Dios y por otro madres temerosas de que sus hijos mueran en la guerra".

"¿A qué se debe esta desigualdad? ¿Cómo es esto posible? ¡Ellos reciben dinero de mis impuestos y no cumplen con las tareas ingratas!", dice Binderman muy enfadada. "Solo tienen derechos y no deberes. Si mi hijo no va al Ejército lo castigan con la cárcel y estos no hacen nada, por no hacer, tampoco se puede decir que la mayoría de ellos estudie en la yeshivá, muchos de ellos trabajan en negro. ¡Hay un límite!".

Los haredim israelíes de 2024 no son los que el primer primer ministro del país, David Ben Gurión, pensó que debía preservar cuando recién se creó el país. En aquel entonces esa comunidad había sido diezmada en los campos de concentración nazis y Ben Gurión, en sus cálculos pragmáticos y tal vez también espirituales, aceptó en 1949 que 400 de ellos no sirvieran en las FDI y se dedicasen al estudio para que esa parte del judaísmo fuera preservada.

Aquellos 400 hoy son más de 60.000, y esa comunidad, que representa el 13% de la población israelí y puede aumentar hasta ser una cuarta parte de la población en el año 2050, según proyecciones del Consejo Económico Nacional de Israel, representa a un mundo completamente diferente. No están expuestos al mundo exterior y no ven la televisión, ni leen diarios. No utilizan internet ni nada de lo que podría desviarles del modo de vida que dictan sus líderes religiosos con sus leyes de la modestia y los principios judaicos interpretados solo por hombres a lo largo de siglos.

"Los estudiosos de la Torá nos han mantenido como somos durante 2000 años, el aprendizaje de la Torá día tras día nos ha preservado como pueblo", dice Sharon Roter, periodista que creció laica, pero que "volvió a la respuesta", como se les dice en hebreo a los que se hacen religiosos. Por el contrario, los religiosos que abandonan la religión y se convierten en laicos "salen a la pregunta".

Esta nomenclatura es aceptada por la sociedad en su totalidad, y laicos, ateos, agnósticos y religiosos, usan estos dos conceptos nada neutrales, que señalan, en el primer caso, que los judíos regresan al lugar del que nunca se pueden alejar en realidad, donde yacen las respuestas, y en el segundo caso, dejan atrás la respuesta para salir al mundo donde solo hay preguntas.

'Solo estudian la Torá'

Sharon, madre de cinco hijos, dice que si algunos de los jóvenes no estudian en la yeshivá, sí que quieren participar en el Ejército, pero indica que en realidad no están preparados. "Ni están en forma porque en el colegio no tenían educación física, ni han estudiado matemáticas, ni idiomas, solo Torá".

El sistema educativo haredí no sigue las pautas del sistema educativo estatal en el que los demás niños están enrolados. De ahí que su integración en la sociedad civil sea muy difícil, salvo que quien "salga a la pregunta" ponga mucho de su parte. La periodista Sharon Roter dice además que el Ejército no está preparado para acoger a esta población ni es tolerante con ella.

En todos los lugares públicos israelíes existe la obligación de que la comida sea aprobada por el rabinato. Eso lo satisface el Ejército que sirve comida kasher, pero ¿qué se hace con todas esas mujeres en uniforme —uñas de gel, labios hinchados y arma automática— que los haredim no pueden mirar? Los ultraortodoxos no deben mirar a las mujeres, y menos todavía sentarse a su lado o interactuar con ellas. Quedan muchas incógnitas: ¿Y los rezos? ¿Y los detalles del servicio? ¿Y los días de fiesta y el shabat? ¿Y las actividades de ocio conjuntas y obligatorias?

"Una chica me contó que en una base del sur llevaron a los soldados a un día de asueto a una piscina", explica Roter. "Y los soldados religiosos tuvieron que llamar a su rabino para explicarle que tenían problemas y no podían participar de la actividad de ocio obligatoria porque había chicas y el rabino llegó para darles un seminario en la sombra del recinto en un calor abrasador. ¿Qué les hubiera costado hacer piscinas separadas para hombres y mujeres?", se pregunta Sharon.

El 7 de octubre, así como hubo un gran número de reservistas que se presentaron a la guerra, muchos haredim participaron en las labores de rescate e identificación. "Salieron masivamente de sus casas a ayudar en lo que podían", explica Sharon. "Y quien estuvo recogiendo uñas del suelo, recibiendo cadáveres en la morgue, no ha vuelto a ser el mismo. Pagamos también nuestro precio".

El papel del Estado

Precisamente porque la conversación con los socios ultraortodoxos de Gobierno de Benjamin Netanyahu es que el estudio de la Torá es otro modo de salvar al pueblo y los puntos de vista de los laicos frente los religiosos son irreconciliables en este tema. El Estado debe intervenir, opina el historiador Yoel Schvartz. "Se juntan dos problemas que explotaron ahora por la guerra: por un lado, el problema legal y de contrato social. ¿Qué ganas tiene el israelí no haredí de seguir pagando impuestos altísimos, dedicando tres años o más de su vida al Ejército, con todas las implicaciones que supone ser israelí ahora, cuando hay un sector creciente y privilegiado de la sociedad que de modo consensuado y consolidado no cumple con deberes, ni siquiera los relativos a su propia manutención?".

El segundo tema es un asunto de poder, explica el historiador. "La razón por la cual hay tanta insistencia por parte de los rabinos para que no se haga ningún cambio tiene que ver con su cuota de poder, ellos firman que ese muchacho está estudiando la Torá y no jugando a las cartas y eso les da mucho poder en su propia comunidad y fuera. Generan votos, apoyo y poder".

El Supremo, además de decir que el Gobierno debe actuar para hacer cumplir esta ley, afirmó que ya no puede proporcionar apoyo financiero a los estudiantes religiosos que estudian en lugar de hacer el servicio militar. Y si bien el fallo establecía que el Gobierno debe reclutar a los ultraortodoxos, decía que la petición no era el marco adecuado "para discutir los detalles de cómo se implementa la ley o la escala de alistamiento", y que no estaba emitiendo una opinión sobre ese tema, lo que implicaba que el Ejecutivo tiene cierta libertad en cuanto a cuántos hombres ultraortodoxos necesita reclutar de forma inmediata.

Los ultraortodoxos representan el 13% de la población total de Israel

Los líderes de los partidos ultraortodoxos lanzaron improperios al tribunal —al que le tienen tanta aversión como el Netanyahu de los últimos tiempos—, pero no han amenazado con romper la coalición. Cuando se le preguntó sobre los planes de su partido, un portavoz de Yitzchak Goldknopf, líder del partido Agudat Yisrael y ministro de Vivienda y Construcción, respondió que aún no se había tomado ninguna decisión, ya que el fallo del tribunal es "teórico" hasta que el Ejército comience a aplicarlo.

Además, se acercan las vacaciones de verano, la Knéset se toma otro receso en pocas semanas a pesar de la situación de emergencia nacional, mientras varios líderes religiosos han viajado a Estados Unidos en busca de donaciones, lo cual tal vez señala que la idea de un Estado moderno que beneficia a sectores menos privilegiados y que se había tergiversado en Israel, está entrando en efecto. "Son unas sanguijuelas", dice Orit Binderman. "¿Por qué en Estados Unidos trabajan y aquí no? Es un auténtico escándalo".

¿Qué sigue ahora?

Tras el fallo, el presidente del Comité de Asuntos Exteriores y Defensa, Yuli Edelstein (Likud), dijo que el debate sobre el proyecto de ley continuaría "como de costumbre".
Varios miembros del comité, incluidos legisladores del Likud, han declarado que no tienen intención de permitir que la ley avance a su segunda y tercera lectura, que son necesarias para la aprobación sin revisiones importantes.

Una nueva legislación es lo que permitirá que los haredim puedan seguir recibiendo dinero de los presupuestos del Estado. "Esto crea un incentivo significativo para que los ultraortodoxos y la coalición terminen la legislación y les da motivos para acordar una cuota de reclutamiento anual 'razonable'", dijo al Times of Israel el diputado del partido Yesh Atid (Hay un futuro), Moshe Tur-Paz.

La diputada laborista Merav Michaeli, miembro del Comité de Asuntos Exteriores y Defensa, dijo al mismo diario que no hay necesidad de una ley especial para el servicio ultraortodoxo. "Existe una ley sobre servicios de seguridad que también dice que todos deben ser reclutados. Se debe permitir a las FDI implementarlo y eximir del reclutamiento a aquellos que las FDI consideren que no son aptos para el reclutamiento a nivel individual y no grupal", dijo. "No debemos seguir permitiendo que un grupo de políticos y rabinos dejen atrás a los jóvenes ultraortodoxos para impedirles que se alistan en las FDI y se integren a la sociedad israelí. Los dirigentes ultraortodoxos quieren mantener su poder e imponer una sociedad cerrada a la juventud ultraortodoxa", añadió Michaeli.

Mientras, el presidente del partido ultraortodoxo Shas, Aryeh Deri, dijo que la Torá es el "arma secreta de Israel contra todos los enemigos" y que los estudiantes de la yeshivá "preservan nuestro poder especial y generan milagros en la campaña [militar]". Por su parte, el mago Uri Geller dijo que había tomado parte en la defensa contra el ataque iraní del pasado mes de abril con más de 300 misiles y drones.

Y lo que es seguro, según explica Schvartz, es que esta guerra está demostrando que el Ejército israelí necesita muchas tropas apostadas en las fronteras, norte y sur, si quiere evitar otra invasión y que los miles de habitantes israelíes de las zonas fronterizas consideren volver a sus casas. El Gobierno actual no parece dispuesto a retirar las unidades apostadas en Cisjordania para proteger a los colonos.

Muchos haredim no tienen intención de servir en el Ejército, llevan décadas manifestándose con pancartas y gritos de "antes muertos que reclutados", también en estos días, sin embargo, a otros se les abrirán posibilidades con las que no contaban, apunta el historiador. La fiscal general del Estado dictaminó que el 1 de julio, las FDI deben reclutar a 3.000.

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