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Seis meses de Orbán

Trumpismo, desconfianza y show: Hungría estrena su presidencia del Consejo de la UE

Los húngaros, los 'enfant terrible' del club comunitario, asumen la presidencia del Consejo de la UE durante los seis próximos meses para temor de los socios europeos

Viktor Orbán, primer ministro de Hungría. (Reuters)

Cuando viaja a Bruselas Viktor Orbán, el autoritario primer ministro de Hungría, disfruta bastante. Le gusta provocar, y no hay ningún sitio mejor para hacerlo que la capital comunitaria. Todo el mundo está pendiente de él, de sus titulares, de sus gestos. Y a él le encanta. Por eso en realidad a nadie le sorprendió del todo cuando Hungría anunció el lema que utilizará durante los seis meses durante los que ostentará la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea: Make Europe Great Again. Hacer Europa grande otra vez, una réplica del lema con el que Donald Trump triunfó en las elecciones estadounidenses de 2020, precisamente en el momento en el que en la Unión Europea empieza a notar el hormigueo que provoca el escenario de una nueva presidencia Trump.

¿La buena noticia? Que la presidencia húngara comienza justo cuando la legislatura europea está echando a rodar, y eso significa que hasta después del verano o incluso más allá, va a haber muy poca actividad real, lo que reduce mucho la influencia de Budapest. ¿La mala? Que para Orbán en realidad la presidencia es un escaparate, una nueva plataforma a la que llevar su estilo provocador. Va a ser más estético que práctico, pero eso no quita el dolor de cabeza. Y, además, Hungría va a aprovechar cualquier palanca que tenga en su poder para intentar forzar a la Comisión Europea a que descongele los fondos que tiene bloqueados a Budapest por su deriva contra el Estado de derecho. El país centroeuropeo es el único que tiene abierto un procedimiento del artículo 7 de los Tratados, que en última instancia permite retirar el derecho a voto en el Consejo a un país que viole los principios básicos del Estado de derecho. Aunque algunas capitales han pedido avanzar en ese proceso para mandar un mensaje de firmeza a Hungría, lo cierto es que no se han dado nuevos pasos.

En Bruselas saben que queda medio año de aguantar una cierta ineficiencia por parte del Consejo. Nadie cree que Budapest vaya a ser capaz de cumplir la función de una presidencia del Consejo de la Unión Europea: ser un árbitro neutral que ayuda a construir consensos entre el resto de los 26 Estados miembros. Durante seis meses tu rol como país no es tanto defender tus intereses, ni aprovechar el asiento de presidencia para potenciar tu visión de los principales debates, sino más bien lo contrario: dar un paso a un lado y ser visto por todos como alguien que no va a aprovechar su posición de fuerza a su favor.

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A. Alamillos Viktória Serdült (HVG. Hungría) György Folk (EUrologus. Bélgica)

Balazs Orbán, mano derecha del primer ministro, aunque no familiar suyo a pesar de tener el mismo apellido, explicaba esta semana paseándose por la zona de prensa del Consejo Europeo que la intención del Gobierno húngaro es tener una cooperación leal con la Comisión. Pero incluso él dejaba claro que la relación es mala. Y una demostración de ello es que Orbán haya votado en contra de la nominación de Ursula von der Leyen para un nuevo mandato al frente de la Comisión Europea. El trabajo de los diplomáticos húngaros en Bruselas no va a ser nada fácil, porque aunque llevan semanas tratando de enviar un mensaje tranquilizador nadie termina de creerles. La relación va a ser especialmente tensa con el Parlamento Europeo, que desde hace dos legislaturas mantiene un pulso permanente con Orbán.

Alexander de Croo, primer ministro en funciones de Bélgica, país que ha tenido la presidencia rotatoria durante los últimos seis meses, envió este jueves un mensaje a Orbán al finalizar el último Consejo Europeo de su semestre. "La presidencia no significa que seas el jefe de Europa", explicó el primer ministro. "Ser el que construye los compromisos es una posición interesante en la que hay que estar al menos una vez en la vida, así que sin duda se la recomiendo al señor Orbán", bromeó De Croo. La realidad es que la presidencia es un ente relativamente gris, en la que el primer ministro habitualmente tiene muy poca influencia y se circunscribe más a los niveles técnicos y de ministros de los distintos ramos.

Viktor Orbán, primer ministro de Hungría, durante un Consejo Europeo en Bruselas. (EFE)

Esquivar a Hungría

Hace una semana, durante un Consejo de Asuntos Exteriores, el resto de ministros decidieron pasar por encima de Hungría y aprobar el envío de 1.400 millones de euros a Ucrania sin el apoyo de Budapest a pesar de que es una decisión que, a priori, requiere de unanimidad. Pero en Bruselas se están empezando a cansar, y el Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) y los servicios jurídicos del Consejo se aferraron a una triquiñuela legal para hacer que el ministro húngaro no votara. Y es que hay 6.600 millones de euros del Fondo Europeo para la Paz (EPF), el instrumento que la UE utiliza para financiar el envío de armamento a Ucrania, bloqueados porque Hungría aprovecha su derecho a veto para bloquearlos.

El hecho de que a horas de que comience la presidencia húngara el SEAE y Budapest hayan estado negociando para ofrecer a Hungría una exención y prometerles que ni un solo euro húngaro del EPF va a acabar en Kiev es una muestra de hasta qué punto la cooperación entre Hungría y Bruselas es mala. Y es también una señal de cómo ha habido una estrategia de intentar cerrar todo lo que sea posible cerrar a nivel legislativo y normativo antes de que este lunes 1 de julio los húngaros asuman su semestre. Los belgas, que han tenido la presidencia durante estos seis últimos meses, han sentido el aliento de Orbán en su cogote todo el tiempo. En Bruselas se da por hecho que los seis próximos meses el Consejo va a estar de alguna manera apagado o fuera de cobertura. Y eso significaba que había que sacar adelante acuerdo y cerrar dossieres durante el semestre belga para evitar que luego entraran en barrena durante los meses en los que los húngaros estén a los mandos.

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