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Claves del resultado

Los laboristas logran una mayoría aplastante en UK. Eso no significa que Reino Unido sea más 'de izquierdas'

Los votantes británicos han, desde luego, castigado al partido conservador. La victoria de los Laboristas es incontestable: casi arañan los mismos escaños que con su mejor resultado con Tony Blair. Pero...

El nuevo primer ministro británico, Keir Starmer. (Reuters/Suzanne Plunkett)

En preparación a la cobertura de las elecciones británicas, el periódico The Guardian, de tendencia izquierdista, preparó una serie de pódcast. En uno de los capítulos, titulado Los 14 años que rompieron Reino Unido, los periodistas repasan con testimonios y analistas la trayectoria de los conservadores desde su regreso al poder en 2010 de la mano de David Cameron. El hilo conductor es el temerario cambio de mensaje en los políticos tories, por el que, en un momento de crisis, pasaron de su habitual "un estado pequeño, pero una sociedad grande" en el que los ciudadanos de Reino Unido y sus políticos remarían a una en pos de salir del agujero del déficit, no necesariamente a expensas de un gran sector público (después de todo, son conservadores), a un mensaje vengativo y excluyente, del agravio hacia el que "vive de los subsidios", hacia el pobre que disfruta del sistema de salud, hacia el europeo que llega y puede obtener un trabajo sin más cortapisas que las del local. Algo se rompió ahí, dicen: el mensaje caló.

"Si el electorado del país decide castigar al gobierno tory, no solo vencerlos en unas elecciones, sino más bien borrarlos del mapa, creo que se verá como un repudio masivo del corazón del mensaje ideológico [de los tories]: que el gobierno debe ser más pequeño, hacer menos, incluso si otra gente que no es como tú sufre. Ese mensaje quizá sea repudiado. No sé, llámame optimista por verlo así", termina el analista entrevistado.

A la espera de terminar de otorgar los últimos escaños, los votantes británicos han, desde luego, castigado al partido conservador. Los laboristas, liderados por Keir Starmer, han conseguido una aplastante victoria en los comicios de este 4 de julio. Al momento de escribir esta crónica, el Partido Laborista va camino de hacerse con 412 de los 650 asientos en juego en Westminster (la mayoría está en 325), escaño arriba - escaño abajo. Los conservadores se han quedado con 121, una de sus peores derrotas históricas. La victoria de los Laboristas es incontestable: casi arañan los mismos escaños que con su mejor resultado con Tony Blair.

Pero, siguiendo el hilo de la pregunta que se hacía el pódcast de The Guardian, ¿significa eso que Reino Unido ha dado un giro a la izquierda, mientras sus vecinos al otro lado del Canal, en Francia y en el resto de Europa, van girando hacia la derecha o ultraderecha? No tan rápido.

La victoria de los laboristas de Keir Starmer es amplia pero poco profunda. El sistema electoral británico, que sigue la regla de "el ganador se lo lleva todo", permite grandes mayorías y dificulta enormemente la entrada de nuevos partidos en el Parlamento. Una vez dividido el país en 650 circunscripciones o distritos electorales, el ganador en cada una de ellas —ya sea por un único voto— es el que se hace con el escaño. El resto de votos de la circunscripción quedan en nada.

El sistema dificulta, también, los matices del verdadero sentir del país: partidos como los Liberal Demócratas lo han sufrido en sus carnes, durante muchos años terceros en porcentaje total de votos, pero sin lograr hacerse con un número significativo de escaños. En este caso, el porcentaje de voto de los laboristas, 33,9%, es apenas 1,8 puntos porcentuales superior a 2019 (32,1%), cuando los laboristas cosecharon una de sus peores derrotas históricas, con 202 escaños. Menos de un 2% del voto que se traduce este 2024 en más de 200 escaños. El porcentaje de voto, de hecho, menor que el que cosechó el laborista Jeremy Corbyn en 2017 (40%).

Más datos: el porcentaje de voto de esta victoria laborista es el más bajo que consigue una mayoría parlamentaria en Reino Unido.

El espejismo del sistema, avivado por el indudable descalabro tory (una caída de 20 puntos porcentuales en votos totales) no se traduce en un espíritu laborista que arrasa el país. La derrota ha sido contra los conservadores, y no precisamente por rechazar su agenda o medidas específicas, sino por su incompetencia. Apenas un 10% de los británicos consideran a los tories como un partido competente (frente al 40% en 2017) y menos de un 15% lo consideran "capaz de gobernar" (frente al más de 50% en 2017), según una encuesta de Ipsos y YouGov recogida por el Financial Times.

"Los conservadores no perdieron estas elecciones porque fueran demasiado de derecha en algunos temas o demasiado de izquierda en otros. Perdieron porque los votantes de todas las tendencias los juzgaron incompetentes y deshonestos", escribe John Burn-Murdoch, jefe de datos en el diario británico.

Es decir, lo que ha entendido el electorado británico es que la respuesta tory a las crisis que sufre el país (arrastrando la crisis de 2007-2008, problemas con el déficit, otros derivados del Brexit, etc.) no ha funcionado, y ahora solo se puede probar la Laborista. Keir Starmer es el primero que lo sabe: su campaña desde que fue nombrado líder del partido tras la expulsión de Jeremy Corbyn apenas ha presentado líneas ideológicas, sino que se ha centrado en lo mucho que ha cambiado el partido, "un nuevo Labour", alejándolo de las tesis más izquierdistas del liderazgo anterior, modernizándose y encontrándose en el centro.

Un paréntesis precisamente sobre Starmer: el voto para el candidato en su propia circunscripción (en el Gran Londres, y que ha votado laborista desde 1983) ha caído de 36.641 votos en 2019 a apenas 18.884 hoy. Ha ganado el escaño.

Volviendo a la pregunta inicial. Cuando esos problemas, algunos de los cuales, como la expulsión del sistema de numerosas familias británicas hacia la pobreza y la exclusión, tienen raíces ya muy profundas en la etapa de austeridad que son difíciles de revertir, y otros, como el miedo a la migración, va más allá de los datos y tiene poca opción de "solución" realista, como se encontraron los tories con su plan de enviar inmigrantes a Ruanda o un hotel-prisión flotante en el canal de la Mancha, ¿permanecerán con los laboristas?

"Mirando el surgimiento de Reform UK, me pregunto si estamos a apenas una o dos elecciones del punto donde está Francia ahora mismo", sostiene Gideon Rachman, destacado periodista del Financial Times. El amplio gobierno laborista que ha cosechado Keir Starmer (con más de 100 escaños por encima de la mayoría, podrá ejecutar libremente sus proyectos de ley) es, desde luego, un aparente cambio de tendencia en el declive del centroizquierda en muchas democracias occidentales que se ha detectado por el creciente número de votantes que han abrazado la extrema derecha en las últimas elecciones europeas del 9 de junio en países como Francia, Italia o Alemania. En Francia, la Agrupación Nacional de Marine Le Pen está a un paso de hacerse con el gobierno francés si consigue repetir sus buenos resultados de la primera ronda en los comicios de este domingo.

En Reino Unido, Reform UK, el partido primero antieuropeo, luego pro Brexit duro y siempre populista radical de Nigel Farage ha entrado por fin en el Parlamento británico, con al menos 4 escaños. No parece mucho, de nuevo en virtud del sistema electoral británico. Pero en porcentaje de voto se han convertido en tercera fuerza (por encima de los Liberal Demócratas), con 14,3% de los votos, 12 puntos porcentuales más que en las anteriores elecciones.

Con los conservadores lamiéndose las heridas de su peor derrota en años, que ha dejado el partido en los huesos y sufriendo una fuerte crisis de identidad, la irrupción de Reform radicalizará (lo hemos visto en otros países) el mensaje hacia la derecha. Es probable que Starmer se vea también forzado a adaptarse: Reform ha quedado segundo en muchas circunscripciones donde han ganado los laboristas. Aunque precisamente esa división entre la derecha tory —que ha conseguido el éxito de no verse aniquilada por completo, como algunos pronosticaban— y la derecha populista de Reform podría facilitar nuevos gobiernos laboristas en los próximos años. También Farage se enfrenta al reto de crear partido, ahora que cuenta con escaños, algo en el que el político, que ha creado, eliminado, y vuelto a crear varias formaciones ha demostrado no ser especialmente hábil.

Starmer lleva apenas tres horas como primer ministro electo. En casi todos los perfiles que se publican sobre él se destaca ese toque de desconocido: solo él conoce qué es exactamente el starmerismo. Pero tiene cuatro años para desarrollarlos y, quizá ya sí, convencer a los británicos.

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