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ATENTADO CONTRA TRUMP

De Roosevelt a Trump: estos son los presidentes de EEUU que han sufrido atentados

Una decena de presidentes de los Estados Unidos han sufrido intentos de asesinato desde la creación del joven país. Te contamos los más relevantes del siglo XX hasta hoy

John f. kennedy en un acto con líderes (Leffler Handout/Reuters)

Ejercer la presidencia de la potencia mundial, o simplemente pretenderlo, es un trabajo de alto riesgo. Atentados como el último contra Donald Trump durante un acto de campaña en Pensilvania en el que el expresidente ha sufrido un disparo en su oreja derecha, han sido durante el pasado Siglo XX, algo tristemente habitual. En mítines de campaña, en viajes o incluso en sus propias casas, los intentos de asesinato a los presidentes estadounidenses se remontan al nacimiento de este país.

Theodore Roosevelt (1912)

Aunque no estaba en el cargo en ese momento, Roosevelt fue objeto de un intento de asesinato mientras hacía campaña para un tercer mandato. John Schrank le disparó, pero Roosevelt sobrevivió gracias a un discurso de 50 páginas que llevaba en el bolsillo, lo que amortiguó el impacto de la bala. Roosevelt no solo sobrevivió, sino que pidió a la multitud que no linchara al atacante, que luego fue declarado demente.

Franklin D. Roosevelt (1933)

Antes de asumir la presidencia, Franklin Delano Roosevelt (pariente lejano de Theodore) fue objeto de un intento de asesinato por parte de Giuseppe Zangara en Miami, Florida. Roosevelt no fue herido, pero el alcalde de Chicago, Anton Cermak, resultó herido y murió posteriormente.

Harry S. Truman (1950)

Durante su mandato, dos nacionalistas puertorriqueños, Óscar Collazo y Griselio Torresola, intentaron asesinar a Truman en la Blair House, donde estaba alojado durante las renovaciones de la Casa Blanca. Los guardias lograron repeler el ataque en el que murieron uno de los atacantes y un agente de policía.

John F. Kennedy minutos antes del disparo (Walt Cisco/Dallas Morning News/Wikipedia)

John F. Kennedy (1963)

Probablemente, uno de los episodios más traumáticos de la historia de Estados Unidos fue cuando Jon F. Kennedy fue asesinado por Lee Harvey Oswald mientras recorría Dallas, Texas, en un automóvil descapotable. En este incidente, el atacante profirió tres disparos que no solo acabaron con la vida del presidente, sino que dejaron varias víctimas. A día de hoy, siguen circulando varias teorías conspirativas sobre este asesinato.

Gerald Ford (1975)

El 38º presidente de EE.UU., Gerald Ford, sufrió dos intentos de asesinato en el mismo mes. Primero, Lynette "Squeaky" Fromme intentó dispararle en Sacramento, California, y luego, Sara Jane Moore lo intentó en San Francisco, California. Ford salió ileso en ambas ocasiones.

Ronald Reagan (1981)

A penas seis años después, el mediático presidente Ronald Reagan recibió un balazo cuando salía de dar un discurso en un hotel de Washington. La bala, disparada por John Hinckley Jr., rebotó en la limusina, penetró en el brazo derecho de Reagan, rompió una costilla y le perforo el pulmón, causando una hemorragia interna. Reagan casi se muere, pero fue operado y se recuperó totalmente. Hinckley dijo que quería impresionar a la actriz Jodie Foster. La popularidad de Reagan subió 8 puntos después del atentado y arrasó en las presidenciales.

Una tradición que viene de lejos

Durante el Siglo XIX y con el país recién estrenado, el propio Abraham Lincoln fue asesinado en 1865 por John Wilkes Booth mientras asistía a una obra de teatro en Washington con su familia. El disparo, que no lo mató en el acto, le causó las heridas que lo llevaron a la muerte al día siguiente. Menos de dos décadas después de este atentado, James A. Garfield, uno de los presidentes más breves de la historia del país, fue asesinado en 1881 por Charles J. Guiteau. El motivo del asesinato fue una hipotética deuda política.

Desde disparos en bulliciosas calles hasta allanamientos de viviendas privadas, estos incidentes han dejado una marca indeleble en la historia de Norteamérica. Tras el último atentado contra Trump, queda demostrado que ni siquiera el más alto cargo en la nación está exento de la amenaza de la violencia en un país, Estados Unidos, cada vez más polarizado.

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