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Tras sus viajes a Moscú y a Pekín

Bruselas lanza un boicot a la presidencia europea de Hungría tras el pulso de Orbán

Desde hacía días se venía discutiendo en Bruselas la posibilidad de que el resto de socios europeos y la propia Comisión Europea boicotearan la presidencia húngara

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, lee un documento durante la cumbre del 75 aniversario de la OTAN. (REUTERS/Leah Millis)

Desde hacía días se venía discutiendo en Bruselas la posibilidad de que el resto de socios europeos y la propia Comisión Europea boicotearan la presidencia húngara del Consejo de la Unión Europea después de un inicio bastante accidentado. Pocos días después de que Budapest estrenara su presidencia, que durará hasta diciembre y que tiene poderes muy limitados dentro del funcionamiento de la Unión, Viktor Orbán, el autoritario primer ministro húngaro, decidió viajar a Kiev para reunirse con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, antes de desplazarse hasta Moscú para una polémica reunión con el presidente ruso, Vladímir Putin. Y teniendo en cuenta que Orbán es el socio más cercano al Kremlin dentro de la Unión y que mantiene unos 6.600 millones de euros para financiar el envío de armas a Ucrania, el resto de las capitales han empezado a perder la paciencia.

Este lunes, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha decidido pasar a la acción. El Ejecutivo comunitario solamente estará representado por funcionarios europeos de alto rango en las reuniones informales organizadas por la presidencia húngara. Además, el portavoz de Von der Leyen, Eric Mamer, ha explicado que el colegio de comisarios, que habitualmente hace una tradicional visita a la capital del país que ostenta la presidencia rotatoria durante los primeros días, no hará visita oficial a Budapest. Ese viaje de Von der Leyen y sus comisarios debería haber tenido lugar en los primeros días de julio, pero la incompatibilidad de la agenda era obvia: Orbán no iba a estar porque tenía previsto viajar a Moscú.

La actitud del primer ministro húngaro, que después se ha reunido también con el presidente chino, Xi Jinping, y con el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, no ha pillado por sorpresa a casi nadie. En el momento en el que se supo que Budapest había elegido “Make Europe Great Again” como su eslogan de presidencia, en clara referencia al eslogan utilizado por Trump en 2020, se supo que el Gobierno húngaro no tenía intención de pasar desapercibido durante los próximos seis meses. Independientemente de que, oficialmente, la presidencia tenga la obligación de ser un árbitro neutral entre el resto de los Estados miembros y no pueda utilizar su posición para impulsar sus propios intereses.

Ya en las primeras reuniones informales organizadas en Budapest se notó que el resto de Estados miembros no tenían demasiado interés en participar, aunque no terminaba de estar claro si se trataba de un boicot planeado o si era simplemente una mezcla de reuniones con una agenda floja y en un momento ya vacacional en muchos países europeos. Ahora la estrategia de boicot está en pleno desarrollo.

El Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE), dirigido por el Alto Representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad, Josep Borrell, está trabajando en un plan para boicotear la reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la UE informal, conocida como Gymnich, que se celebrará en Budapest a finales de agosto, como ha informado el portal de asuntos europeos Politico y ha podido confirmar El Confidencial. El plan en el que están trabajando es convocar una reunión formal de Asuntos Exteriores en Bruselas que impida que los jefes de la diplomacia europea se desplacen hasta la capital húngara, aunque el proceso legal para convocarla no es sencillo.

La semana pasada el embajador representante permanente de Hungría tuvo que explicar los viajes de Orbán durante una reunión con sus homólogos, conocida como Coreper, en la que se pudo notar la irritación con la que muchas capitales están siguiendo lo que Budapest ha calificado como “misión de paz” de su primer ministro. La presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea no tiene competencias en política exterior, limitadas a Borrell y al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, cuando se trata de hacer algo en representación de los líderes europeos.

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