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Así es ser activista por la paz en Israel

Paria en Palestina, paria en Israel: "Si apoyo el pacifismo, me consideran un terrorista"

El activismo para la paz en Israel y en los territorios palestinos es algo que, desde el 7 de octubre, ha quedado reducido a unos pocos defensores que se niegan a perder la esperanza

El director de la organización interreligiosa Roots, Hanan Schlesinger. (Roots)

"Si apoyo la paz, me consideran un terrorista". Hanan Schlesinger es rabino de origen estadounidense. Habla indignado y con cierto recogimiento. A veces se encoge de hombros como si las respuestas se le acabasen. Sin embargo, su indignación no le hace perder el brillo de sus pequeños ojos grises cada vez que habla de un hipotético escenario de paz entre Israel y Palestina. Es, precisamente, al preguntarle por este sempiterno conflicto cuando no titubea en sus respuestas: "Nosotros, los israelíes, tenemos que aceptar que los palestinos merecen paz, libertad, dignidad e independencia. Mientras Israel no lo reconozca, los palestinos van a resistir".

Cientos de libros inundan su pequeño despacho. La mayoría de ellos son obras que hablan del judaísmo y de la historia del pueblo hebreo. Tiene tres hijos y vive con su mujer en una casa austera, aunque rodeada de jardines, en el asentamiento judío de Alon Shvut, ubicado en el territorio conocido por los judíos como Judea y Samaria, a 100 kilómetros de la Franja de Gaza.

En esta pequeña localidad viven, aproximadamente, 3.000 judíos colonos. Las casas blanquecinas se superponen en una tierra que, antes de la llegada de estos, estaba habitada por palestinos hasta el año 1970, cuando el Gobierno israelí aprobó la creación de Gush Etzion, una agrupación de 18 asentamientos ubicados entre Jerusalén y Hebrón. "Sé que estoy viviendo aquí de manera cínica. Soy consciente de que los sueños de mi gente se han cumplido a costa de los palestinos", confiesa.

Ahora son los judíos los que, bajo el reclamo de su derecho a vivir en estas tierras, habitan en una localidad en la que la guerra parece no existir. Un escenario utópico que no se corresponde con la realidad del día a día, más aún después del ataque del 7 de octubre — que acabó con la vida de 1.400 personas — y la consiguiente respuesta militar por parte de Israel, que ya se ha cobrado la vida de más de 37.000 palestinos. Es por esta razón por la que en Israel, ahora más que nunca, hablar de paz es algo casi prohibido.

Construcción de paz en tiempos de guerra

Schlesinger es director de la organización interreligiosa "Roots". Esta asociación, con sede en Jerusalén, es una de las pocas en la zona que, hasta el ataque de Hamás del 7 de octubre, reunía a palestinos y a judíos para hacer algo tan complejo en esta región como es conocerse. Cuando se conocen, argumenta, comienzas a "reconocer la identidad y el dolor del otro", algo muy inusual en este contexto de guerra y opresión. Ahora, los miembros de ambas partes que han formado y siguen formando parte de este grupo no pueden reunirse porque los militares israelíes, bajo las órdenes del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, han retirado todos los permisos de movilidad que los palestinos necesitan para poder desplazarse desde los territorios palestinos a Israel.

"Para los israelíes, los palestinos, los árabes, en la zona en la que vivo, son percibidos como terroristas", explica. "Los ven como personas que están aquí para quitarnos nuestra visión y nuestra identidad. Ni siquiera podemos tener estereotipos de ellos porque, para nosotros, los palestinos no existen. Para mis vecinos hablar con un palestino es como ir a la luna", relata.

Roots está codirigida por Noor Awad, un jordano de origen palestino que, desde que nació, al igual que la mayoría de la sociedad palestina, se ha visto afectado directamente por el conflicto palestino-israelí. Su familia dejó atrás su hogar durante la Nakba , "el desastre", momento en el que cientos de miles de palestinos se vieron obligados a dejar sus hogares en el año 1948. Perdió a uno de sus amigos del colegio con 15 años, cuando los militares israelíes le dispararon en una protesta en Belén.

Antes de conocer personalmente a un israelí, el único contacto que este activista había tenido con ellos había sido con los militares. "Cuando nos paraban en los checkpoints, cuando abrían nuestros coches, cuando nos detenían, cuando nos pedían el DNI, cuando nos daban o no permisos para movernos", recuerda.

Ahora, sin embargo, es con Schlesinger con quien más ha trabajado en estos últimos años para conseguir que los israelíes y los palestinos puedan reunirse en un sitio seguro. No obstante, después del 7 de octubre, la guerra lo ha inundado todo. Más aún, el trabajo de los activistas por la paz en un momento en el que, para Israel, apoyar la paz significa estar a favor del terrorismo.

La paz como crimen

Para acceder al encuentro con Noor, en un restaurante al aire libre ubicado en las afueras de Belén, hay que pasar uno de los checkpoints que se encuentran dispersos por esta ciudada palestina."He aceptado que cualquier día, en un checkpoint, me puedan detener o matar. No ocurriría nada si lo hacen".

Cuenta que desde el ataque de Hamás, la represión militar contra los palestinos se ha recrudecido. "Como activistas para la paz no podemos quedar porque a los palestinos nos pusieron bajo control militar, así que directamente no podemos ni venir a las reuniones". En su caso, este palestino también trabajaba como guía turístico. Sin embargo, con el endurecimiento de los controles, Noor no puede hacer las rutas turísticas que antes realizaba en Jerusalén.

Ese día, el 7 de octubre, fue drásticamente diferente tanto para Hanan como Noor. Esa mañana, relata el rabino, "ningún israelí sabía la extensión de lo que estaba pasando. Nos dimos cuenta gradualmente. El sentimiento de los israelíes es que estábamos ante una amenaza existencial y que nos atacaban por ser judíos y por vivir en nuestra tierra natal", recuerda. "Nunca había pensado en comprarme un arma y ahora estaba planteándomelo".

Confiesa, sin embargo, que este pensamiento se instaló en su mente durante muy poco tiempo, algo que no ocurrió entre algunos miembros de la organización. "El grado de polarización fue increíble y cada parte tenía una percepción diferente de lo que había ocurrido", afirma. "Decían que ya no tenían compasión en sus corazones para eso. Empezamos a ver conflictos entre los propios miembros. Son personas que han sido activistas por la paz durante años, con vínculos formados, y de repente no podían ni siquiera hablar entre ellos".

Este dilema también se produjo en A’Wad. No podía — ni puede entender — el "aniquilamiento" que Israel está haciendo en Gaza. Achaca todo, hasta esta reacción militar, al miedo intrínseco que la sociedad israelí tiene instalado. "La mañana del 7 de octubre mi teléfono no dejaba de sonar. Empecé a ver imágenes de cohetes que estaban siendo lanzados desde Gaza. Al principio pensé que era otro ciclo de violencia, porque el año 2023 fue un año muy tenso", cuenta. "Estaba muy preocupado porque hay personas inocentes que estaban en medio. Hay gente que ha sido asesinada o secuestrada, que ojalá no lo hubieran sufrido, porque yo no apoyo ningún tipo de violencia".

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"Desde mi experiencia de haber trabajado en la construcción de la paz, he podido saber que los judíos tienen una identidad que está llena de miedo y de trauma. Creen que hay un enemigo ahí fuera, que quiere acabar con ellos y aniquilarles como nación", explica Noor. "La realidad de la ocupación es que Israel tiene uno de los Ejércitos más poderosos de la región. Los palestinos en comparación no tenemos nada. Los israelíes tienen armas nucleares, nosotros nada y son ellos los que dicen tenernos miedo….es difícil que un palestino pueda entender su miedo", añade.

Aun así, este palestino activista trata de empatizar con ellos porque sabe que el único camino para que exista un estado de paz es la reconciliación, aunque cada vez sea más difícil. Precisamente es el entendimiento uno de los puntos que más unen a Schlesinger y a A’Wad.

Después del 7 de octubre, Roots, al igual que otras organizaciones pacifistas de todo Israel, tuvo que decidir cómo reaccionar. Debido a la polarización que existía y continúa existiendo entre algunos miembros, la organización decidió mandar un mensaje conjunto en el que pedían a sus integrantes que ahora debían "practicar la tolerancia. Ambas partes debemos contenernos, a pesar de nuestra rabia, nuestro dolor y nuestro sentimiento de agravio. Esto es lo que dice el Dios en el que creemos. Rezamos por el pronto final de esta guerra, por la paz y la justicia en todo el mundo".

Conflictos dentro de los propios integrantes

Sin embargo, este mensaje lanzado desde la organización, no fue compartido por todos sus miembros. Muchos de ellos han decidido desvincularse de Roots después de años de trabajo por la paz. Desde la parte israelí, afirma Hanan, "los judíos decían que si los palestinos no condenaban abiertamente la masacre, no podían hablar con la parte palestina. Pero, por otro lado, los palestinos miembros de Roots defendían que sí que condenaban la masacre, pero que esta tiene un contexto y que no viene de la nada". Opina que, desde un principio, él mismo dijo que "no estaba seguro de poder apoyar esta reacción militar porque creo que Israel comparte también la culpa con Hamás de lo que ocurrió", algo que le llevó a tener problemas con parte de su comunidad judía.

"La manera de cambiar el miedo es con la confianza", señala el rabino."Cuando desarrollas relaciones humanas, entendimiento y reconocimiento, también lo es a nivel político". Esto es algo que ya defendía públicamente en el año 2016, dos años después de comenzar a hablar por primera vez en su vida con musulmanes. Fue en el diario Haretz, en ese mismo año, donde publicó un mensaje para los palestinos donde afirmaba que "la manera de socavar la ocupación es mostrarnos su humanidad. Demostrar a la gran mayoría de los israelíes que sueñan con la paz que la gran mayoría de los palestinos sueñan con lo mismo. Ese es un mensaje al que la sociedad israelí simplemente no podrá resistirse".

Pero los años y los actos demuestran que la paz es un ejercicio más que pendiente para esta sociedad. Desde que Israel comenzó su desproporcionada respuesta militar en la Franja, Gaza se ha convertido, según las organizaciones humanitarias, en "un infierno en la tierra".

Las cifras oficiales del Ministerio de Salud de Gaza, junto con la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas, hablan de un total de 37.396 personas muertas en la Franja de Gaza desde el ataque de Hamás y la invasión israelí en octubre de 2023. Las cifras del Ministerio han sido cuestionadas por las autoridades israelíes, aunque los servicios de inteligencia israelíes las han aceptado como una cifra exacta.

Sin embargo, la recopilación de datos se está volviendo cada vez más difícil para el Ministerio de Salud de Gaza debido a la destrucción de gran parte de la infraestructura. La prestigiosa revista médica The Lancet ha publicado que, de las 37.396 muertes reportadas, "no es inverosímil estimar que hasta 186.000 o incluso más muertes podrían ser atribuibles al conflicto actual en Gaza".

"La recopilación de datos es más difícil para el Ministerio de Salud de Gaza debido a la destrucción de gran parte de la infraestructura"

Para cifrar este número, los investigadores han utilizado la estimación de población de la Franja de Gaza de 2022, en la que vivían 2.375.259. Esto se traduciría en el 7,9% de la población total de la Franja de Gaza. Indican que Un informe del 7 de febrero de 2024, cuando el número de muertes directas era de 28.000, "estimó que sin un alto el fuego habría entre 58.260 muertes (sin epidemia o escalada) y 85.750 muertes (si ocurrieran ambas) para el 6 de agosto de 2024".

Además de las muertes y los heridos, Israel niega el acceso de ayuda humanitaria y, la que permite, es insuficiente para una población que ni siquiera pueda salir de este territorio debido a que las fuerzas militares se lo impiden. Los hospitales de Gaza, según Médicos sin Fronteras (MSF), siguen lidiando con una grave escasez de suministros. El pasado 3 de julio, las autoridades israelíes denegaron la entrada en la Franja a los camiones que transportaban suministros médicos de MSF debido a los continuos combates en el sur. Esta ONG no ha podido introducir suministros médicos en Gaza desde finales de abril.

Erigir la paz en la región ¿cómo?

El activismo para la paz en Israel ha sido siempre una actividad polémica que no ha estado exenta de críticas e incluso de burlas. Pensar en el pacifismo en una de las regiones más conflictivas del mundo es, tanto para una gran parte de la sociedad de la región como a nivel internacional, algo irrisorio. Sin embargo, para otros, aunque sean menos, es una forma de vida que ha permitido poder cambiarles su visión del conflicto de forma radical, incluso llegando a mejorar su existencia.

Ante la respuesta militar del ataque de Hamás, incluso mucho antes del 7 de octubre, las organizaciones de voluntarios pacifistas han ayudado a consolar tanto a los palestinos como a los israelíes que necesitaban buscar respuestas en un contexto que solo ha permitido una visión: el odio hacia el otro y la violencia.

"La idea de la paz no es solo dejar de matarnos. La idea de la paz era imaginar una visión en esta tierra donde la gente pueda vivir y, de acuerdo con la filosofía de Roots, defendiendo la identidad de cada uno", afirma Noor. A pesar de que cada día la situación de los palestinos empeora, este activista argumenta que "quiere lo mejor para mi gente, pero para la otra también. Por eso he escogido el camino de la paz".

"Merece la pena porque te cambia tu vida y abre tu mente en tantas cosas. Te cambia esta visión de que todo esto es blanco o negro, aunque es difícil porque te lleva un esfuerzo hacer eso. Independientemente de toda esta violencia, merece la pena", defiende.

La paz es uno de los nombres de Dios en el judaísmo y en el islam

Para Hanan, la construcción de la paz, a pesar de este contexto, merece la pena a un nivel moral y a un nivel físico, porque menos gente morirá y sus vidas mejorarán. "Para mí la paz es un valor primordial. En el presente ese valor se ha ignorado, pero es un valor primordial para el judaísmo, aunque en la práctica no esté siendo así. La paz es uno de los nombres de dios y también lo es en el islam".

La tenacidad con la que continúan defendiendo la construcción de la paz se resume, a pesar de todo, en uno de los mensajes más defendidos por la organización: "Que nunca perdamos la esperanza de una vida mejor en nuestra tierra común", escriben en un comunicado fechado en junio de este año. Nueve meses después del inicio de una nueva guerra en Gaza que está viviendo una destrucción sin precedentes.

"La paz es mucho más que la ausencia de la guerra. Supone el reconocimiento de la identidad", afirma el codirector de Roots. "Es uno de los principales valores en el que nos asentamos. Reconocernos como individuos y como seres humanos. Así es como las cosas pueden cambiar".

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