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Fe ciega a los líderes

Hasta los finísimos demócratas caen en conspiraciones: las teorías más locas sobre el ataque a Trump

El Blue MAGA describe a los partidarios de Joe Biden que, al igual que los MAGA de Donald Trump, muestran una lealtad sin límites a sus líderes, aunque estos ya no tengan la capacidad de gobernar

Una mujer lleva parches de Trump y Jexit (Jews Exiting the Democrat Party). (EFE/EPA ALLISON DINNER)

No es buen momento para ser demócrata en Estados Unidos. Hace tres semanas, antes de que Joe Biden demostrase en el debate con Donald Trump lo que ya sabía todo el mundo, que estaba muy mayor y deslucido, las encuestas lo daban por derrotado. Luego todo empeoró: una rebelión interna, editoriales pidiendo renuncias, fuga de donantes, más tropiezos. Cuando Donald Trump, que miraba disciplinadamente cómo los demócratas se devoraban a sí mismos, salió a recuperar la atención mediática de cara a la Convención Republicana, una bala, en vivo y en directo, se llevó parte de su oreja. Su rostro ensangrentado. Su puño. Ya saben.

En este momento el partido del populismo y de las teorías conspirativas, de QAnon, el Pizzagate y el asalto al Capitolio, de inyectarse lejía para combatir el covid y acusar a los judíos de usar un láser galáctico para provocar desastres naturales, es el partido más estable y ordenado de EEUU. Las encuestas lo favorecen, y Trump, envuelto en un lenguaje mesiánico, ha prometido coronarse candidato en Milwaukee con un mensaje unificador. Para eso le ha dado Dios una “segunda oportunidad”.

Al otro lado, el partido de la autocomplacencia, la diversidad y los ciudadanos de bien, está hecho unos zorros. Y algunas de las lacras que los demócratas denunciaban en el Partido Republicano están aflorando entre sus filas los rasgos de culto al líder y rasgos también de conspiracionismo. Han bastado poco más de un par de semanas para que nacieran las etiquetas de “Blue MAGA” y “BlueAnon”.

El Blue MAGA es una referencia a las siglas del más famoso de los eslóganes de Donald Trump: Make America Great Again. Por eso a los trumpistas se les llama en EEUU “republicanos MAGA”. Respecto al “Blue”, pues es el color de los demócratas. El término 'BlueAnon' es una mezcla del azul demócrata y de QAnon, la red de teorías conspirativas, a cada cual más delirante que la anterior, nacida en 2020.

La crisis desatada en torno a las dudas sobre si Joe Biden está capacitado para hacer campaña y, sobre todo, para gobernar hasta los 86 años, ha sido respondida con una cerrazón en torno al líder. El número de meteduras de pata, caídas, congelaciones, palabras arrastradas, frases inconexas y entrevistas con neurólogos expertos en Parkinson que dicen que Biden, muy probablemente, padece esta enfermedad, es demasiado alto como para poder ocultarlo. Aun así, desde las altas instancias del Gobierno y del partido se ha negado la clara desmejora de Biden y se ha dicho que la polémica ha sido fabricada por las élites y los medios de comunicación.

Esta es otra de las características del movimiento MAGA: las élites y, sobre todo, los medios de comunicación, son considerados los envenenadores del debate público y los privilegiados que le dan la espalda al pueblo. Los “bidenistas” como la comentarista y estratega Ana Navarro-Cárdenas o los periodistas Dave Levitan y Aaron Rupar, han argumentado en que lo de la edad de Biden es algo que solo preocupa en los salones adinerados de Nueva York y San Francisco, en las páginas de opinión de diarios urbanitas y en los conciliábulos de oscuros donantes. Cuando lo cierto es que el pueblo llano, tal y como recogen los sondeos, cree que Biden no está en condiciones de seguir. Lo piensan casi tres de cada cuatro estadounidenses.

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Hasta cierto punto es natural que la gente de Biden responda de esta manera a una tormenta mediática con rasgos de histerismo, pero también ha quedado patente que el Partido Demócrata lleva tiempo trampeando entre bastidores para proteger a un líder sobre el que ya pesaban muchas dudas. Por ejemplo, cambiando el calendario de las elecciones primarias para disuadir a posibles rivales de Biden (uno de los estados más afines a él, Carolina del Sur, pasó a ser la primera parada). No se celebraron debates y las voces críticas, que decían lo que todo el mundo sabía, que Biden iba a ser un candidato débil, fueron marginadas, como ha sido el caso del alcalde de San Antonio, Julián Castro, que cuestionó la edad de Biden ya en 2020.

La insistencia de Biden en continuar al frente del Gobierno un lustro más, pese a sus crecientes dificultades al moverse y expresarse, y las informaciones que apuntan a que necesita descansar incluso en mitad de su agenda internacional, refuerza la noción de que el presidente puede haber sido apartado de la realidad. Como también lo indicaría su negativa a creer que las encuestas, que son las peores para un candidato demócrata en un cuarto de siglo, sean perjudiciales, o la manera en que su equipo microgestiona todos sus movimientos: hasta dándole carpetitas con fotografías a toda página que le indican cómo acceder al escenario de un mítin.

Votar a Biden, a pesar de todo

Otra arista del movimiento Blue MAGA es la de aquellos que dicen que votarían a Biden aunque este “estuviera en coma”, como dijo textualmente la periodista de MSNBC Joy Reid. Lo cual explica un meme que lleva días circulando: “Joe Biden podría echar una siesta en mitad de la Quinta Avenida y no perdería ni un voto”. Una clara referencia al famoso comentario de Donald Trump en su primera campaña.

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Como recoge este artículo de Newsweek, Keith Orejel, profesor asistente del Wilmington College de Ohio, escribió en la red social X: “Estamos a unos dos días de que los Blue MAGA argumenten que el declive cognitivo es una enfermedad inventada por The New York Times”.

La tormenta en torno a Joe Biden y los intentos del aparato por asegurar su posición no han terminado. El Comité Nacional Demócrata está tratando de adelantar el voto de la nominación de Biden, planeado para la convención de Chicago a finales de agosto, a una reunión con Zoom la semana que viene. Una maniobra para la que no existe justificación legal, pero sí política: elevar otro muro de legitimidad en torno a Biden. Según Axios, esto está generando nuevo resquemor entre varios congresistas demócratas, que piensan resucitar el impulso para forzar la salida de Biden.

Al poco de nacer el Blue MAGA, del que alguien ya ha creado una línea de merchandising, el intento de magnicidio de Donald Trump desplazó la opereta demócrata a un segundo o incluso tercer plano. La campaña de Biden decidió suspender las comunicaciones y los anuncios televisivos. Además, el presidente dio su tercer discurso desde el Despacho Oval para llamar a la unidad y la concordia.

Pero había progresistas que no se acababan de creer lo del intento de asesinato. En las horas siguientes al tiroteo, que casi acaba con la vida de Donald Trump, la palabra staged (“escenificado”) fue mencionada 300.000 veces en la red social X, según NewsGuard. En círculos derechistas, las palabras inside job, que sugerían que había sido el Estado que el que había tratado de matar a Trump, aparecieron 80.000 veces. La web PeakMetrics estimó, en las 17 horas que siguieron al atentado, el 12% de las publicaciones en X y Telegram consistían en teorías de la conspiración.

Aunque los dos grandes partidos de EEUU no son comparables en las proporciones de miembros y mensajes radicales. Cada uno refleja la polarización a su manera, los demócratas están dejando que su ansiedad y sus bien justificados miedos a perder las elecciones generen la elevación de muros en torno al líder y la renuncia a creer, en algunos círculos, lo que sucedió el sábado. Aunque quizás solo refleje la realidad, más extendida, de la falta de confianza en las instituciones.

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